La bodega Valtravieso ha presentado en Madrid su proyecto Viñedos Olvidados con el que rescata zonas de viñedo tradicional abandonadas o en riesgo de ser arrancadas y pone en valor variedades autóctonas.

El resultado de ese proyecto son cinco vinos de alto valor añadido de tres zonas tradicionalmente vinícolas  –tres caldos de la montaña de Covarrubias (Burgos) en la D.O. Arlanza; un Monastrell de Fuente Álamo, en la D.O. Jumilla y un Bobal de Casas de Benítez en la D.O. Ribera del Júcar–.

Se trata, según ha explicado el consejero delegado de la compañía, Pablo González, de trasladar el conocimiento y la experiencia de Valtravieso a esas tres denominaciones "muy especiales y de gran potencial". Los cinco vinos resultantes ya se están comenzando a comercializar y están cosechando un gran recibimiento en los mercados internacionales, ha trasladado.

Tanto González como Ricardo Velasco, el enólogo y director técnico de Valtravieso, han coincidido en destacar el esfuerzo que supone todo el ciclo de producción de estos cinco vinos evitando que se arranquen las viñas más viejas o "que la uva se mezcle en vinos que no reflejan el origen de la parcela".

Ambos han defendido que para ello es necesario cultivar una relación de cercanía con los agricultores "para que nos vendan la uva y vean que se pueden hacer cosas diferentes" y también pagarles un precio justo que, en ocasiones, dobla el importe de lo que se paga habitualmente.

En ese sentido el escritor y Master of Wine Pedro Ballesteros ha ensalzado la labor de las bodegas "con producción suficiente y que pagan dignamente a los agricultores" y ha llamado a "no aferrarse a la tradición que implica pobreza, abandono o falta de esperanza" sino a promover el progreso. En una apasionada intervención, Ballesteros ha defendido que "el vino no es hijo de la naturaleza sino de las personas" y que para el mantenimiento de la población en los territorios es necesario que la gente pueda vivir bien en ellos.

 

Cinco vinos de tres D.O.

 

El nuevo proyecto de Valtravieso tiene en la D.O. Arlanza tres de sus vinos, fruto de viñas centenarias ubicadas a unos mil metros de altitud junto a la sierra de Las Mamblas que son "muy difíciles de trabajar" y crecen bajo un clima duro.

Los viñedos tienen variedades como tempranillo, garnacha, tintorera, entre otras. Un blanco fermentado en barrica, el Muniadona, está elaborado con uvas de nueve variedades blancas perdidas de viñedos centenarios que se vendimian racimo a racimo en una tarea tan artesanal que apenas se producen 400 botellas.

Cerro Cerezo es un tinto de parcela, cuyas viñas crecen rodeadas de cerezos y tiene un color "ligero, fio, con una estructura precisa y un final eterno", según las notas de cata; y Las Mamblas, es un tinto de villa, que recibe el nombre de la sierra que perfila el horizonte de Covarrubias y que es "atlántico, elegante y honesto", según los enólogos.

El vino con el que Valtravieso comienza en la D.O. Jumilla es Pie Firme, un monastrell de pie franco producido por unas viñas ubicadas en terreno calizo en altitud; mientras que de la D.O. Ribera del Júcar procede Mil Cantos, un bobal "contundente, equilibrado y atemporal" con una producción muy limitada procedente de viñedos que se estaban abandonando por baja productividad.