El contexto puramente bélico de Ucrania permanece protagonizado por lluvias masivas de proyectiles y un lento y costoso avance de Rusia en el frente oriental.

Sumario

 

En cambio, la situación internacional se encamina ante un posible cambio de tendencia por la respuesta de sus actores principales al borrador de plan de paz que habrían acordado Estados Unidos (EE UU) y Rusia sin ningún tipo de participación ucraniana o europea.

 

Últimas novedades bélicas

 

Mapa de la guerra en Ucrania a 24 de noviembre de 2025 / Imagen: EA

Los ataques con centenares de drones en una única oleada son el principal método ofensivo utilizado contra el territorio ucraniano, con especial incidencia sobre la retaguardia. El lanzamiento de múltiples enjambres de drones y proyectiles contra decenas de ciudades a la vez es un método usado con una frecuencia casi diaria por Rusia. Una de los ofensivas más dañinas supuso el lanzamiento de casi 500 drones sobre una decena de regiones que provocaron al menos una treintena de víctimas civiles. Buena parte de los proyectiles fueron interceptados pero uno de ellos llegó a impactar contra un edificio de viviendas de Ternópil y causó una veintena de víctimas mortales. Otro ataque similar dejó al menos otras cuatro muertes en Jarkov, segunda ciudad más importante de Ucrania.

Estos ataques también causaron graves daños en infraestructuras de transporte y energía de otras regiones como Jarkov, Ivano-Frankivsk o Leópolis. Los daños en las infraestructuras han vuelto a afectar al servicio de electricidad en Ucrania, que debe afrontar cortes por averías, destrucciones y reparaciones, en un momento donde la demanda de energía vuelve a situarse en máximos ante la aparición del invierno.

En uno de estos bombardeos sobre Kiev se produjo una muerte de gran simbolismo: la de la viuda de la primera víctima mortal del desastre de Chernóbil, que, curiosamente, tiene dedicado un monumento en Moscú.

Este tipo de ataques masivos no son exclusivos de Rusia, sino que Ucrania también ha golpeado con misiles territorio enemigo. Una de los últimos ofensivas con drones y proyectiles ucranianos se ha dirigido contra la ciudad de Voronezh, a unos 200 kilómetros de la frontera entre ambos países, en una actuación en la que el Kremlin denunció el uso de posible armamento americano.

 

Los combates en el frente

 

En el frente bélico, el polo de atención actual se sitúa en torno a Pokrovsk, un importante nudo logístico y de comunicaciones del Donbás. Perteneciente al oblast de Donetsk, en la actualidad la ciudad estaría casi cercada por las tropas rusas, en lo que podría convertirse en un largo bloqueo con el invierno a las puertas y que el Kremlin querría convertir en la proyección en la actualidad del asedio sufrido en 2022 por Mariupol. La toma de este estratégico enclave abriría la puerta a Rusia hacia otras ciudades más importantes de las inmediaciones como Sloviansk o Kramatorsk, y también otorgaría una postura de mayor autoridad a Putin de cara a futuras negociaciones y posibles exigencias territoriales.

Aunque lento, también se han producido avances rusos en las regiones de Zaporiyia y Jarkov, donde el Kremlin habla de miles de soldados ucranianos atrapados e incluso apunta hacia una posible toma del nudo ferroviario de Kupiansk, extremo negado por Ucrania.

 

El nuevo borrador de alto el fuego

 

En el contexto internacional, se habría dado un nuevo giro de los acontecimientos a través de las múltiples iniciativas lideradas por Donald Trump, que ahora habría llegado a un borrador de acuerdo de paz con Rusia que ha sido presentado al presidente ucraniano.

El polémico borrador consta de 28 puntos negociados sin ningún tipo de participación ucraniana ni europea y que, como punto más controvertido, incluye una cesión territorial. Según el texto, Ucrania cedería a Rusia la región del Donbás (Lugansk y Donetsk), en la actualidad ocupada en su gran mayoría por Rusia. En contrapartida, Rusia devolvería las zonas que ha ocupado en Jerson y Zaporiyia, las otras dos provincias que Rusia se había autoanexionado de facto.

El acuerdo también incluiría la reducción del ejército ucraniano a la mitad, unos 600.000 hombres como máximo; una drástica reducción que comprometería su futuro estratégico, la capacidad de aprovechar la colaboración occidental y, a largo plazo, imposibilitaría en la práctica su inclusión en la OTAN. Estas propuestas sobrepasan varias líneas rojas que Ucrania no estaría dispuesta a conceder como las cesiones territoriales, limitaciones en su ejército y sus futuras alianzas internacionales.

A cambio, en el tratado se le ofrecerían a Ucrania ciertas garantías de seguridad ante posteriores agresiones rusas según una nueva interpretación del artículo 5 de la OTAN, que consideraría los ataques rusos como ataques contra la paz transatlántica.

Ante estas condiciones se avecina una negociación complicada y una situación difícil para Zelenski, que, como él mismo dijo, le puede enfrentar a elegir entre la pérdida de dignidad que supondría aceptar pérdidas territoriales, o el riesgo de perder la ayuda de Estados Unidos. Antes de verse abocado a dicha elección, el presidente ucraniano intentará presentar alternativas que dejen en mejor posición a su país, apoyado por las potencias europeas que abogan por ocupar también un sitio en las negociaciones de paz de las que se han visto excluidas.