Rosatom, el gigante nuclear ruso controlado por el Estado, acaba de lanzar al mundo el Akademik Lomonosov, el primero de una flota de centrales nucleares flotantes que Rusia planea construir y vender a otros países como China, Indonesia y Sudán. Actualmente está siendo remolcado a través del mar Báltico, donde recorrerá toda Escandinavia hasta Murmansk, para ser abastecido y sometido a pruebas, antes de partir en un viaje de 5.000 kilómetros por el Ártico.

La nave ha llegado a Murmansk, en el Ártico ruso, para ser avituallada de combustible y otros suiministros y, posteriormente, "será remolcada a la ciudad de Pevek en Chukotka (Extremo Oriente ruso) donde, tras la conexión a la red, se convertirá en la única planta de energía nuclear flotante operativa hasta el momento y la instalación nuclear más septentrional del mundo. Reemplazará una central eléctrica de carbón y una central nuclear Bilibino que suministra electricidad a más de 50.000 personas y reduce la huella de carbono en el Ártico en decenas de miles de toneladas de emisiones de CO2 cada año", señala Rosatom en su página web. 

De camino a Murmansk, el Lomonosov navegó más de 4.000 km y viajó por cuatro mares: el Báltico, el Norte, Noruega y Barents. En las aguas de la costa oeste de Noruega, Lomonosov fue visitado por los medios de comunicación y por ecologistas noruegos.

Tsunamis y ciclones

Ante las advertencias de los ecologistas, que consideran que "es cuestión de tiempo que ocurra una catástrofe", Rosatom ha dicho que la central “está diseñada con un gran margen de seguridad que excede todas las amenazas posibles y hace que los reactores nucleares sean indestructibles ante tsunamis y otros desastres naturales”.

Greenpeace replica que "nada es indestructible. El problema es que este Titanic nuclear se ha construido sin expertos independientes que lo verifiquen. La misma falta de supervisión que hubo en Chernóbil". "El casco de fondo plano de esta central lo hace especialmente vulnerable a tsunamis y ciclones. Una ola grande podría lanzar la estación hasta la costa. Además, tampoco puede moverse solo. Si suelta amarras, no podría alejarse de una amenaza (como un iceberg o un buque extraño, por ejemplo), advierten desde la organización ambientalista. 

"En caso de un colapso, el agua del océano enfriaría el núcleo, pero al fundirse las barras de combustible con agua de mar, primero se produciría una explosión de agua y posibles explosiones de hidrógeno que propagarían una gran cantidad de isótopos radiactivos a la atmósfera. Las áreas alrededor de Fukushima y Chernóbil ya son difíciles de limpiar, imagínate en la noche polar, con temperaturas bajo cero y tormentas de nieve", añade.

"Por si esta pesadilla flotante no fuera ya suficientemente absurda, la razón por la que la están remolcando al Ártico es para ayudar a Rusia a extraer más combustibles fósiles. Su misión principal es proporcionar electricidad a las industrias de extracción de petróleo, gas, carbón y minerales del norte", señala Raquel Montón responsable de las campañas de Energía Nuclear y Movilidad de Greenpeace en España.