La contaminación creada por la fabricación y el teñido de la ropa ha enfrentado a la industria de la moda y los ambientalistas. Ahora, el advenimiento de la "moda rápida" –ropa de moda lo suficientemente asequible como para ser desechable– ha tensado más aún esa relación. Pero, ¿qué pasaría si pudiéramos reciclar la ropa como reciclamos el papel o, incluso, reutilizarla? Científicos informaban ayer domingo en la 253 Reunión Nacional y Exposición de la Sociedad Química Americana sobre nuevos avances hacia ese objetivo.

"La gente no quiere gastar mucho dinero en textiles, pero las prendas de mala calidad no duran", explica Simone Haslinger, del Departamento de Bioproductos y Biosistemas de la Universidad Aalto, en Finlandia. "Una pequeña cantidad podría reciclarse como trapos de limpieza, pero el resto termina en vertederos, donde se degrada y libera dióxido de carbono, un importante gas de efecto invernadero. Además, no hay mucha más tierra arable para campos de algodón, ya que debemos producir alimentos para una población en crecimiento", añade.

Todas estas razones constituyen un gran incentivo para reciclar la ropa y ya están en marcha algunos esfuerzos, como programas de recuperación; pero incluso los representantes de la industria admiten en informes de prensa que sólo se recicla un pequeño porcentaje. Otras iniciativas destrozan la ropa usada e incorporan fibras en alfombras u otros productos, pero este enfoque no es idóneo –señala Haslinger– ya que las alfombras, en última instancia, terminarán también en vertederos.

Una estrategia mejor, según Herbert Sixta, director del Grupo de Investigación de Biorrefinerías en la Universidad de Aalto, es la reutilización de prendas gastadas. "Queremos no sólo reciclar prendas de vestir, sino que queremos realmente producir los mejores textiles posibles, por lo que las fibras recicladas son incluso mejores que las fibras nativas", afirma. Pero lograr este objetivo no es simple. El algodón y otras fibras a menudo se mezclan con poliéster en las telas, lo que complica su procesamiento.

Disolver la celulosa de la madera

Una investigación previa demostró que muchos líquidos iónicos pueden disolver la celulosa, pero el material resultante no podría reutilizarse para fabricar nuevas fibras. Entonces, hace unos cinco años, el equipo de Sixta encontró un líquido iónico –acetato 1,5-diazabiciclo [4.3.0] no-5-eno– que podría disolver la celulosa de la pulpa de madera, produciendo un material que podría ser hilado en fibras. Pruebas posteriores mostraron que estas fibras son más fuertes que la viscosa comercialmente disponible y son similares al tacto al lyocell, que es una fibra escogida por los diseñadores ecológicos porque está hecha de pulpa de madera.

Basándose en este proceso, los científicos querían ver si podían aplicar el mismo líquido iónico a mezclas de algodón-poliéster. En este caso, las diferentes propiedades del poliéster y la celulosa trabajaron en su favor, según Haslinger, ya que fueron capaces de disolver el algodón en una solución de celulosa sin afectar al poliéster. "Pude filtrar el poliéster después de que el algodón se hubiese disuelto –dice Haslinger–. Entonces fue posible, sin más pasos de procesamiento, hilar las fibras de la solución de celulosa, que podrían utilizarse para hacer ropa".

Para acercar su método a la comercialización, el equipo de Sixta está probando si el poliéster recuperado también puede hilarse de nuevo en fibras utilizables. Además, los investigadores están trabajando para ampliar todo el proceso y están estudiando cómo reutilizar tintes de ropa desechada.
Sin embargo, Sixta apunta, después de cierto punto, la comercialización del proceso no sólo requiere conocimientos químicos. "Podemos manejar la ciencia, pero quizás no sepamos qué tinte se usó, por ejemplo, porque no está etiquetado –señala–. No se puede simplemente alimentar todo el material en el mismo proceso. La industria y los responsables de las políticas tienen que trabajar en la logística. Con toda la basura acumulada, por el interés de todos hay que encontrar una solución".