Cada semana, los españoles depositan en cubos de basura y contenedores de residuos la escandalosa cifra de 25,5 millones de kilos de comida. Según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama), en 2015 se desecharon nada menos que 1.325,9 millones de kilos de alimentos no siempre en tan mal estado como para que resultaran incomestibles. En muchos casos, se trataba de comida en perfecto estado, rechazada simplemente por su aspecto o por un temor exagerado a su fecha de caducidad.

En total, se tiran sin llegar a consumirlos el 4,5% del total de alimentos comercializados en el país, y la mayor parte, un 42%, se desperdicia en los hogares, donde acaban en mayor proporción en el cubo los alimentos sin procesar que los ya preparados o cocinados, según revela el primer Panel de cuantificación del desperdicio alimentario en hogares elaborado por el Magrama, en el que se ha estudiado la situación mediante encuestas en 12.000 domicilios.

En ocho de cada 10 hogares echan al cubo frutas, verduras y pan fresco habitualmente

Así, de acuerdo con las conclusiones de este muestreo, ocho de cada 10 familias desechan regularmente productos como frutas, verduras o pan fresco por considerar, a menudo de forma injustificada, que ya no están en buen estado para ser consumidos. Estos alimentos suponen el 48,1% del total despilfarrado en las casas españolas. Una vez preparadas las recetas, sólo se tira comida ya cocinada en tres de cada 10 domicilios. En verano se tira un 10% más de alimentos que en otoño e invierno. Entre unos y otros motivos, cada familia española desperdicia de media 1,3 kilos de comida cada semana.

Del resto de este inmenso e irresponsable derroche de alimentos son responsables la industria (con un 39% del total desaprovechado), los restaurantes, bares y otros establecimientos de hostelería (un 14%) y los comercios y las cadenas de distribución (responsables de la pérdida del 5%). Según las estadísticas que maneja la Comisión Europea, España es el séptimo país de los 28 actuales miembros de la Unión Europea que más comida en buen estado despilfarra, después del Reino Unido, Alemania, los Países Bajos, Francia, Polonia e Italia.

"La magnitud del problema es enorme", reconoció Fernando Burgaz, director general de la Industria Alimentaria del Magrama, durante el primer debate multisectorial sobre el desperdicio de alimentos en España, organizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) y celebrado la semana pasada en Madrid en el marco de la campaña No tires la comida que impulsa esta entidad asociativa.

Ofertas 3x2

¿Por qué se tiran tantos recursos en un mundo donde tanto escasean y en el que hay hambre? La coordinadora de Alimentación de la OCU, Gemma Trigueros, apuntó, de acuerdo con una encuesta encargada por esta organización, cuatro motivos principales, que se resumen en uno: la mala planificación. Un 42,5% de los consumidores dice tirar lo que se le queda en el plato. Un 12,6% admite comprar más de lo que necesita y que una parte se le acaba estropeando. Más preocupante si cabe es que al 40,2% se le pasa la fecha de consumo aconsejada y se deshace de todo lo que la supere sin pararse a mirar si sigue estando bueno. Y un porcentaje mucho menor que los anteriores revela que echa al cubo lo que queda como sobrante en la olla después de preparar un ágape.

Fechas de caducidad fijadas más por motivos comerciales que por verdaderas razones de seguridad alimentaria (los yogures siguen habitualmente perfectos muchos meses después de caducar), envases demasiado grandes, ofertas 3x2 y otras motivadas por excedentes en la producción y aprovechadas irreflexivamente por los compradores, comprar más con los ojos que con la cabeza... todo condiciona a llevarse a casa comida de más y tiene como consecuencia que la sobrante, aun cuando siga estando en buen estado, acabe convertida en residuo, con suerte (y eso tampoco lo hace bien la mayoría) en el contenedor de materia orgánica. "El consumidor tiene que organizarse, planificar los menús y no dejarse llevar por ofertas como las de 3x2 si no lo necesita", aconseja Trigueros.

El 40% se deshace de todo lo que supera la fecha de caducidad sin comprobar su estado

Es mejor comprar más a menudo y en cantidades más pequeñas, hay que intentar ser creativo para aprovechar las sobras, como hicieron toda la vida las generaciones que nos precedieron, y aprender a distinguir si un producto está en buen estado al margen de lo que diga su teórica fecha de caducidad. También hay que tener clara la diferencia entre las fechas de caducidad y las de consumo preferente. Son algunas de las sencillas medidas propuestas desde la OCU con las que se conseguiría fácilmente una sensible reducción del volumen del despilfarro. "Es un problema enorme y global, pero podemos hacer mucho desde casa", apunta la entidad que defiende a los consumidores.

Según la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) un 28% de la superficie agrícola mundial se dedica a producir alimentos que finalmente serán desperdiciados. El dato lo aportó el responsable técnico de Economía Agraria en la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), Álvaro Arteta, quien puso de manifiesto que muchos cultivadores dejan de recoger sus cosechas porque los costes de hacerlo son superiores al precio que recibirán por ellas, y porque los intermediarios usan el desperdicio "como arma comercial de negociación".

Cerca de un tercio de la comida que genera el mundo se desperdicia. Y sólo con ella se podría acabar con el hambre a escala global. Como único dato positivo, si se comparan las cifras del ministerio del primer semestre de este año con las de 2015, se constata un teórico descenso del 2,4% en el desaprovechamiento en los hogares españoles. Se sigue tirando mucha, demasiada comida. Y hay demasiada gente que la necesitaría y no la tiene. Una situación tan insostenible económica y ambientalmente como éticamente inadmisible.