El característico y penetrante olor a pino es un factor que contribuye a mitigar el cambio climático. Es el sorprendente descubrimiento que ha hecho un grupo internacional de científicos tras un estudio sobre el papel que juegan los aerosoles (mezclas heterogéneas de partículas sólidas o líquidas suspendidas en un gas) de origen orgánico que se forman en la atmósfera sobre la temperatura del planeta.

En el transcurso de este trabajo, publicado este mes en la revista Nature, los investigadores constataron cómo los vapores olorosos que desprenden las coníferas ayudan a formar de manera natural sobre los bosques boreales aerosoles que reflejan la radiación solar hacia el espacio y favorecen un enfriamiento del planeta, además de constituir un catalizador para la formación de nubes.

Las partículas en suspensión pasan de unos pocos hasta los 100 nanómetros

Entre las partículas que forman aerosoles en la atmósfera las hay procedentes de las actividades humanas, como la quema de carbón y petróleo, y también otras de origen natural, como las generadas por las erupciones volcánicas. Ahora, los científicos han constatado que las emanaciones de los pinos y otras plantas se suman a la lista de factores que participan en su génesis.

Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, en sus siglas en inglés), organismo de investigación sobre este problema impulsado por la ONU en 1988, estos aerosoles “contribuyen a una mayor incertidumbre en las estimaciones e investigaciones sobre el cambiante equilibrio de energía de la Tierra”. Se trataba de uno de los grandes enigmas investigados por la química atmosférica, pero ya parece en vías de solución.

Los vapores olorosos de los bosques de coníferas del norte de Europa, Norteamérica y Rusia, formados por compuestos orgánicos volátiles, reaccionan con el oxígeno sobre las copas de los bosques y dicha oxidación contribuye a formar aerosoles.

Entender de qué manera se forman estos aerosoles puede permitir interpretar mejor el papel que pueden jugar en el retorno al espacio de una parte de la radiación solar y ayudar a ralentizar el calentamiento global.

La mitad de la explicación

“Pensamos que los vapores emitidos por la vegetación de los bosques de pinos contribuyen aproximadamente a la mitad de los aerosoles que se forman sobre dichos bosques", afirma Joel Thornton, de la Universidad de Washington en Seattle (Estados Unidos), miembro del equipo investigador. Ahora queda por descubrir qué causa la otra mitad.

Entre estos compuestos hay algunos de una volatilidad ultrabaja que se condensan alrededor de cualquier superficie o partícula con la que entren en contacto. Estas partículas aumentan así su tamaño hasta devenir dichos aerosoles. Pueden pasar de unos pocos nanómetros (la milmillonésima parte de un metro) a cerca de 100, unas dimensiones que ya las facultan para reflejar eficazmente los rayos del sol.

Muestras de aire captadas sobre bosques finlandeses fueron analizadas en el interior de una cámara de aire de 1.450 litros de capacidad en el Centro de Investigación sobre Energía y Clima de Jülich (Alemania).

El calentamiento acelera la fotosíntesis pero también privará de agua a los árboles

Allí, gracias a algunos de los más avanzados sistemas de espectrometría de masas desarrollados en Jülich y en las universidades de Helsinki y Washington, se pudieron detectar por primera vez algunos de los compuestos ultravolátiles, que hasta ahora escapaban a la observación de los científicos porque se adherían de inmediato a las paredes de cualquier tubo o conducción a través de la cual se quisiera introducir en el instrumento en el que se examinaban las muestras.

“En un mundo más cálido, la fotosíntesis se hará más rápida gracias al incremento del dióxido de carbono en la atmósfera. Ella dará lugar a más vegetación y más emisiones de estos vapores”, señala el doctor Mikael Ehn, de la Universidad de Helsinki (Finlandia), otro de los firmantes del estudio, en el que también han participado especialistas del Instituto Leibniz de Investigación sobre la Troposfera (de Leipzig, Alemania), la Universidad de Copenhague (Dinamarca), la empresa estadounidense Aerodyne Research y la Universidad Tecnológica de Tampere (Finlandia).

Pero, a la vez, el aumento de las temperaturas medias o un menor suministro de agua, previsibles en muchas regiones debido al cambio climático, pueden hacer estresar a los árboles y llevarlos a emitir menos vapores, lo que anularía este efecto beneficioso.

En cualquier caso, los hallazgos realizados permitirán “mejorar los modelos informáticos de la atmósfera y reducir las incertidumbres en las predicciones del calentamiento global”, se felicita Andreas Wahner, director del IEK-8, el departamento sobre estudios de la troposfera de Jülich. Y está claro que “si usted entra en un bosque de pinos y éste huele a pino, es que está ayudando a mitigar el cambio climático”, señala Mikael Ehn. Mientras los populares ambientadores plastificados que se venden en los supermercados, aunque huelan de manera muy similar, hacen exactamente lo contrario.