Ni siquiera los estragos de los huracanes Harvey e Irma han convencido a Donald Trump de los peligros del cambio climático, y el que parece querer pasar a la historia como el presidente de los Estados Unidos que más ha perjudicado al medio ambiente –y el único jefe de Estado o de Gobierno mundial que ha anunciado que abandonará el histórico acuerdo de París para frenar el calentamiento global– se mantiene en sus convicciones anticientíficas y pretende cumplir sus promesas de desmantelar las notables acciones en favor del planeta aprobadas por su antecesor, Barack Obama.

Y, pese a todo ello, hay ecologistas que quieren dar su nombre a un gran bosque. Evidentemente, se trata de una ironía. Un grupo de jóvenes científicos y activistas de diversos países han puesto en marcha una campaña para lograr plantar 10.000 millones de árboles para el 24 de diciembre, cuando se colocaría el último, un árbol de Navidad, frente a la Casa Blanca. Con ellos se podría cubrir una superficie comparable a la del Estado de Kentucky (algo más de 100.000 kilómetros cuadrados, un poco más de la extensión de Castilla y León).

La campaña insta a financiar proyectos de reforestación en nombre del mandatario

Con ellos se podrían compensar los 650 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) que el país norteamericano emitirá a la atmósfera hasta 2025 si se confirma la decisión del presidente de incumplir los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París –reducir las emisiones un 26% respecto a las de 2005– y el actual Gobierno estadounidense desestima el Plan de Energía Limpia de la administración Obama, que pretendía la sustitución paulatina de las centrales eléctricas de carbón y gas y el impulso de las renovables. Por el contrario, Trump ha expresado su firme apoyo a la industria del carbón como una forma de salvaguardar "puestos de trabajo americanos", y no afirma que permitirá las prospecciones de hidrocarburos en parques naturales vetada por su predecesor.

"Trump ha declarado una guerra contra un clima saludable para la vida en la Tierra, así que estamos luchando contra él con un ejército de árboles. Cuantos más árboles plantemos, y cuanto más rápido lo hagamos, más rápido compensaremos la estupidez de Trump", afirma el glaciólogo Daniel Price, uno de los cofundadores del proyecto, surgido en marzo en Nueva Zelanda.

“Sólo un pequeño porcentaje del planeta ha votado por Donald Trump, pero todos nosotros, y en todo lugar, tendremos que pagar las consecuencias de su ignorancia en relación al clima”, explica Adrien Taylor, otro de los impulsores de la iniciativa, para quien "la gente como Trump son dinosaurios ignorantes que no deben tener lugar en la política de este siglo".

"Hagamos la Tierra grande otra vez"

Para ello se ha abierto una campaña de recogida de fondos, que a fecha de 3 de setiembre había recaudado 82.735 dólares (casi 70.000 euros) de 2.379 donantes, suficientes para plantar 657.199 árboles, se informaba en la web de la misma, presidida por el lema Cuando la ignorancia planta árboles, aunque también emplean, parodiando el eslogan electoral del magnate elegido presidente del país más poderoso del mundo el pasado noviembre, "Hagamos la Tierra grande otra vez".

En realidad, el Bosque Trump no tendrá una ubicación física única. Estará repartido por todos los continentes. Las personas que deseen sumarse al proyecto están invitadas a financiar cualquier iniciativa de reforestación en cualquier parte del planeta –eso sí, siempre a nombre de Donald Trump– y posteriormente comunicarlo a los organizadores de la campaña –y enviarles el recibo– para que puedan contabilizar su aportación y hacerla aparecer en el mapa global del Bosque Trump.

La India bate un récord con 66 millones de ejemplares plantados en 12 horas

Si lo desean, también pueden llevar a cabo una aportación económica sugerida por los impulsores del Bosque Trump a The Eden Project, una organización sin ánimo de lucro con sede en Glendora (California, Estados Unidos) que pretende conseguir plantar 100 millones de árboles anuales en 2020 para combatir los efectos del cambio climático y dar con ello empleo a decenas de miles de personas en países en desarrollo.

Actualmente desarrolla proyectos de reforestación en Nepal, Haití (que solamente tiene un 2% de su superficie cubierta de árboles), Etiopía (donde el 98% de las zonas forestales han sido destruidas en los últimos 50 años) y Madagascar (que solamente conserva un 10% de sus bosques originales), contratando para ello a granjeros locales que de esta forma obtienen unos ingresos complementarios que les ayudan a salir de la pobreza. Si se hace una donación directamente a través de la página The Trump Forest, con cada dólar aportado (0,84 euros al cambio a primeros de setiembre) se podrán adquirir ocho árboles de manglar para Madagascar (en cuanto se logre eliminar la comisión por el uso las tarjetas de crédito, lo que están negociando).

Los impulsores de la campaña recuerdan a los escépticos que la India logró recientemente el increíble récord de plantar 66 millones de árboles en 12 horas, a lo largo del río Narmada, en el estado de Madhya Pradesh, mediante el trabajo de 1,5 millones de voluntarios, lo que está siendo verificado por los inspectores del Libro Guiness de los Récords para hacerlo constar en el mismo. El récord anterior lo tenía igualmente el país asiático cuando plantó en 2016 más de 50 millones de árboles en un día en unos 6.000 lugares del estado de Uttar Pradesh.

Las nuevas tecnologías llegan en ayuda de la reforestación, y una ingeniera australiana ha diseñado un sistema de plantación de árboles que podría ser más eficaz que ninguno otro empleado con anterioridad. Se trata de emplear drones capaces de escanear los terrenos en busca de los lugares más propicios para plantar árboles y luego sembrarlos lanzando sobre ellos miles de semillas. Este sistema, además, permitiría reforestar zonas inaccesibles para los seres humanos, como laderas muy escarpadas y valles muy profundos.

Su empresa, BioCarbon Engineering, que cuenta con el apoyo de los principales fabricantes de aparatos voladores no tripulados, trabaja desde Oxford (Reino Unido), Sidney (Australia) y Dublín (Irlanda) con un equipo internacional que incluye a un ex ingeniero de la NASA que trabajó en la búsqueda de vida en Marte.

Sus responsables afirman que el sistema es capaz de plantar 100.000 árboles en un día, que su tecnología permite evitar que ninguna semilla caiga donde no debe –zonas de roca, o inundadas, salvo en el caso de manglares– y que un sólo operario puede controlar hasta seis drones a la vez. La nueva tecnología se pondrá a prueba este mes intentando reforestar con una escuadrilla de ingenios voladores una zona de manglares del delta del Irawadi en Myanmar (antigua Birmania) donde el trabajo manual humano resulta especialmente penoso. 

Hacen falta árboles, y pronto. Según la ONU, la deforestación y la degradación forestal son las causantes del 17% de las emisiones mundiales de carbono, más que el total del sector mundial del transporte, y cada año se pierden 15.000 millones de árboles en el planeta, la mayor parte para despejar terreno para la agricultura con el fin de alimentar a una población global creciente. Hay que plantar ya.