Cada vez hay más gente repartiendo cosas por nuestras calles, desde ropa a teléfonos móviles, desde discos y libros a muebles o comida precocinada. Lo hacen en camiones, furgonetas, motos, bicicletas eléctricas o no, incluso en patinete. El comercio electrónico no para de crecer y el consumo, a menudo compulsivo, de aquello tan atractivo que se les ofrece en sus pantallas, bajo la promesa de una rápida entrega, es una tentación a la que sucumben a diario millones de personas en todo el mundo.

El indiscutible líder del sector, Amazon, proclama en su web que "Las compras en línea son intrínsecamente más amigables con el medio ambiente que el comercio minorista tradicional". Pero eso no está ni mucho menos tan claro. Habría que analizar caso por caso, y, aunque hay argumentos que apoyan esta afirmación, también los hay, y más que abundantes, que apuntan en sentido contrario. Lo que no admite discusión es que ir a pie a comprar productos de proximidad en el mercado o la tienda del barrio es la mejor opción para el planeta. Pero, dado que los otros modelos existen, vale la pena analizar cuál es el menos malo.

Más vehículos de reparto contrarrestan el menor consumo de energía en locales

Y hallar la respuesta es realmente complicado, ante las dispares conclusiones de los todavía contados estudios existentes, a menudo encargados por uno u otro sector de la distribución. Por de pronto, parece innegable que más compras por internet suponen más vehículos de reparto recorriendo más kilómetros por las ciudades, lo que da como resultado un incremento en las emisiones contaminantes. Y muchos más embalajes, a menudo absurdamente excesivos.

Pero también existen ventajas que permiten ahorrar energía y contaminación, como la desaparición de las tiendas físicas, con sus necesidades de electricidad, calefacción o refrigeración, transporte de sus empleados y desplazamientos, a menudo en vehículos particulares, de los clientes, especialmente cuando hablamos de grandes centros comerciales (a los que el nuevo modelo digital está condenando al cierre en cada vez más ciudades). Y eso sin contar con el impacto ambiental de la construcción misma del edificio. La pregunta es si una cosa compensa –ambientalmente hablando– a la otra.

Un estudio de Deloitte Consulting, ¿Afectan los comportamientos de compra a la sostenibilidad? de hace un par de años concluyó que la compra física tiene un impacto de un 7% menor al de la compra por internet medido en términos de huella de carbono, debido principalmente a la enorme necesidad de logística del comercio electrónico, su mayor cantidad de transporte y embalajes, y el elevado consumo energético de los servidores.

Menos envoltorios innecesarios

Entre sus principales conclusiones están la obviedad de que viajar al centro comercial en grupo reduce el impacto ambiental por producto comprado y que los embalajes para pedidos en línea (cajas de cartón corrugado, envoltorios de burbujas) tienen un superior impacto ambiental que las bolsas de plástico o papel que los consumidores se traen de las tiendas.

Pero también que el volumen de devoluciones en el comercio electrónico, que generan un mayor tráfico de vehículos, es mucho mayor: el 33% de los artículos adquiridos en línea se devuelve, frente a solamente el 7% en el caso de las compras realizadas de forma presencial ante un dependiente pudiendo ver y hasta tocar el producto antes de pagar por él. Hay que tomar en consideración que el estudio fue difundido por The Simon Property Group, que posee numerosos centros comerciales en todo el mundo. Su directora de sostenibilidad, Mona Benisi, afirma no sin razón que "en una época en que los consumidores exigen cada día entregas más rápidas, lo que requiere más recursos y combustible para cumplir, es probable que el impacto negativo de las compras en línea empeore”.

Un tercio de los artículos comprados online se devuelven, frente al 7% en la tienda

En cambio, la Universidad Carnegie Mellon (Pittsburgh, Estados Unidos), especializada en electrónica y robótica, llegó a la conclusión contraria: comprar por internet es menos dañino para el medio, porque se eliminan el impacto de la construcción y las necesidades de energía y del transporte individual del personal y la clientela de las tiendas físicas. También se reducen en gran medida los considerables consumos de papel y tinta del comercio tradicional. Y el impacto del transporte hasta el domicilio es menor que el mucho menos eficiente, energéticamente hablando, tráfico rodado de individuos acudiendo en sus coches particulares a efectuar sus compras semanales.

El Green Design Institute de esta universidad asegura que el comercio electrónico permite reducir hasta en un 35% el consumo de energía y las emisiones de dióxido de carbono. Pero en este caso hay que valorar también que el estudio se hizo en colaboración con el distribuidor minorista online Buy.com, con cuyos datos trabajaron los analistas. Aunque, "obviamente, la entrega en el mismo día y otras franjas de entrega ajustadas hacen que sea más difícil para la empresa de reparto combinar los envíos en un mismo vecindario, lo que aumenta la distancia recorrida por artículo y, en consecuencia, la huella de carbono", al igual que lo hacen las devoluciones, señala Patricia van Loon, investigadora de Viktoria Swedish ICT, un instituto sueco sin ánimo de lucro centrado en la movilidad sostenible.

Otro impacto positivo de internet sería que, gracias a plataformas como eBay, millones de personas venden artículos usados, principalmente ropa, libros y toda clase de elementos para el hogar, que antes de existir esta vía hubieran acabado en los contenedores de residuos. Esto ha permitido dotar de una vida útil más larga a muchos bienes de consumo, reduciendo el impacto de la fabricación de otros nuevos. Además, diversas compañías de transporte están apostando por el vehículo eléctrico para cubrir una parte de su red de distribución. UPS dispone ya de 1.500 furgones eléctricos, y DHL planea trabajar con el mismo sistema de movilidad. Tesla presentó recientemente un potente camión eléctrico. Aunque como siempre nada es blanco o negro antes de felicitarse habría que analizar el origen de la corriente que cargará sus baterías.

"Desafortunadamente, no hay una respuesta concluyente a la pregunta de si las compras en línea o en tiendas son mejores para el medio ambiente", admite la doctora Van Loon. "El comercio electrónico genera menores emisiones totales porque los viajes de los clientes se reducen considerablemente, pero cada situación es única, por lo que nunca se puede decir que el comercio electrónico sea siempre mejor para el medio ambiente", coincide Alexis Bateman, del Centro de Transporte y Logística del Instituto Tecnológico de Massachussets (Estados Unidos).