“El dinero importa, pero menos de lo que creemos y no en el sentido que pensamos. La familia es importante. También los amigos. La envidia es tóxica, como lo es el pensar demasiado en cualquier cosa. Las playas son opcionales. La confianza y la gratitud no lo son”. Estas eran las claves que el periodista estadounidense Eric Weiner identificó tras viajar por una decena de países de todo el mundo tratando de descubrir qué hace dichosos a los habitantes humanos del planeta para escribir su libro La geografía de la felicidad (2009).

En vísperas del Día Internacional de la Felicidad, que se celebra mañana 20 de marzo, la ONU acaba de hacer público su último Informe de la felicidad mundial, en el que concluye que Finlandia es el país cuyos habitantes están más cerca de ese estado de ánimo, si es que existe. Como viene sucediendo desde hace unos cuantos años, el podio está copado por las naciones nórdicas: la siguen Noruega, Dinamarca, Islandia y Suiza. A la luz de sus datos, parece evidente que el llamado modelo socialdemócrata escandinavo funciona.

Los países nórdicos copan los primeros puestos de la lista, y EE UU baja al 18º

Los habituales líderes de la clasificación solamente registran ligeros cambios de posición (Finlandia era quinta en 2017, con Noruega entonces al frente de la lista). Y precisamente en uno de estos países, en Dinamarca, en Frederiksberg, junto a Copenhague, tiene su sede el Instituto de Investigación sobre la Felicidad, una institución con varias décadas de trayectoria encargada de confeccionar este estudio para las Naciones Unidas.

Hasta no hace demasiado, a la hora de comparar el teórico bienestar entre unos países y otros, solamente se tenían en cuenta variables económicas: el Producto Interior Bruto, el crecimiento, la competitividad, las exportaciones, el desempleo, la inflación y los tipos de interés. Estos datos se plasmaban en una también teórica renta por persona –que a menudo no refleja las desigualdades reales, véanse casos como los de Qatar o Arabia Saudí– que se vinculaba directamente con una vida presuntamente mejor.

Pero no existe una relación directa entre riqueza y felicidad. Ni tan siquiera entre una economía boyante, aunque ayuda, y una vida mejor. Robert F. Kennedy, hermano del célebre presidente asesinado en Dallas, un político implicado en decisiones nada edificantes y él mismo procedente de una familia muy adinerada, dejó al menos una frase que merece ser enmarcada: “El PIB lo mide todo, excepto lo que hace que la vida valga la pena". El reino himalayo de Bután fue el primero en instaurar, en los años 70 del pasado siglo, un Índice de la Felicidad Bruta que tratando de abundar en esta idea contrapuso a la pobreza derivada de su autárquica economía. Pero no parece que los butaneses sean más felices pese a ser pobres: en el índice de la ONU se aproximan al puesto número 100.

Igualdad y educación son las claves

Según los expertos, lo que hace de Finlandia un país tan envidiable es que se trata de una sociedad transparente, segura e igualitaria con importantes políticas de apoyo social para quienes tienen problemas para seguir el ritmo. De hecho, el estudio destaca que los inmigrantes que logran establecerse en tierras finesas son también los más felices del globo (en el índice de este año se ha tenido en cuenta la situación de los millones de personas obligadas a dejar sus lugares de origen). En gran medida, los finlandeses (unos 5,5 millones de personas) son más felices porque confían en su modelo y en sus dirigentes, que pilotan con políticas progresistas y solidarias el estado más estable y mejor gobernado del planeta. Nada que ver con España.

A la hora de establecer el ranking, en el que analiza la situación en 156 países (de los 193 miembros de la ONU), se puntuaron aspectos como los ingresos, la esperanza de vida saludable, el apoyo social, la libertad, la confianza y la generosidad, así como, mediante encuestas, las percepciones de los ciudadanos sobre la corrupción, la generosidad y la libertad que se registran en su sociedad. Tomando en consideración todas estas variables, España, que solo supera a Finlandia en esperanza de vida (por un año), ha caído dos plazas, hasta la número 36, al nivel de Colombia y el estado caribeño de Trinidad y Tobago. Francia está la 23ª.

Los finlandeses confían en sus dirigentes y en su modelo social, transparente y solidario

Igualdad y educación son los dos pilares básicos sobre los que se sustenta el modelo finlandés: es uno de los tres países con menor brecha de género del mundo, y el segundo con menor desigualdad entre niños. Por lo que se refiere a la enseñanza, la mejor del orbe en el ámbito de la primaria y la tercera a nivel universitario según el Foro Económico Mundial (WEF, en sus siglas en inglés), es gratuita hasta el bachillerato y no existen las universidades privadas, lo que contribuye de forma indiscutible a la igualdad: es el cuarto país con menor índice de pobreza a nivel mundial.

La sanidad pública funciona con un sistema de copago, y solamente hay 140 policías por cada 100.000 habitantes (la mitad que en España, donde los que hay se consideran pocos). El WEF la considera el destino más seguro del mundo para viajar. El entorno ambiental también ayuda: se trata del tercer país con mejor calidad del aire del planeta y de largo el que conserva más bosques de Europa.

Del puesto 5 al 10 de la lista, siguen a los nórdicos los Países Bajos, Canadá, Nueva Zelanda, Suecia y Australia. Costa Rica, el primer país en vías de desarrollo que aparece bajando por la misma, ocupa un sorprendente 13º lugar, por delante de Alemania o el Reino Unido. Estados Unidos sigue en caída, hasta el 18º, cinco menos que antes de la era Trump, debido, según el estudio a “la obesidad, al abuso de sustancias y a las depresiones no tratadas”.

A la cola de la clasificación de humanos más dichosos se hallan los de Burundi, en África central, y los de hasta otros cinco estados –Ruanda, Yemen, Tanzania, Sudán del Sur y la República Centroafricana– que le acompañan en la zona baja de la tabla registran niveles de felicidad inferiores a los de Siria, que, como algunos de ellos, sufre una devastadora guerra desde hace siete años.

"En los países nórdicos en general, pagamos algunos de los impuestos más altos del mundo, pero hay un amplio apoyo social para eso porque la gente los ve como inversiones en calidad de vida para todos. La salud gratuita y la educación universitaria son un gran avance en lo que respecta a la felicidad”, afirma Meik Wiking, del Instituto de Investigación sobre la Felicidad autor del estudio para la ONU. "El PIB per cápita en Finlandia es más bajo que en los países nórdicos vecinos y es mucho más bajo que el de los Estados Unidos: los finlandeses son buenos para convertir la riqueza en bienestar”, destaca.

Cabecera de la clasificación del estudio / Imagen: ONU