El 59% de los grandes carnívoros y el 60% de los herbívoros de mayor tamaño del planeta están en peligro de extinción, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La situación es especialmente dramática en el África subsahariana y el sudeste asiático, ya que es allí donde se encuentra la mayor diversidad de grandes mamíferos ─en Europa acabamos con casi todos ellos hace años─. Estos son los datos que ponen sobre la mesa 43 expertos en vida salvaje de los cinco continentes en un estudio publicado en la revista BioScience con el objetivo de generar un debate en torno a la problemática e impulsar acciones para salvarlos. 

La desaparición de algunas especies dañaría la economía de muchas regiones

Ven gravemente amenazado su futuro animales tan poco conocidos como el órix de cuernos de cimitarra o especies más familiares como los elefantes, los rinocerontes y los grandes felinos. Todos ellos son cruciales para el funcionamiento de los ecosistemas y, por tanto, para la misma humanidad, tal y como destacan los científicos. “En la medida en que valoramos la supervivencia humana, debemos valorar la supervivencia de los grandes animales”, esgrimen. Y van todavía más allá: “Tenemos la obligación moral de preservarlos”.

“Cuanto más miro las tendencias a las que se enfrentan los mamíferos terrestres más grandes del mundo, más preocupado estoy. Podríamos perder a estos animales justo cuando la ciencia está descubriendo lo importantes que son para los ecosistemas y los servicios económicos y sociales que prestan a la gente", afirma William Ripple, autor principal del estudio y profesor de Ecología en la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Estatal de Oregón (Estados Unidos). "Es hora de pensar realmente en su conservación, ya que la disminución de su número y hábitats se está produciendo muy rápidamente”, añade.

Además de los motivos ecológicos y éticos, la desaparición de estas especies podría también debilitar el desarrollo económico de algunas regiones, que basan su crecimiento en el ecoturismo. “El turismo basado en la fauna silvestre puede contribuir de manera significativa a mejorar la educación, la economía, la creación de empleo y los medios de vida humanos”, destacan los expertos.

Un solo superdepredador

Los científicos hacen un repaso a las causas que están detrás de la disminución de la megafauna, y todas tienen un punto en común: nuestra especie. El crecimiento exponencial de la población mundial, la deforestación, la expansión agrícola, la multiplicación del ganado y otras “formas de invasión humana” recluyen cada vez más a la megafauna en unos hábitats severamente degradado por la fragmentación y la reducción de recursos.

Por si fuera poco, hay que añadir la caza excesiva de animales por mera diversión, o por su carne, presuntas cualidades medicinales o para emplearlos como adornos, en la que incurren tanto individuos y gobiernos como organizaciones criminales y terroristas. De hecho, el tráfico ilegal de animales es una de las actividades más lucrativas del planeta, con un volumen de negocio anual de entre 8.000 y 10.000 millones de dólares (entre 7.000 y 8.800 millones de euros), según estimaciones de la ONG Traffic en las que no se incluyen ni la pesca ni la madera.

Los humanos matamos nueve veces más grandes carnívoros que ellos entre sí

Actualmente, el ser humano es la única especie del planeta Tierra que puede ser considerada superdepredadora, según un estudio publicado en agosto por la revista Science. El profesor Chris Darimont, de la Universidad de Victoria (Canadá), y su equipo analizaron 2.125 especies de depredadores de diferentes partes del mundo, tanto en entornos marinos como terrestres. La conclusión a la que llegaron es que los humanos explotan las poblaciones de peces adultos de forma 14 veces más intensiva que los mayores depredadores marinos y cazan y matan a grandes carnívoros terrestres nueve veces más de lo que ellos lo hacen entre sí en la naturaleza.

"Nuestra perversamente eficiente tecnología de caza y pesca, los sistemas económicos globales y la gestión de recursos que da prioridad a los beneficios a corto plazo han convertido a la especie humana en un superdepredador único en el planeta", afirma Darimont. "Nuestros impactos son tan extremos como nuestro comportamiento y el planeta padece la carga de nuestro dominio depredador", añade.

Por todo ello, los autores de la investigación pretenden dar un toque de atención a la comunidad internacional: han emitido una declaración en la que exigen el reconocimiento de las amenazas, el cese de las prácticas nocivas, un compromiso mundial para la conservación y el reconocimiento de la obligación ética de proteger a los animales del planeta. Asimismo, recalcan que para hacer frente a la extinción masiva hace falta una política audaz, compromisos financieros de todos los países, principalmente de los más desarrollados, y cambios culturales, así como promover la convivencia en zonas donde hay conflictos entre los humanos y la vida silvestre. Ello contribuiría a evitar que muchas otras especies desaparezcan durante las próximas décadas. Unas reflexiones muy oportunas para hoy, 4 de octubre, puesto que se conmemora el Día Mundial de los Animales, que persigue celebrar la vida animal en todas sus formas.