Tras la huella de carbono, llega la huella hídrica. El cálculo de cuánta agua, el recurso más necesario para la vida, consume un país, una ciudad, una persona o un producto constituye el primer paso fundamental para preservarlo. Los resultados son a menudo sorprendentes: según datos de la organización Water Footprint Network (WFN), la producción de un kilo de ternera requiere de 15.400 litros de agua, un kilo de pan blanco de 2.500, una manzana de 150 gramos ha consumido 125 litros, una copa de vino español ha precisado de 195 litros y para que tomemos una taza de café se han necesitado 140 (para una de té, sólo 35).

El cálculo de la huella hídrica incorpora todo el gasto de agua, tanto directo como indirecto, que realiza un productor o un consumidor para hacer posible el disfrute de un bien material o un servicio. La producción de alimentos, papel o tejidos de algodón precisa de mucha más agua que la que utiliza la humanidad directamente para beber, lavarse, limpiar cosas o cocinar. Especialmente, de la que consumen los más de 780 millones de personas sin acceso al agua potable en el mundo según la Organización Mundial de la Salud.

Fabricar un par de pantalones vaqueros consume nada menos que 3.000 litros de agua

El concepto fue ideado por el catedrático y especialista en gestión del agua de la Universidad de Twente (Países Bajos) Arjen Y. Hoekstra. “El interés por la huella hídrica se origina en el reconocimiento de que los impactos humanos en los sistemas hídricos pueden estar relacionados, en última instancia, con el consumo humano y de que temas como la escasez o contaminación del agua pueden ser mejor entendidos y gestionados considerando la producción y cadenas de distribución en su totalidad”, afirma.

A la hora de calcular la huella hídrica de un producto, los expertos distinguen entre tres fases del ciclo hidrológico, que identifican con unos colores del agua cuyo uso supone diferentes impactos y costes de oportunidad. La llamada agua verde procede de la lluvia almacenada en el suelo y consumida por las plantas a través de sus raíces. El agua azul proviene de masas de agua dulce permanentes como ríos, lagos y acuíferos. El agua gris es un indicador teórico de la demanda de calidad de agua basada en los estándares ambientales de la masa de agua receptora.

Así, en el caso de la cría de vacuno, la cifra total, que puede fluctuar dependiendo de la clase de explotación, la alimentación que se proporcione a los animales y el lugar donde se ubique, los más de 15.000 litros de agua por kilo de carne son en un 93% de agua verde, un 4% de azul y un 3% de gris. Para producir una pieza de algodón, el tejido natural más empleado en el mundo, las proporciones medias son de un 54% de verde, un 33% azul y un 13% gris.

Agua virtual

Fabricar un par de pantalones vaqueros en España puede consumir nada menos que 3.000 litros de agua, según calculó un grupo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) en un estudio publicado hace un año en la revista Journal of Cleaner Production (Revista de producción más limpia). Según el trabajo Una evaluación de la huella hídrica de unos pantalones vaqueros: La influencia de las políticas agrícolas en la sostenibilidad de los productos de consumo, analizando el consumo de agua desde la producción de la materia prima, el algodón, hasta el producto manufacturado final, un pantalón tejano precisa de entre 2.130 y 3.078 litros de agua.

Por lo que se refiere a los consumos nacionales, la huella hídrica de China, la mayor del mundo en términos absolutos, alcanza los 1.070 metros cúbicos por persona y año, aunque un 10% de la misma se registra fuera de sus fronteras. La del Japón, de 1.360 metros cúbicos per cápita anuales, revierte en un 77% fuera del archipiélago, y la huella de los estadounidenses, nada menos que de 2.840 metros cúbicos por cabeza, se imprime en una quinta parte fuera de su territorio nacional, con la cuenca del Yangtsé, en China, como el lugar donde se registra la mayor parte de este impacto foráneo, ya que de allí proceden grandes cantidades de productos consumidos en los Estados Unidos. En la India, es de 1.089, cuando el promedio mundial es de 1.385 metros cúbicos.

No existe un consenso absoluto sobre la manera de calcular la huella hídrica

El promedio anual de huella hídrica global de la humanidad en el periodo 1996-2005 fue evaluada por Hoekstra en unos 9.087 Gm3, en un 74% verde, un 11% azul y un 15% gris. La inmensa mayor parte, un 92% de esta agua, la dedicamos a la producción agrícola y ganadera, con las carnes y los cereales como productos que más agua precisan.

El hecho de que los productos agrícolas e industriales viajen de un extremo al otro del mundo ha motivado la creación del concepto de agua virtual, que es aquella que se gasta en un país para producir algo que se consumirá en otro. El volumen total de agua virtual relacionada con los flujos internacionales de comercio fue de 2.320 Gm3/año (68% verde, azul 13%, 19% gris). Estados Unidos, China, India, Brasil, Argentina, Canadá, Australia, Indonesia, Francia y Alemania son, en orden decreciente, los responsables de más de la mitad de las exportaciones de agua virtual del mundo.

No existe todavía un consenso absoluto sobre la manera de calcular la huella hídrica. Diferentes herramientas arrojan distintos resultados para el mismo producto o país. Para homologar los criterios ha nacido el estándar de certificación ISO 14046, redactado tras cuatro años de trabajos por un equipo de 40 expertos internacionales.

La norma de la Organización Internacional para la Estandarización (ISO, en sus siglas en inglés) entró en vigor a finales de julio y se prevé que en breve sea incorporada a la normativa española. De que la humanidad se conciencie sobre la necesidad de conservar este recurso tan vital como escaso y finito depende que todos estos documentos no se conviertan en papel mojado.