La minería es uno de los pilares de la economía gallega. Galicia, según datos de la Xunta, es actualmente la cuarta comunidad autónoma española en producción minera con más de 500 explotaciones activas. El sector da empleo directo a más de 7.000 personas y factura más de 700 millones de euros al año, el 1,5% del Producto Interior Bruto gallego.

El gobierno pretende autorizar nuevas explotaciones y reabrir otras antiguas para seguir potenciando dicha actividad económica. El proyecto más inminente es el de la mina de Corcoesto, situada en el municipio de Cabanas de Bergantiños (A Coruña), cuyo oro ya fue explotado por los romanos, y posteriormente por los ingleses en el siglo XIX.

Ahora, los derechos de explotación de la citada mina, sellada desde el año 1970, pertenecen a la empresa canadiense Edgewater Exploration, que afirma haber identificado siete importantes vetas del preciado metal.

La compañía, que mantendrá la actividad durante 13 años –ocho de ellos de extracción–, calcula que podrá extraer poco más de un millón de onzas de oro al año (unas 30 toneladas). La onza troy, la unidad de referencia del metal, que equivale aproximadamente a 31 gramos, se cotiza actualmente cerca de los 1.387 dólares estadounidenses (1.067,83 euros).

El plan de Edgewater Exploration, cuya filial galaica es la empresa Mineira de Corcoesto, superó el pasado diciembre el escollo ambiental tras la aprobación preceptiva de la Xunta, pero todavía no tiene la licencia definitiva del Ministerio de Industria para poder empezar a explotar el yacimiento.

Los opositores al proyecto denuncian que el mismo generará 17 millones de toneladas de residuos

El gobierno gallego y la empresa han defendido la iniciativa como una buena medida para frenar la sangría de desempleados que azota la economía de la zona. La compañía afirma que creará 271 puestos de trabajo directo, el 80% para personas sin preparación específica. Y ya ha empezado la selección.

Para diversas asociaciones ecologistas y algunos colectivos vecinales, como la plataforma social Salvemos Cabana, no es oro todo lo que reluce. La explotación de la mina, que generará más de 17 millones de toneladas de residuos durante su vida útil, dejará su huella en el paisaje gallego con productos tóxicos como el arsénico y el cianuro de sodio.

La minería a cielo abierto remueve la capa superficial del terreno para hacer accesibles los extensos yacimientos del oro, disperso en partículas minúsculas. Así, para obtener la materia prima, hay que romper la montaña con dinamita y triturar la piedra –momento en el que se libera arsénico– y someterla a un largo proceso en el que se recurre a la técnica del lavado con cianuro de sodio –sustancia química con efectos perjudiciales sobre la salud humana, prohibida en algunos países–.

Según denuncia el presidente de la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN), Serafín González, "por cada kilogramo de oro obtenido se consumirán 128 kilos de cianuro de sodio y se generarán 4.000 toneladas de residuos que contendrán 250 kilos de arsénico".

Peligro para la salud

Diferentes investigaciones, como el estudio recogido por la SGHN Niveles genéricos de referencia de metales pesados y otros elementos traza en suelos de Galicia  elaborado por investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela por encargo de la Xunta de Galicia, constatan la elevada concentración de arsénico en la zona donde se pretende reabrir la mina, consecuencia de la explotación de la misma tiempo atrás.

Por su parte, el gobierno gallego asegura que la presencia de dichos niveles del metaloide tiene un origen natural, derivado de la propia composición de los suelos, y que no es atribuible a actividades mineras antiguas. Ésta es la conclusión que ha quedado registrada en el Estudio de Impacto Ambiental de finales del pasado año sobre el proyecto de Corcoesto.

Otra empresa canadiense pretende extraer coltán de una explotación abandonada en Ourense

El presidente de la SGHN ha empezado una recogida de firmas bajo la campaña Salvemos Galicia de la megaminería con el objetivo de presionar a la Xunta para que no permita la explotación del yacimiento de oro ya que, según considera, la misma tendría consecuencias perjudiciales para la salud humana y el medio ambiente. Asimismo, recuerda las catástrofes ecológicas como la de Aznalcóllar (Sevilla), junto al Parque Nacional de Doñana en 1998.

"Ahora, con la excusa de la crisis y el reclamo de unos cuantos puestos de trabajo durante unos pocos años, la Xunta quiere permitir que la codicia de las empresas mineras convierta toda Galicia en una gran mina a cielo abierto, arrasando nuestro patrimonio natural, cultural y paisajístico, contaminando el entorno y poniendo en riesgo la salud de las personas", explica en un comunicado.

De hecho, el de Corcoesto no es el único futuro proyecto de megaminería en Galicia. La empresa, también canadiense, Pacific Strategic pretende reabrir la mina de la aldea Penouta, en el municipio orensano de Viana do Bolo, para comercializar tantalio, que se extrae del coltán, un mineral compuesto por columbita y tantalita. El 80% de las reservas mundiales de coltán están en la República Democrática del Congo, donde su elevado valor y la ambición por conseguirlo están detrás de años de conflicto armado.

El tantalio es un elemento químico estratégico empleado en la fabricación de condensadores electrolíticos, parte esencial de los dispositivos electrónicos compactos como ordenadores portátiles, móviles y armas teledirigidas.

La mina de Penouta fue expropiada en 1983 por el Estado al holding Rumasa y desde entonces se convirtió en una escombrera. Ahora, la compañía transnacional se ha comprometido a explotar los residuos ya triturados. La firma calcula que se podrían extraer unas 990 toneladas de tantalio, cuyo precio en el mercado ronda los 200 euros por kilogramo. La SGHN ya ha advertido de que la zona está localizada en un espacio protegido con un importante valor ambiental por lo que pide a la Xunta "rigor y seriedad".