Emoción hasta el último momento. El ecologista Alexander Van der Bellen ha ganado la segunda vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el domingo en Austria por la mínima: consiguió el 50,3% de los votos frente al 49,7% obtenido por su contrincante, el ultraderechista y euroescéptico, Norbert Hofer, unos 30.000 votos de diferencia. Austria se convierte así en el primer país del mundo con un jefe de Estado ecologista, ya que aunque Van der Bellen se ha presentado como independiente, fue líder de Los Verdes durante más de una década y ha contado con el apoyo del partido.

Aunque carece de poder ejecutivo, el cargo puede disolver
la cámara baja

De izquierda liberal y comprometido con la Unión Europea, Van der Bellen, de 72 años, quiere ser el presidente de todos los habitantes de Austria. Defiende una “Austria abierta y europea” y es contrario a endurecer los requisitos para obtener el asilo político, aunque cree que es necesario un mayor control para que el país pueda integrar a los migrantes. Su candidatura ha recibido el apoyo de los intelectuales y del mundo de la cultura.

Este fumador empedernido y en el pasado amante de los coches es hijo de refugiados. Su familia escapó de Rusia en 1917 a causa de la revolución bolchevique y se instaló en la región austríaca del Tirol, donde vivió hasta cumplir los 33 años. A esa edad se trasladó a Viena para iniciar una carrera universitaria que le llevó al puesto de decano de la Facultad de Ciencias Económicas

En política, fue miembro del Partido Socialdemócrata, pero se pasó a Los Verdes a causa de su especial sensibilidad por las cuestiones ambientales y los derechos humanos. Fue elegido para el Parlamento por dicho partido en 1994, y desde 1997 a 2008 fue su portavoz. Ahora, como jefe del Estado ganará unos 24.000 euros netos al mes y tendrá sobre todo atribuciones representativas, pero también el poder de disolver la cámara baja.

El voto por correo

No sólo hay que destacar la victoria de un activista del medio ambiente. Van der Bellen ha derrotado, aunque por los pelos, al candidato del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), Norbert Hofer, que está ideológicamente en las antípodas del presidente electo. De discurso populista y xenófobo, este ingeniero aeronáutico de 45 años arremete contra el establishment, la migración –que vincula directamente con el aumento del paro y la criminalidad–, la prestación social a extranjeros o el matrimonio entre personas del mismo sexo. El lema de su programa era "Austria y los austríacos primero".

Convencido euroescéptico, Hofer ansía volver al viejo modelo del estado-nación. Además, defiende la doble nacionalidad italo-austriaca para los habitantes de Tirol del Sur, una provincia italiana de la región de Trentino-Alto Adigio que fue entregada al país de la bota después de la Primera Guerra Mundial. Y se muestra contrario al acuerdo de libre comercio que la Unión Europea negocia con los Estados Unidos, el TTIP, al parecer el único punto en el que coincide con Van der Bellen.

Las formaciones xenófobas y populistas ganan terreno en la Unión Europea

Hofer partía con ventaja. En la primera vuelta, celebrada el 24 de abril, obtuvo el 35% de los votos, mientras que Van der Bellen se quedó en el 21,3%. El pasado domingo, en la segunda ronda, se produjo un empate técnico: Hofer contaba con 144.000 papeletas más en las urnas, pero faltaban por escrutar 900.000 votos por correo (el 14% del censo, todo un récord) que, finalmente, inclinaron la balanza a favor del líder ecologista. Éste ha ganado en la ciudad de Viena y en las regiones del Tirol, de Vorarlberg y de Alta Austria.

La república alpina ha quedado políticamente partida en dos. El desprestigio de las formaciones tradicionales y la crisis de los refugiados han conseguido polarizar a la sociedad. Por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial, los socialdemócratas y los democristianos, actuales socios en el Gobierno, se han quedado fuera de la carrera presidencial en un país de 8,5 millones de habitantes que el pasado año recibió cerca de 90.000 solicitudes de asilo. 

En Europa se respira, de momento, con alivio, pues la UE evita contar entre sus jefes de Estado con un euroescéptico y ultranacionalista. Pero, el resurgir y el avance de la extrema derecha son ya una realidad en muchos países europeos, como es el caso del Frente Nacional de Marie Le Pen en Francia o de Aurora Dorada en Grecia. La vieja ideología muta ofreciendo soluciones a una población harta de la crisis económica, política y social. La historia se repite. 

ACTUALIZACIÓN [1 de julio de 2016]
Las reñidas elecciones presidenciales de Austria de las que trata el artículo han sido anuladas por irregularidades en el recuento de votos. El Tribunal Constitucional ha ordenado repetir la segunda ronda del pasado 22 de mayo, en la que ganó el candidato ecologista Alexander Van der Bellen por la mínima. Todo parece indicar que se celebrarán de nuevo el próximo otoño.