Los comedores escolares son un asunto importante. Ninguna familia con hijos escolarizados negará esta afirmación. Pero gestionarlos no es tarea fácil. Aunque cualquiera con experiencia personal en la materia durante sus tiernos años de alumno tiene sus recuerdos en forma de lentejas incomibles y pescados escondidos en los bolsillos de la bata, es en los últimos años cuando la calidad de la comida escolar ha caído en picado.

El auge de las empresas de catering que han ido desplazando a las cocinas escolares a base de bajar precios ha venido acompañado de una pérdida en la calidad e incluso la cantidad de los menús de los niños.

La invasión de los caterings ha hecho bajar la calidad y la cantidad de los menús

En Escocia, el caso llegó a provocar un escándalo nacional a partir de las denuncias del blog de la menor Martha Payne. El caso se zanjó con la prohibición a la muchacha por parte del Ayuntamiento de que continuara haciendo fotografías a los menús que le servían en la escuela. En Estados Unidos, la colonización de los comedores escolares por los caterings ha sido vinculada por algunos expertos a una epidemia de obesidad infantil y juvenil que ha encendido las alarmas del propio Ejército, que rechaza cada año por su sobrepeso a miles de candidatos a alistarse.

Una asociación catalana ha decidido poner su grano de arena para frenar esta situación. La cocinera Nani Moré reconoce que tuvo que dejar su trabajo en un geriátrico descorazonada por la calidad de la comida que se ofrecía a los internos: “Cuando ves que tu no serías capaz de comerte aquello que ofreces, entras en una profunda contradicción ética. Y, tras meses de no poder dormir por las noches, abandoné el puesto”, explica.

A partir de la experiencia de Moré, se editó en 2012 el documental El plat o la vida (El plato o la vida en catalán), sobre el funcionamiento de los comedores de escuelas, residencias para mayores, hospitales y otros centros públicos, y su relación con la nutrición, la salud y la agricultura.

Producido por Claraboia, una cooperativa especializada en la realización de productos audiovisuales, la película fue financiada mediante una campaña de micromecenazgo a través del portal Verkami. En aquella ocasión, 73 mecenas aportaron 2.270 euros, 275 más de los solicitados, e hicieron posible que el documental viera la luz.

Hoy se ha optado por el mismo procedimiento para lanzar lo que podríamos considerar la continuación de la cinta. Pero, en este caso, la iniciativa presentada no consiste en editar un nuevo vídeo ni en denunciar el funcionamiento de la dieta en alguna institución concreta, sino de ofrecer una alternativa para aquellas escuelas y guarderías que deseen un modelo alimenticio diferente para sus alumnos.

Asesoramiento integral

El proyecto consiste en crear la Associació de Menjadors Ecològics (Asociación de Comedores Ecológicos), que promoverá ese modelo ecológico para los menús escolares por considerarlo “más saludable, educativo, sostenible y justo”.

Su plan de acción tiene como punto de partida crear un mapa de las escuelas con comedores de este tipo y de sus redes de abastecimiento para conseguir mejorar la eficiencia de la distribución, rebajar los costes y mejorar de esta manera la calidad de los alimentos.

También tienen previsto crear una plataforma de formación y asesoramiento integral para todos los actores que participan en el proceso en facetas tan variadas e imprescindibles como la programación de cultivos, el diseño y aprovechamiento de una huerta escolar, la formación para el personal de cocina y los monitores, los menús saludables, la gestión de costes y pedidos, los talleres para las familias, etc...

Su objetivo es transformar el comedor escolar de un espacio donde llenar –con más o menos éxito– los estómagos de los más pequeños a otro donde se pueda disfrutar del placer de probar nuevos sabores, hacerlo además de forma más equilibrada y saludable y aprender el origen y proceso de los alimentos que los pequeños consumen.

Para ello, cuentan con la colaboración de la revista digital Soycomocomo, especializada en la alimentación saludable y ecológica y acorde con los principios del movimiento Slow Food.

Entre 2.800 escuelas estudiadas, sólo 40 habían servido algún alimento ecológico

Un estudio sobre la soberanía alimentaria concluyó que de las 2.800 escuelas y guarderías que había en Cataluña en 2010, sólo 40 habían probado en el comedor algún tipo de alimento ecológico. Moré denuncia que los que llama “alimentos kilométricos” –y, por tanto, con menores propiedades nutritivas–, precocinados, congelados y de fuera de temporada son los que imperan en los menús escolares.

Siguiendo los criterios de la soberanía alimentaria y la cocina Kilómetro 0, su proyecto pretende aumentar la presencia en los platos de los escolares de productos frescos, de temporada y provenientes de la agricultura de proximidad, lo que, además, “permitiría una cocina acorde con las tradiciones y sabores de cada territorio”.

Se puede conseguir más información o colaborar con el proyecto desde su perfil en el portal Verkami. Una vez superado el ecuador de la campaña –tienen 40 días para conseguir los fondos y les quedan 16–, se han logrado recaudar 4.625 euros de los 7.160 necesarios, gracias a la aportación de 63 mecenas.

También es posible descargar el elaborado estudio con el que acompañan su propuesta y en el que han tenido en cuenta factores tan diversos como el equilibrio entre proteínas vegetales y animales, la lucha contra la obesidad infantil, la ampliación de la gama de sabores, la relación con los productores, la creación de huertos propios o el fomento de una agricultura ecológica.