¿Forma parte el medio ambiente de tus preocupaciones cotidianas?

Es una de mis constantes vitales desde que era niña, así que lo llevo incorporado en mi ser. Cuanto más conozco, más desconozco y más me preocupa y me ocupa. A veces, tengo que pensar en no obsesionarme y encontrar la medida justa de esta preocupación. Vivimos en un mundo diverso, cambiante, con grandes retos e incógnitas, es apasionante participar de la vida en el planeta.

¿Cuánto te preocupa de 0 a 10? (siendo 10 lo que más te preocupa en la vida y 0 algo que te tiene absolutamente sin cuidado)

Bueno, creo que con la respuesta primera ya lo he dicho todo: cada paso que doy lleva implícito el concepto de ecología y responsabilidad... sin exageraciones, claro, porque no me gustan los integrismos.

¿Cuál de estos problemas te preocupa más: el cambio climático, la contaminación ambiental y los residuos, la desaparición de las especies, el agotamiento de recursos del planeta, la destrucción de mares o bosques, o algún otro?

Por mi forma de vida occidental, creo que todo se basa, se centra o se resume en el consumo, en la forma que tenemos de consumir: desde los actos más cotidianos, como alimentarnos, asearnos o acudir al trabajo, hasta los más especiales, como viajar, comprar qué y dónde, o ocupar nuestro tiempo libre.

¿Sabes qué es el Protocolo de Kioto?

Para unos fue una esperanza de que desde la política se podía poner freno al ataque que está sufriendo el planeta desde muchos frentes. Para otros, un simple maquillaje, similar a lavarse las manos para expulsar la culpa. Ahora, con el tiempo, parece una gran mentira que pocos países siguen aplicando.

¿Qué acciones cotidianas realizas en favor del medio ambiente?

Mi vida está condicionada ahora a una forma de entender mi huella ecológica: cómo consumir. Intento equilibrar, así que reciclo, claro, pero antes de ello procuro que llegue lo menos posible a los contenedores. Me peleo en el mercado para que no me envasen los alimentos en bandejas de plástico, compro siempre que puedo directamente a los agricultores, cada vez comemos menos carne en casa, y cuando lo hacemos verificamos la vida que han llevado los animales antes de su sacrificio...

Soy también una seguidora del proceso arquitectónico que algunos profesionales están desarrollando para crear una vida más sostenible. Por eso soy socia de la revista EcoHabitar desde el principio de su publicación. Participo siempre que puedo en ferias ecológicas y, por mi trabajo de periodista y mis programas de ecología Vida Verda en catalán en Radio 4 y Vida Verde en Radio Exterior de España, divulgo el trabajo que muchas personas están haciendo en este campo.

¿Y en qué crees que podrías mejorar en este terreno?

¡En todo! Porque todavía queda mucho por hacer y a veces es difícil conseguir vivir sin que te miren como a un bicho raro. Mis temas pendientes son la energía y el banco. Pronto podré dejarlo un poco más arreglado, espero.

¿Sigues algún criterio social o ambiental a la hora de comprar?

Cuando hablo con mis hijas de la forma en que ahora compran los adolescentes, sin fijarse ni pensar que ese objeto vale lo que vale porque alguien no ha cobrado de forma justa su sueldo, porque las materias primas han sido recolectadas en monocultivos que han desplazado a pequeños campesinos, y porque los campos han sido fumigados con productos químicos de difícil desaparición, me responden que evitarlo es muy difícil.

Ahora buscan en tiendas de segunda mano y comienzan a aficionarse a encontrar ropa única, pero la publicidad, las marcas y el estilo de vida que se impone entre ellos es muy difícil de romper. Es cuestión de que esas grandes marcas comiencen a pensar en producir de otra forma, y parece que ya se está consiguiendo.

¿Tienes algún dispositivo de ahorro energético o fuente de energía renovable en tu domicilio o empresa?

Me encantaría. Como decía, la cuestión de la energía es mi asignatura pendiente. Lo intenté varias veces con las placas solares, pero el tema legislativo y jurídico era muy difícil de asimilar. Ahora hay nuevas vías, nuevas fórmulas; y en eso estamos. La moratoria del gobierno a las energías renovables me parece insostenible, aunque no se habla demasiado de ello, y yo creo que es un tema principal no sólo para nuestra calidad de vida sino también para nuestra economía.

¿Usas habitualmente el transporte público, te desplazas a pie o en bicicleta?

En la ciudad me desplazo siempre en bicicleta y, cuando no, uso el metro. Ahora comenzamos ya a tener una cierta tradición bicicletera, aunque también este tema es complicado: hay calzadas muy difíciles, se nos impide circular por la acera y nos jugamos el tipo en ciertas calles. Es una opción de resistencia.

¿Crees que el progreso económico tal y como lo conocemos es compatible con la sostenibilidad?

Desde luego que no. Debemos cambiar muchas cosas respecto al consumo y la economía. Y en eso hay que aplaudir el inicio de una corriente que cada vez está cuajando más, que es la Economía del Bien Común, que explica y promueve Christian Felber. Creo que es la única salida que nos queda, y no es tan difícil de asumir.

¿Colaboras con alguna organización que trabaje en favor del medio ambiente?

Participo de forma asidua en muchas actividades en este sentido e intento llevar mi forma de entender la relación con el planeta a mi lugar más cercano, así que defiendo el territorio que piso y cultivo y el mar donde me baño de la mejor forma que sé.

¿Realizas alguna actividad habitual profesional o de ocio en la naturaleza? ¿Cuál?

Aunque nos parezca que no nos es necesario, el contacto con la naturaleza es intrínseco en la vida del ser humano. Si se pierde cualquier eslabón de la cadena que lleva a nosotros como especie nos altera y nos cambia, eso desde luego. Así que intento acercarme al verde todo lo que puedo, ni que sea respirando el aire del descampado que hay cerca del trabajo y donde la hierba vuelve a crecer después de haber levantado el cemento. Si el futuro de la humanidad son las ciudades, debemos comenzar a pensar en ellas como bosques. En eso andamos.