Solamente en el primer cuatrimestre del año ya ha ardido en España casi la mitad de monte que en todo 2016. De hecho, en apenas dos semanas de abril ardieron 16.700 hectáreas, que elevaron el total quemado del año hasta el 30 de ese mes a 28.382. En todo 2016 fueron 65.816 las que resultaron arrasadas por el fuego, según datos del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.

El año pasado estuvo bastante por debajo de la media en número de incendios forestales de las últimas décadas. A lo largo de los 12 meses se registraron 2.338 incendios y 6.479 conatos, un total de 8.817 siniestros, cuando la media del decenio 2006-2015 fue de 8.662 conatos, y 4.464 incendios anuales, en total 13.126 fuegos. Las cifras de 2016 fueron similares a las de los mejores años del decenio, que fueron 2013 y 2014.

El 82% de la superficie arrasada en primavera se concentra en el Cantábrico

Igualmente, el año anterior estuvo por debajo de la media en lo que se refiere a superficie afectada. En 2016 se quemaron 65.816,69 hectáreas –la media anual era de 100.957,54– de las que 23.173,92 fueron de superficie arbolada –la media era de 32.102,06– y el resto de monte bajo, matorrales y zonas de cultivo. En 2015 habían sido 111.000 hectáreas, casi el doble. Pero el número de grandes incendios, los de más de 500 hectáreas, sí registró en 2016 un dato peor: fueron 22, frente a 14 en 2015. Y siendo menos del uno por ciento del total de siniestros, se llevan por delante la mitad de la extensión total quemada.

Afortunadamente, aunque cualquier destrucción de entorno natural siempre resulta negativa, la mayor parte de lo perdido en lo que llevamos de año, alrededor de las tres cuartas partes, no fue de arboleda, sino de matorral. Y la mayoría se concentró en el norte de la península, en teoría la España húmeda, donde en apenas 15 días del mes pasado se registraron más de 650 fuegos, en su mayor parte en territorio asturiano y gallego. En Asturias se contabilizaron hasta finales de abril 254 siniestros, y en Galicia otros 380.

La España húmeda

El noroeste peninsular ha acumulado entre enero y abril el 62,35% de los incendios y el 81,98% de la superficie forestal (que incluye la arbolada y la no arbolada) quemada, mientras las comunidades interiores aportaron el 15,66 del total arrasado y el normalmente seco Mediterráneo únicamente el 2,36%. Canarias, donde se registraron algunos conatos, no perdió ni una hectárea a causa del fuego.

Las zonas de monte bajo quemadas se convertirán ahora en pastos aprovechables para la ganadería extensiva, al amparo de la reforma de la ley de Montes, modificada por el Gobierno en 2015, que desde entonces ya no obliga de forma estricta a que pase un tiempo de regeneración natural antes de permitir que los campos quemados sean aprovechados por los ganaderos.

La Guardia Civil relaciona la oleada con la nueva legislación de Montes

Peor aún, la norma permite la recalificación de la zona quemada, que hasta ahora prohibía construir en ella durante un periodo de 30 años. “Con carácter excepcional, las comunidades autónomas podrán acordar el cambio de uso forestal cuando concurra un interés general prevalente”, reza la normativa que modificó la Ley 43/2003, de 21 de noviembre, ya modificada parcialmente en 2006, que prohibía cambiar la catalogación de la superficie calcinada durante tres décadas con el fin de disuadir a posibles pirómanos impulsados por motivos de especulación urbanística.

La legislación de Montes asturiana establece en su artículo 66 un plazo mínimo de un año para que un terreno calcinado se mantenga cerrado a los rebaños. Pero la reforma de la ley permitió a las comunidades autónomas avanzar la autorización para el pastoreo mediante "una autorización expresa".

El coronel jefe de la Guardia Civil en Asturias, Javier Almiñana, insinuó una posible relación de la oleada de incendios con el fin del plazo legal que exigía la regeneración de campos quemados al señalar que "con la modificación de la norma ahora se pueden explotar los pastos una vez quemados, cosa que antes no se podía". Asturias tiene un potente sector ganadero y en su territorio vive una cabaña de 638.000 vacas criadas para la producción de carne o de leche.

Los ecologistas asturianos coinciden en el diagnóstico. "Somos la única comunidad autónoma de toda España donde no se impide la entrada de reses en las zonas incendiadas", critica la plataforma Por los acotamientos, y "mientras que el resto del Estado está consiguiendo bajar el número de incendios, en Asturias seguimos la tendencia contraria". "Ahora los autores de los incendios saben que no van a sufrir ningún tipo de perjuicio por quemar un monte porque sus reses van a seguir pastando en ellos sin ningún tipo de restricción", sostiene Fructuoso Pontigo, de la Coordinadora Ecoloxista.