Dinamarca aspira a convertirse en el primer país del mundo que solamente produzca alimentos ecológicos. Ya en la actualidad, el país escandinavo, de 43.000 kilómetros cuadrados (sin contar Groenlandia) y 5,6 millones de habitantes, es el que tiene el mayor porcentaje de consumo de esta clase de productos en el planeta: un 8% de lo que comen los daneses ha sido generado sin emplear productos químicos, según los datos de la asociación Organic Denmark, que agrupa a productores, comercializadores y consumidores y cuenta en sus filas con 180 empresas.

La cifra supera ampliamente el 6,5% de Austria, el 6,3% de Suiza y, ya a mucha mayor distancia, el 3,9% de Suecia, el 3,7% de Alemania o el 2,4% de Francia. Pero el objetivo de los daneses va mucho más allá. El año pasado, el Ministerio de Alimentación, Agricultura y Pesca anunció un ambicioso plan de 67 puntos, al que destinó en el presupuesto de 2015 una partida de 400 millones de coronas (unos 53,6 millones de euros), con el que pretende duplicar en 2020 la superficie destinada a la agricultura ecológica en el país respecto a la que tenía en 2007.

Los daneses son ya líderes mundiales en consumo de comida orgánica, con un 8%

Los daneses acreditan ya una larga trayectoria en la producción de alimentos ecológicos. El suyo fue el primer país del mundo en regularlos: el logo nacional para los productos de este tipo se creó hace 25 años y según las encuestas es conocido por el 97% de los ciudadanos. Las ventas han aumentado un 80% desde 2003, con la harina de avena, las zanahorias, la leche y los huevos como los más demandados, precisa Organic Denmark. El mercado nacional generó una facturación de 829 millones de euros en 2014. Y desde 2007, el año tomado como referencia para el plan gubernamental, los agricultores y ganaderos daneses que no emplean agrotóxicos han duplicado sus exportaciones.

Durante los próximos años, hasta 2018, las autoridades danesas destinarán más de 3,3 millones de euros a promocionar el consumo de productos ecológicos en el país. Además, se simplificarán las reglamentaciones que afectan a los mismos (los trámites para el reconocimiento y homologación de explotaciones serán más sencillos y rápidos, y se alargarán los contratos de arrendamiento de las tierras) con el fin de incentivar la producción, se exigirá la misma en los terrenos de titularidad pública y se subvencionará a los agricultores que decidan emprender la transición del modo de producción actual al orgánico con una ayuda de al menos 117 euros por hectárea y año (que los dos primeros años de actividad podrán llegar a los 161 euros).

Impulso desde el sector público

Otros ocho millones de euros serán invertidos también hasta 2018 en medidas para conseguir que las instituciones y empresas públicas incrementen el consumo de productos ecológicos. "El sector público tiene que marcar el camino", asegura el ministro Dan Jørgensen. Uno de los objetivos del plan es que el 60% de los alimentos que se consuman en 2020 en los comedores y cafeterías de escuelas, guarderías, hospitales y otros centros dependientes de las administraciones estatal, regionales y locales tengan esta procedencia. Entre todos ellos, sirven ahora unas 800.000 comidas al día.

Una buena parte de estos menús son elaborados en los comedores de las instalaciones militares, donde se consumen 1,1 millones de kilos de alimentos al año. Y el Ministerio de Defensa se ha comprometido a que el porcentaje de comida ecológica en los platos de la tropa se incremente paulatinamente (en la actualidad llega ya al 40% en algunos cuarteles). Por su parte, el ministerio de Educación diseñará contenidos dedicados a difundir la importancia de la agricultura ecológica en las escuelas de primaria y los institutos de secundaria, y desarrollará programas para promover una alimentación sana entre el alumnado.

En apenas cinco años se ha reducido el despilfarro alimentario en una cuarta parte

Porque las campañas de concienciación parecen funcionar en el país nórdico: en cinco años, se ha conseguido recortar en un 25% el desperdicio de alimentos, cifrado en 700.000 toneladas anuales, con la ayuda de entidades como Stop Spild af Mad (Stop al derroche de comida, en danés) o iniciativas como el supermercado WeFood, que vende en un barrio de renta baja de Copenhague la comida que las grandes superficies convencionales no consiguen colocar, y lo hace a precios entre un 30% y un 50% más baratos.

Dinamarca sigue así las recomendaciones de los especialistas en alimentación asesores de las Naciones Unidas. Las plantaciones ecológicas locales de pequeño tamaño, que pueden proporcionar productos variados, frescos, de proximidad, libres de contaminantes y asequibles son la mejor manera de alimentar al mundo sin comprometer el futuro del planeta, según las conclusiones del informe Trade and Environment Review 2013: Wake Up Before it is Too Late (Comercio y medio ambiente 2013: Despertar antes de que sea demasiado tarde), publicado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).

Y el país escandinavo confirma con ello su papel pionero a nivel mundial en el ámbito de la defensa del medio ambiente, plasmado con iniciativas como la que pretende convertir a su capital, Copenhague, de algo más de medio millón de habitantes, que superan el millón si se cuenta la población del conjunto de su área metropolitana, en la primera gran urbe neutral en carbono del planeta. O con el objetivo del Gobierno de lograr que toda Dinamarca, que es líder internacional en eólica y biomasa, se abastezca únicamente de energías renovables en 2050. A finales de esta década, si se cumplen los planes, ya deberían cubrir un tercio del consumo.