Los fertilizantes son uno de los grandes y más desconocidos causantes del calentamiento global. Un reciente informe de la ONG Grain pone de manifiesto que las compañías que los producen se han apropiado de las negociaciones globales sobre cambio climático y agricultura, en las que influyen de manera notable para defender sus intereses. Su responsabilidad en la emisión de gases de efecto invernadero provenientes de la agricultura es tal que Grain no duda en calificarlas como "las Exxons de la agricultura", por ser el equivalente a las petroleras en el mundo alimentario.

Recientes estudios citados por esta organización destacan que los productos de estas compañías pueden ser responsables de hasta el 10% de la emisión global de gases con efecto invernadero, es decir, el equivalente al total de emisiones procedentes de todos los automóviles y camiones que circulan por Estados Unidos. A ello habría que añadir los daños causados en los cursos de agua, en los suelos y en la capa de ozono.

Causan hasta el 10% de la emisión global de gases con efecto invernadero

De hecho el estudio demuestra que la incidencia de los fertilizantes en el cambio climático, de manera general, es poco comprendido y subestimado en extremo. Además de los factores ya indicados, de su impacto una vez ya aplicados en los campos, Grain señala que la producción de fertilizantes, en especial de los nitrogenados, requiere de una enorme cantidad de energía.

Según algunos cálculos, la producción de fertilizantes es responsable del 1 al 2% del consumo global de energía, y emite la misma proporción de gases con efecto invernadero. Todo ello resulta más que preocupante si tenemos en cuenta que las previsiones apuntan a que la producción de fertilizantes nitrogenados crecerá alrededor de un 4% anual durante los próximos 10 años.

Los fertilizantes se obtienen en su mayor parte a partir del gas natural. Como consecuencia de ello, las grandes compañías productoras invierten ingentes cantidades en desarrollar la técnica de la fractura hidráulica (conocida como fracking), con el objetivo de disponer de una fuente de energía barata. En el proceso de la fractura hidráulica, que comporta riesgos para el medio ambiente y para las personas, se pierde entre un 40% y un 60% más de gas metano que en los pozos de gas natural convencionales. El gas metano es 25 veces más potente que el CO2 como gas de efecto invernadero.

Climáticamente inteligente 

De todo lo dicho anteriormente podría deducirse una exclusión de las compañías productoras de fertilizantes de las negociaciones internacionales sobre el cambio climático. Pero ocurre justamente lo contrario. Henk Hobbelink, coordinador de Grain, señala que los grandes productores, como la noruega Yara, “promueven un modelo de agricultura que está destruyendo el planeta y hacen todo lo posible por bloquear cualquier acción relacionada con el cambio climático que pueda dañar sus ganancias”.

Para proteger sus intereses, estas compañías se han infiltrado en los principales procesos de definición de las políticas globales sobre el clima y la agricultura, gracias a su trabajo en importantes grupos de presión, en sintonía con las grandes empresas agroindustriales y alimentarias. Probablemente el más importante de ellos es la Alianza Global para la Agricultura Climáticamente Inteligente, controlada mayoritariamente por compañías de fertilizantes, lobbies favorables al uso de fertilizantes y ONG asociadas. La Alianza se presentó en 2014, en la Cumbre del Clima de Naciones Unidas, como la principal plataforma de la comunidad internacional para la acción sobre el cambio climático y la agricultura.

Con la agroecología se puede terminar con los fertilizantes sin afectar a los rendimientos

Otra plataforma importante es el International Fertiliser Development Center (Centro Internacional de Desarrollo de Fertilizantes), dedicado a influir ante los gobiernos a favor del uso de fertilizantes y a promover técnicas de aplicación de los mismos adoptadas por el Banco Mundial y otras agencias internacionales definidas como “climáticamente inteligentes”. Asimismo, las compañías de fertilizantes se relacionan con centros de investigación de todo el mundo.

Este conglomerado de intereses ha acuñado el término “agricultura climáticamente inteligente” como respuesta al reto del cambio climático. Se trata de un concepto abstracto que presenta los fertilizantes y la participación del sector privado como soluciones al calentamiento global, pero que tiene sus detractores.

Como asegura el Premio Mundial de la Alimentación Hans Herren, las negociaciones internacionales son “controladas por las compañías de agronegocios, el Banco Mundial, Estados Unidos y otros gobiernos partidarios de la agricultura climáticamente inteligente. Quienes defendimos la agroecología, los sistemas alimentarios locales y la agricultura en pequeña escala, como la solución holística y en verdad amigable con el clima, fuimos simplemente expulsados del proceso”.

El informe de Grain concluye recordando que los agricultores de todo el mundo pueden terminar con el uso de fertilizantes, sin que ello afecte a los rendimientos, mediante la adopción de prácticas agroecológicas. Por tanto, recuerda Hobbelink, “podemos liberarnos fácilmente del uso de fertilizantes tóxicos. Esto debería comenzar cancelando la Alianza Global para la Agricultura Climáticamente Inteligente y sacando de las conversaciones de la COP21 (cumbre del clima de la ONU) de París de finales de año al grupo de presión en favor de la industria de fertilizantes”.