La mayor parte de la comida que consumimos recorre miles de kilómetros antes de llegar a nuestros platos como consecuencia de la globalización del sistema imperante de producción y distribución alimentaria. Como respuesta a este modelo, adicto al petróleo y nada sostenible, ha ido creciendo un comercio de proximidad, caracterizado por plantaciones locales, en su mayoría ecológicas, de pequeño tamaño. En La Haya, la capital política de los Países Bajos, se ha desarrollado el concepto a lo grande: el pasado 20 de mayo abría sus puertas el mayor invernadero urbano de Europa, que ofrece alimentos frescos y de proximidad.

La compañía suiza Urban Farmers (Granjeros Urbanos, en inglés), una empresa surgida de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, ha convertido un antiguo edificio de hormigón situado a cuatro kilómetros del centro de La Haya, en el UF002 De Schilde, una instalación con capacidad para producir 45 toneladas de verduras y 19 toneladas de pescado al año, que formarán parte del menú de 900 familias de la zona, además de abastecer a diversos restaurantes y a una escuela de cocina.

La instalación puede producir 45 toneladas de vegetales y 19 de pescado al año

El invernadero extiende por los 1.200 metros cuadrados de la azotea del edificio. En el piso situado inmediatamente debajo, una sexta planta, se desarrollará una actividad más novedosa si cabe: una piscifactoría urbana. En ella se crían tilapias, peces de origen africano con gran interés comercial para la acuicultura mundial por su rápido crecimiento y su adaptabilidad a toda clase de condiciones de reclusión. Según la ONU, más de dos tercios del pescado que consumiremos en 2030 en todo el planeta procederán de la cría en cautividad.

A pesar de estar en dos niveles diferentes, los peces y las plantas están bien conectados. Porque la instalación funciona por medio de un sistema de producción sostenible denominado acuaponía. Se trata de una combinación entre la acuicultura y la hidroponía, cultivo de plantas que las hace crecer sobre agua en vez de sobre tierra. Ambos sistemas se complementan creando un circuito cerrado: los excrementos de las tilapias, que viven apretujadas en una treintena de tanques, son convertidos en nitratos por bacterias y sirven para alimentar a las plantas que, a la vez, purifican el agua que posteriormente se reutilizará para la producción de peces. Este modelo permite, según la empresa, ahorrar hasta un 90% de consumo de agua.

Procesado y envasado 

Además del invernadero y la piscifactoría, el edificio albergará un centro de procesamiento y envasado de los alimentos producidos en el mismo. El inmueble que acoge esta novedosa experiencia fue construido en 1950 por el arquitecto Dirk Roosenburg y fue utilizado por la compañía electrónica Philips como fábrica de televisores y teléfonos. En 2013, el Ayuntamiento de La Haya puso en marcha un concurso en busca de ideas para aprovechar un edificio tan grande, abandonado y costoso de derribar.

El vencedor fue el proyecto de Urban Farmers, que pudo alquilar el espacio después de obtener financiación privada y un crédito de la Unión Europea. Así, la compañía helvética puso en marcha su segunda granja urbana, ya que la compañía tiene una en Basilea (Suiza) desde 2013. Ahora, buscan expandir el modelo por los Estados Unidos.

Los excrementos de las tilapias nutren a las plantas, que a su vez purifican el agua

Las granjas urbanas en azoteas han florecido en los últimos años en ciudades como Valencia, Berlín, Londres, Singapur, Tokio o Nueva York. Incrementan la cantidad de alimentos disponibles, que debido a la insuperable proximidad son extremadamente frescos, para las poblaciones cada día más grandes que se concentran en las áreas metropolitanas –para el año 2030, el 60% de los 9.000 millones de habitantes del planeta vivirá en ciudades–.

Estos proyectos de agrourbanismo van un paso más allá de los tejados verdes cubiertos por jardines destinados a mejorar el aislamiento térmico y la impermeabilidad de los edificios, favorecer la biodiversidad y proporcionar aire más limpio que se extienden desde los años 90 del pasado siglo en diversos lugares del mundo.

La agricultura urbana también se está extendiendo en los países en desarrollo en los que las ciudades crecen a un ritmo exponencial, y sirve, según la ONU, para generar empleo, reciclar residuos urbanos, crear zonas verdes y preparar a las urbes para enfrentarse a los efectos del cambio climático. La ONU calcula que 800 millones de personas en el mundo se dedican a ella. El campo vuelve a las ciudades que un día lo cubrieron de cemento.