El juicio celebrado la semana pasada en Valencia a un curandero por la muerte en 2013 de un joven de 21 años aquejado de leucemia que abandonó el tratamiento de quimioterapia para ponerse en sus manos, ha vuelto a poner de manifiesto el grave peligro para la salud que supone la proliferación de las pseudociencias en España y el contado número de casos en que las graves consecuencias de estas prácticas para los pacientes acaban ante la justicia.

Tal y como le exigió en 2017 la Audiencia Provincial, el Juzgado de lo Penal número 10 sentó en el banquillo al supuesto terapeuta José Ramón Llorente por un presunto delito de intrusismo y por haber interferido en el tratamiento médico del joven fallecido. La acusación particular, ejercida por el padre del fallecido, solicitó para el acusado una pena de dos años de prisión por un delito de intrusismo y cuatro años de prisión por delito de homicidio por imprudencia, así como una indemnización de 500.000 euros por daños morales en materia de responsabilidad civil.

Según el CIS, un 13% de los españoles dice preferir estas prácticas a la medicina oficial

Llorente, que carece, como reconoció ante el tribunal, del título de médico, trató al joven fallecido prescribiéndole un tratamiento a base de pastillas de la “nutrición ortomolecular” que dice llevar practicando desde hace 46 años. Por el mismo cobró al paciente 4.000 euros. En su declaración durante la vista, alegó que sólo ofreció al joven enfermo unas “pautas dietéticas complementarias”, y negó haberle impelido a abandonar la quimioterapia, algo que según dijo fue una decisión personal del paciente. La acusación particular le recordó que fue miembro del consejo asesor de la publicación Discoverysalud, en la que se han divulgado artículos contra la quimioterapia y a favor de tratamientos alternativos del cáncer como la ingesta de vitaminas C y B17.

Hace pocos días, un hotel de Barcelona acogía el autodenominado Congreso Internacional Un Mundo Sin Cáncer: lo que tu médico no te cuenta, cuya celebración provocó encendidas quejas de las organizaciones médicas y organizaciones científicas. En el mismo se defendieron tesis totalmente alejadas de cualquier verosimilitud y verificación cartesiana, muchas de las cuales vinculaban el cáncer con cuestiones anímicas y espirituales.

A modo de ejemplo, el curandero Txumari Alfaro, conocido por sus frecuentes apariciones en programas televisivos hace años, llegó a afirmar que el cáncer se produce cuando “mi cuerpo va a gritar lo que mi inconsciente ha callado”, Alfaro aseguró sin rubor que una mujer diestra que ha padecido la pérdida o el sufrimiento de un hijo desarrollará un cáncer en la mama izquierda, y viceversa. Y que la metástasis se debe a que el paciente tiene “conflictos diferentes”.

Sanación espiritual

Otro ponente, Antonio Jiménez, que se presentó como médico y es fundador de un centro de “medicina alternativa” en México, aseguró que “la quimioterapia y la radioterapia son una curita”, y aunque matizó por si acaso que “no estoy en contra al cien por cien porque como médico sé que hay ciertas indicaciones que tenemos que dar temporalmente” proclamó que siempre hay que tener en cuenta las “siete claves del cáncer”, entre las que situó la “sanación emocional y espiritual”.

Como prueba extrema de la falta de una postura clara de las instituciones en la lucha contra estas pseudociencias, el mayor organismo científico español, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), iba a prestar en setiembre a un congreso de pseudoterapias una de las salas del Real Jardín Botánico de Madrid, que iba ser el escenario de la reunión anual de la Asociación Española de Médicos Naturistas (AEMN), una entidad patrocinada, entre otros, por laboratorios homeopáticos que defiende todo tipo de terapias sin la menor base científica. Tras la publicación de la noticia en los medios, decidió anular de inmediato la cesión del local.

Según un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas del Gobierno (CIS), un 13% de los españoles dice preferir las “terapias alternativas” a la medicina tradicional. La Asociación de Profesionales de las Terapias Naturales (APTN-Cofenat), asegura que operan en el país 60.000 de ellos que "ejercen y pagan sus impuestos”, aunque, pese al constatable crecimiento del sector en los últimos años, sigue siendo la misma cifra que facilitaban en 2009.

Los usuarios de las pseudomedicinas suelen tener más dinero y nivel educativo

Y aunque es evidente que sus recetas no funcionan, hasta ahora no se había cuantificado su impacto negativo. Lo hizo la revista científica Journal of the National Cancer Institute, que publicaba el año pasado un estudio sobre las implicaciones para la supervivencia del recurso a las terapias pseudocientíficas presentadas como “medicinas alternativas” en el que se concluía que las posibilidades de fallecer en el caso de mujeres con cáncer de mama si se sustituía el tratamiento convencional por otros “alternativos” es de un 470% más.

Los de cáncer colorrectal tienen un 360% más posibilidades, y los de pulmón, un 150% más si dejaban de lado la cirugía, la quimioterapia, la radioterapia, la terapia hormonal o la inmunoterapia para acudir a quienes emplean “plantas, vitaminas, minerales, probióticos, medicina ayurvédica, medicina tradicional china, homeopatía, naturopatía, respiración profunda, yoga, taichí, chi kung, acupuntura, quiropráctica, osteopatía, meditación, masajes, oraciones, dietas especiales, relajación progresiva o imagen guiada”, enumera la lista de posibilidades detectadas el joven oncólogo estadounidense Skyler Johnson, de la Universidad de Yale, autor del estudio.

“Los pacientes interesados en las medicinas alternativas deberían ser advertidos del riesgo de muerte asociado a esta decisión”, explica el oncólogo, quien revisó junto a su equipo los casos de 560 pacientes tratados por la medicina oficial y otros 281 que prefirieron las terapias no científicas.

Las cifras son elocuentes, pero es que incluso podrían ser mucho más benévolas que la realidad, porque, según hacen notar los firmantes de la investigación, las personas que optan por las pseudomedicinas suelen tener más dinero y, aunque parezca una paradoja, mayor nivel educativo, dos factores que suelen conllevar una mayor tasa de supervivencia, y porque la base de datos utilizada para el estudio clasificaba a los pacientes solamente en la primera fase del tratamiento, por lo que es probable que algunos de los partidarios de las pseudoterapias regresaran a los hospitales tras constatar su fracaso al cabo de un tiempo.

Solamente se registraron porcentajes de supervivencia similares en el caso del cáncer de próstata, algo que no ha sorprendido a los oncólogos porque “muchos cánceres de próstata se diagnostican en periodo asintomático, y en muchos casos son poco agresivos y a lo mejor no precisan ningún tratamiento”, aclara Miguel Martín, presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica.