La capital británica podría liderar muy pronto una auténtica revolución sobre dos ruedas. Su alcalde, Boris Johnson, mira con muy buenos ojos una iniciativa que dotaría a la urbe de una red de carriles bici elevados y conectados con las principales estaciones del metro

El proyecto es obra de Sam Martin, director de Arquitectura Exterior, quien lleva dos años trabajando en el diseño de una red de viales para ciclistas aislada del tráfico motorizado. Martin dejó de pedalear por las calles londinenses por razones de seguridad, pero volvería a montar en su bici si su propuesta se hiciera realidad, algo que podría suceder en 2015.

De diseño futurista y construidas en acero y vidrio, estas autopistas casi aéreas permitirían a los ciudadanos y especialmente a los commuters (personas que utilizan diariamente el sistema de transporte público para llegar a sus puestos de trabajo) desplazarse de forma segura por la gran urbe pedaleando.

Los carriles enlazarían con las principales estaciones del suburbano, y las entradas y salidas estarían reguladas mediante intervalos de tiempo. Para circular por ellos, los usuarios sólo tendrían que pagar una libra esterlina (1,23 euros), que abonarían con su Oyster Card o tarjeta de transporte.

Infraestructuras de la era victoriana

Los barrios periféricos de la metrópolis británica están intercomunicados por vías férreas elevadas construidas durante la época victoriana y por las que todavía circulan hoy algunas líneas de metro. Fue paseando por debajo de uno de esos viaductos, cuando a uno de lo colegas de Martin, Ollie Clark, se le ocurrió la idea de aprovechar esas infraestructuras y transformarlas en carriles bici, según cuenta el arquitecto y paisajista a la revista The Atlantic.

Dos años después de que la inspiración le visitara, Martin y sus colaboradores trasladaron la propuesta al alcalde de la ciudad y a algunos miembros de la Red de Ferrocarriles, propietaria del metro de Londres. Todos salieron satisfechos del encuentro. "Hay un gran deseo de que esto funcione, pero antes necesitamos hacer muchas comprobaciones e identificar los lugares con más potencial", explica Martin. Posiblemente el punto de partida del nuevo trazado de rutas ciclistas será el norte de Londres.

Millón y medio de bicicletas

Según la autoridad de transportes de la ciudad, el número de ciclistas se ha duplicado desde el año 2000 y se espera que se triplique en el 2020 y alcance el millón y medio. "¿Dónde se supone que van a ir?", se pregunta Martin. "SkyCycle es el paso siguiente, el más lógico. Si somos realistas, admitiremos que no hay espacio para más carriles bici sobre el asfalto. Las calles de Londres no pueden hacerse más anchas y en ellas hay mucha actividad comercial. Tendríamos que echar abajo edificios y siempre tendríamos el problema del tráfico. Podríamos deshacernos de los coches, pero no de los camiones, autobuses, taxis, etc."

Sin embargo, no todos están entusiasmados con este megaproyecto que alteraría por completo la fisonomía urbana de la capital británica y consolidaría la apuesta por el transporte sostenible que la celebración de los Juegos Olímpicos de 2012 ha legado a la ciudad.

Para los promotores de la campaña London Cycling (Londres Ciclista) cualquier inversión debería orientarse a dotar las calles de buenas infraestructuras más que a apartar al colectivo de ciclistas de ellas. Durante años, los amantes de las dos ruedas han defendido la idea de que las calles no son sólo para los vehículos motorizados, con eslóganes como Share the road (Comparte la calle). Si finalmente se construyen vías separadas para circular en bicicleta, para muchos de ellos los coches habrán ganado la batalla.

Decenas de millones de libras

Se ha comparado SkyCycle con el High Line de Nueva York, un entramado de vías férreas elevadas donde hoy crece la hierba y los trenes hace tiempo que dejaron de circular pero, según el arquitecto inglés, los principales beneficiarios de estos espacios son hoy los peatones y los turistas que visitan la Gran Manzana.

"Estamos hablando de algo muy distinto, de una nueva infraestructura para los usuarios del transporte público que garantizaría su seguridad y sería más rápida que cualquier otro medio. Es algo mucho más ambicioso y caro", afirma.

Se estima que el proyecto tendría un presupuesto de "decenas de millones de libras" y para construirlo bastarían dos años, según el director del estudio Arquitectura Exterior. Un patrocinador corporativo, como por ejemplo la entidad financiera Barclays, sería la mejor opción para no tener que depender de fondos públicos, añade Martin.

De momento, Boris Johnson ha expresado abiertamente su simpatía por la idea. "El alcalde está comprometido con liderar una revolución ciclista en Londres", afirma un portavoz de su despacho al diario británico The Times. "El uso de viejas líneas del ferrocarril y vías elevadas para crear rutas ciclistas rápidas y directas alrededor de la ciudad es una idea emocionante que su equipo está evaluando".