Miles de hectáreas de olivares de la región de Apulia, en el sureste de Italia, están afectadas por la bacteria Xylella fastidiosa, un microorganismo procedente de América que ya ha provocado graves pérdidas en viñedos en California y en plantaciones de cítricos en Brasil. Según datos de la Comisión Europea (CE), están infectados al menos el 10% de los 11 millones de olivos de la provincia de Lecce, además de numerosos almendros y adelfas.

Las autoridades italianas sospechan que la Xylella fastidiosa entró en el país a través de plantas ornamentales importadas desde Costa Rica a finales de 2013. La bacteria ataca el xilema (el sistema circulatorio que transporta la savia) provocando su rápida desecación y su posterior muerte. Se contagia a través de insectos voladores chupadores de savia, principalmente cicadélidos y cercópidos, que vuelan distancias cortas y que pueden pasarla a cualquier cultivo del que se alimenten. A escala global, se transmite por el comercio y el transporte de plantas e insectos infectados.

El microorganismo llegó al país en plantas ornamentales que venían de Costa Rica

Por el momento, no hay ningún tratamiento efectivo para curar a las plantas enfermas, por lo que el control de la epidemia pasa por arrancar los árboles infectados, vigilar las poblaciones de los insectos vectores y restringir el comercio de especies vulnerables a la enfermedad. Unas medidas que la CE ya ha exigido a las autoridades del país trasalpino ante el temor de que la plaga se disperse por otras regiones y llegue a otros países europeos, una hipótesis considerada “muy probable” por un estudio de la Agencia Europea de Salud Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés), publicado en enero.

El cultivo del olivo está presente por todo el Mediterráneo y es un sector con un peso económico muy importante. Italia es el segundo productor de aceite de oliva de la Unión Europea, sólo por detrás de España, y el 80% de los olivares se concentran en el sur del país. Apulia, en el tacón de la península Itálica, con 370.000 hectáreas, es la región con mayor extensión de olivar.

Durante el año pasado ya se intentó frenar la expansión de la enfermedad pero, dada la situación actual, es evidente que sin demasiado éxito. Por ello, la CE pide a Italia que intensifique los esfuerzos para contenerla. Hasta ahora se han arrancado ya varios miles de árboles y se ha creado un perímetro de seguridad alrededor de las plantaciones contaminadas.

Sin embargo, los socios mediterráneos europeos, en concreto España, Francia y Grecia, también productores de aceite de oliva, consideran insuficientes estas medidas y presionan a los representantes italianos, que apoyan una erradicación selectiva, para que tomen decisiones más drásticas.

Las divergencias se centran en el tamaño de la zona de contención, el número de olivos a arrancar, la ampliación de la lista de especies susceptibles de contagiarse –que pasaría de nueve a más de 100– y los límites al comercio de plantas, unos puntos que se siguen negociando a la espera de los resultados de las pruebas de patogenicidad en curso.

Ejemplares curados

El tirón de orejas europeo ha hecho poner las pilas a Italia, que ya ha elaborado una estrategia antibacteria bautizada como Plan Silletti, al que destinará 13,6 millones de euros. Se trata de una propuesta polémica, que topa con la oposición de la población local.

El Tribunal Administrativo Regional de Lecce ha suspendido cautelarmente los procedimientos de actuación previstos, que debían empezar a aplicarse el 23 de marzo, hasta por lo menos el 9 de abril, debido a la denuncia presentada por dos propietarios afectados por las medidas de erradicación, que manifiestan no tener conocimiento de que sus plantas estén infectadas y que no han sido informados de los análisis realizados en los árboles ni de la campaña de selección de los ejemplares a eliminar.

La organización ambientalista Peacelink cuestiona los datos sobre la enfermedad de la Unión Europea y alerta de que el arranque de olivos es una “solución errónea”. Basándose en cuatro estudios del Departamento de Agronomía de la Universidad de Foggia y en la experiencia adquirida en el campo por unos 200 agricultores, defiende que la muerte de estos árboles puede ser causada por hongos de los géneros Phaeoacremonium y Phaemoniella que, junto con los daños provocados por las larvas del taladro amarillo dejarían vía libre –aunque no siempre– también a la Xylella. Es decir, que la bacteria ataca a plantas ya enfermas. 

“Los hongos no tienen el mismo patrón de propagación de la Xylella fastidiosa y, por tanto, eliminar los árboles podría ser inútil, además de dañino para el medio ambiente, la agricultura, el paisaje y la economía de Salento”, denuncian en un comunicado remitido a la CE; e invitan a los expertos a visitar los olivos que se han recuperado en varios puntos de la zona identificada como foco de la plaga, solamente con tratamientos tradicionales de eliminación de hongos.

Diversos estudios culpan a los hongos y el taladro de la muerte de los cultivos

De hecho, el propio informe de la EFSA admite que la erradicación no resulta una opción exitosa una vez la enfermedad se ha establecido ya firmemente en una zona y por eso, insiste en la importancia de la prevención. También alerta sobre los daños ambientales que puede provocar el uso sistemático de insecticidas para el control de la propagación de los insectos portadores.

Peacelink, por su parte, recuerda que a pesar de que la Xylella fastidiosa apareció en el sur de Italia en 2013, aún no se han conseguido pruebas fiables, o si se han realizado nunca se han hecho públicas, que permitan demostrar la relación de causa-efecto entre la presencia de la bacteria y la rápida desecación de los olivos muertos. "La Comisión Europea arriesga con condenar a muerte a todo el ecosistema de Apulia basándose en resultados de pruebas que ni siquiera han encontrado la patología de la Xyella en esos árboles. Las pruebas llevadas a cabo por las autoridades fueron precipitadas, parciales y no concluyentes", denuncian los ecologistas.

Los ciudadanos de Lecce se han movilizado en los últimos días para decir no a la erradicación de plantas infectadas y al uso indiscriminado de insecticidas. "No estamos dispuestos a aceptar que en nombre de una supuesta emergencia vengan a destruir nuestra tierra, nuestro paisaje, nuestra salud y nuestra identidad”, proclaman los organizadores de la última manifestación. Y por ello reclaman la aplicación del principio de precaución recogido en la legislación europea.