José Luis Villaverde es ingeniero y trabaja en Madrid. Siempre que puede, cuando termina su semana laboral en el Ministerio de Industria, conduce 600 kilómetros hasta Ordes, cerca de Santiago de Compostela, donde reside su familia.

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"Al principio iba yo solo en mi coche y cada trayecto me costaba unos 100 euros. Una verdadera ruina", explica por teléfono a EcoAvant.com.
 

Uso del coche compartido

 

A finales de 2011, este gallego de 27 años se registró como usuario en Amovens, una de las redes sociales que promueve el uso del coche compartido en España. Desde entonces, cada vez que tiene previsto visitar a los suyos, José Luis publica un pequeño anuncio en la página web de la firma.

"El domingo salgo de Santiago sobre las 17.00 horas, pudiendo parar en La Coruña, Lugo y Ponferrada. El precio del trayecto sería de 28 euros (Santiago), 26 (La Coruña) y 24 (Lugo). Se entregará en la parada a mitad de camino. Vehículo muy cómodo".

El mensaje incluye también su número de teléfono, el número de plazas disponibles y detalles adicionales que informan sobre si en el vehículo está permitido fumar, se admiten animales o hay espacio para maletas.

Ya casi nunca viaja solo. En su perfil de Amovens se acumulan los comentarios –todos positivos– de pasajeros que han compartido con él las seis horas de carretera que separan Galicia de Madrid y los gastos del trayecto. Muchos han repetido.

"A mi coche se han subido desde ingenieros como yo a arqueólogos, policías o militares", relata. "Y no me ha pasado nada malo. Al principio mi motivación era económica, pero ahora valoro cada vez más el componente de socialización que incorpora este sistema. La mayoría de personas que lo utilizan son gente joven, abierta y con formación universitaria, así que suelen surgir conversaciones muy interesantes", añade.

 

La hora del 'carpooling'



La crisis económica, las posibilidades de comunicación que ofrece Internet y una mayor concienciación sobre los problemas ambientales han hecho que el carpooling o coche compartido, una práctica muy extendida en países como Alemania o Australia, empiece poco a poco a despuntar en España y a sumar cada vez más incondicionales.

Hace un par de años, apenas eran dos los sitios que gestionaban este servicio en la red de redes. Hoy funcionan más de una docena, entre ellos Blablacar.com, Conmuto.es, Conduzco.es, Compartocoche.com o Amovens.com, que en estos momentos ocupa el liderazgo de este microsector.

Como José Luis Villaverde, más de 50.000 españoles, la mayoría entre los 20 y los 30 años, recurren a este espacio online, público y gratuito para encontrar compañeros de viaje, sea como conductores o como pasajeros.

La red funciona como un buscador de rutas y pone en contacto a personas que efectúan recorridos similares, desde el trayecto diario a la oficina o a la universidad a viajes de largo recorrido o una escapada puntual a un festival de música.

"Cada día en España se desaprovechan 160 millones de asientos de coche en trayectos de todo tipo. Si sólo un 2% de los automovilistas compartieran coche se ahorrarían diariamente más de 3.500 toneladas de emisiones de dióxido de carbono y dos millones de euros en gasolina", asegura Diego Hidalgo, fundador y director ejecutivo de Amovens.

 

La crisis como aliada
 

 

"Implantar el carpooling no es fácil en ningún país, es una práctica que tarda años en adoptarse y normalizarse", señala Carlos Velarte, que gestiona la comunidad virtual de la empresa. "Nuestra referencia son países como Francia y Alemania, donde se trata ya de algo totalmente normal, porque llevan más de 10 años haciéndolo", destaca.

"El contexto de la crisis", añade Velarte, "nos ha ayudado a que la gente probara el servicio para ahorrar dinero, y los que lo han hecho suelen repetir y tomar conciencia de todas las otras ventajas que supone: conocer gente nueva, evitar la contaminación, etc".

El objetivo de la compañía, fundada por un pequeño grupo de jóvenes emprendedores, es ofrecer soluciones de coche compartido a todo tipo de organizaciones. De momento, varias universidades, como la Europea de Madrid, la Francisco de Vitoria y la Cardenal Herrera-CEU, han creado su propio portal para que los alumnos puedan organizarse y compartir traslados. Empresas como el Banc de Sabadell o Ericsson han hecho lo mismo para sus empleados.

 

Coche por horas



Racionalizar costes en tiempos de recesión, descongestionar el tráfico en las grandes urbes, reducir los altos niveles de contaminación medioambiental y fomentar la participación ciudadana contra el cambio climático son algunas de las necesidades urgentes a las que tratan de dar respuesta iniciativas como el carpooling, los carriles para vehículos de alta ocupación (con un mínimo de dos pasajeros) o el carsharing, una fórmula que permite alquilar un vehículo por horas y pagar sólo el tiempo que se conduce.

Bluemove es una de las primeras empresas españolas especializada en este servicio concebido como una alternativa al alquiler tradicional y orientado a quienes viven en el centro de una metrópolis, tienen carné de conducir y usan el coche de forma esporádica.
"Comparándonos con Norteamérica y Europa, estamos al final de la cola", explican desde Bluemove. "El país más avanzado en este campo es Suiza. Empezaron hace 20 años con un coche en un pueblo, las llaves colgadas de un poste y una hucha donde introducir el dinero", explica Gabriel Herrero-Beaumont, uno de los socios de la firma, que cuenta ya con 2.200 clientes.

De momento, Bluemove opera en el centro de Madrid, en varios parques empresariales de los alrededores de la capital, en Sevilla y en Bilbao. Dispone de una flota de 40 automóviles, algunos con motor eléctrico, otros híbridos y la mayoría de combustión, todos ubicados en puntos estratégicos. "Eso permite que los usuarios tengan los vehículos a su disposición a escasos metros de la puerta de casa. Se abren con una tarjeta y sólo se pagan las horas utilizadas –a dos euros– y el kilometraje recorrido –a 0,20 euros el kilómetro–", expone Herrero-Beaumont.

Para él no hay duda de que se tiene que producir el cambio a la movilidad sostenible. "El transporte público, la bicicleta, desplazamientos a pie, el carpooling y por supuesto el carsharing tienen que sustituir al coche particular. Si mirásemos desde fuera la situación de Madrid, pensaríamos que vivimos en un país tercermundista: un ruido insoportable, una contaminación que hace crecer el número de asmáticos, no hay espacios comunes para compartir... Madrid se ha convertido en una red de autopistas y esto nos empobrece como sociedad y como seres humanos", lamenta.

Según Bluemove, cada uno de sus coches es conducido por una media de 40 usuarios, lo que se traduce en la eliminación del tráfico de 10 vehículos privados y en un aumento del espacio urbano disponible. Y, por supuesto, en un gasto menor, para los viajeros, que Herrero-Beaumont cifra entre 80 y 120 euros al mes.



Alquiler entre particulares



La alternativa de movilidad sostenible más novedosa es el P2P o alquiler de coches entre particulares. A diferencia de Bluemove, que cuenta con vehículos propios, en Social Car, la primera red española que facilita este servicio, son los mismos dueños los que alquilan sus vehículos cuando no los usan. Eso les permite rentabilizarlos de un modo mucho más racional, a pesar del seguro extra que tienen que contratar.

Social Car lleva poco más de un año en nuestro país, pero ya hay cerca de 1.500 coches registrados en su página web, desde furgonetas a utilitarios, pasando por caravanas o descapotables. La red cuenta con más de 7.000 conductores y basa su gestión en el modelo del consumo colaborativo, donde, según Alexandra Ramió, responsable de marketing y comunicación del proyecto, "el hiperconsumismo y el culto a la propiedad del siglo pasado se transforman en iniciativas de intercambio, uso compartido, trueque o alquiler".