La Organización Médica Colegial ha creado un observatorio sobre las pseudociencias y ha presentado demandas para que se cierren 90 webs que ofertaban pseudoterapias; el Colegio de Médicos de Madrid, como ya hicieron antes el de Barcelona y algún otro, ha suprimido sus secciones pseudocientíficas; la ministra de Sanidad pide a los ciudadanos que denuncien los fraudes en este ámbito... Parece que, tras tantos años de permisividad, se ha desatado una ofensiva contra las pseudociencias. ¿A qué se debe?

Me gustaría pensar que las organizaciones médicas han decidido aplicar por fin su propio código deontológico, que afirma que cualquier tratamiento médico debe estar avalado por estudios rigurosos y por la evidencia científica. Por otra parte, creo que, pese a que las podemos encontrar en casi todas las farmacias, la homeopatía y otras pseudoterapias tampoco funcionan tan bien en nuestro país, su práctica no está tan extendida como tendemos a imaginar.

Pero, en el otro plato de la balanza, L'Hospitalet de Llobregat acaba de aceptar acoger el mayor centro de medicina tradicional china de Europa, y las organizaciones médicas no se han quejado apenas... Las instituciones parecen encantadas porque se trata de una inversión económica muy elevada. Sus prácticas carecen de aval científico y además ponen en peligro la supervivencia de especies animales gravemente amenazadas, como los rinocerontes o los tigres...

Una de sus terapias estrella es la acupuntura. ¿En qué se basa su supuesta eficacia?

Es cierto que la acupuntura funciona en algunos casos de dolores crónicos con una eficacia superior a la del placebo. Sus defensores afirman que en nuestro cuerpo existen unos canales internos de energía y que, cuando se descompensan, eso genera las enfermedades. La idea de las energías internas, que comparte la medicina ayurvédica, es algo etéreo y muy presente en el imaginario popular. Pero no existen. La energía es algo perfectamente medible y cuantificable, como sabe cualquier físico y como vemos cada mes en las facturas de la luz. En realidad, no es tanto que clavar las agujas funcione como que, si tienes un dolor localizado, al ponerlas despistas al sistema nervioso. Y hacemos segregar adenosina, que anestesia el dolor. Pero eso sucede igual las pongas donde las pongas.

Se suele decir que no se sabe gran cosa sobre estas pseudoterapias porque no se investiga sobre ellas. No es cierto: se han hecho cientos de estudios sobre la medicina tradicional china, como hay miles sobre la homeopatía. Y se ha descubierto que la artemisinina empleada en la medicina china era efectiva contra la malaria, como la quinina era utilizada por indígenas de la Amazonía. Pero esto son excepciones, la mayor parte de sus tratamientos son estériles y acientíficos. Y algunos, directamente un fraude.

¿Cómo es posible que organizaciones médicas o científicas como las antes citadas tuvieran secciones de homeopatía y otros pseudotratamientos, o que universidades prestigiosas, como la de Barcelona, impartieran másters y cursos de estas especialidades?

Es consecuencia de un juego de intereses cruzados. En este tema se mezclan las creencias y la economía. Hay profesionales que realmente creen en estas terapias. Y que afirman que a ellos les funcionan. Pero estamos hablando de creencias, como hay médicos de una u otra religión, o de un equipo de fútbol. Admitir estas prácticas da una cierta imagen de buen rollo, igual que la da criticar a las grandes farmacéuticas y sus estrategias comerciales... ¡como si las pseudomedicinas las regalasen! Y sus partidarios se agarran como a un clavo ardiendo al menor estudio de no se quién y no sé dónde que no cuestione su eficacia.

¿Por qué no se llena el vacío legal que permite prosperar a estas actividades? ¿Tienen lobbies poderosos? No lo serán más que los de las multinacionales farmacéuticas...

La industria farmacéutica tiene unos problemas y las pseudoterapias tienen otros. Pero de nuevo se trata de una cuestión económica: las empresas fabricantes de productos homeopáticos son un negocio lucrativo, porque, a diferencia de las farmacéuticas, no tienen que invertir nada en I+D y dejan un buen margen en las farmacias. De hecho, esta industria tiene el honor de haber encontrado el animal más rentable del mundo.

¿Cuál es?

Investigadores en el campo de la homeopatía descubrieron que un microorganismo llamado Oscillococcinum estaba supuestamente presente en todas las enfermedades. Y que se acumulaba en el hígado del pato de Berbería. Debido a las diluciones extremas, con un solo ejemplar cada año generan toda la producción mundial de un medicamento que la multinacional Boiron, la mayor del mundo en este campo, llegó a vender en su momento como efectivo contra el cáncer. Hoy se utiliza para resfriados y afecciones menores. 

Estados Unidos obliga a los fabricantes de preparados homeopáticos a que indiquen a los consumidores en el etiquetado que "no hay evidencias científicas de que este producto funcione". ¿Por qué no se hace todavía en Europa?

Y en California se ha impuesto una fuerte multa a una compañía homeopática por publicidad engañosa. Aquí se está trabajando en diversos campos contra estas prácticas pero todavía no se ha planteado lo del etiquetado. En Estados Unidos van por delante en algunas cuestiones de consumo de este tipo. Por ejemplo, se hacen públicas las listas de restaurantes cerrados o sancionados por cuestiones de higiene. Aquí eso es todavía impensable.

¿Cómo ha podido prosperar tanto la homeoterapia? ¿Por qué no se queda sin clientes si no hace nada?

La historia de la homeopatía es muy corta, nació en el siglo XVIII, y ya a principios del XX había médicos que denunciaban que se trataba de un timo, que no servía para nada. Uno de los factores que la relanzaron fue la llegada al poder del nazismo en Alemania en los años 30. Al ser una terapia surgida en el país, encajaba muy bien con el discurso nacionalista y supremacista de Hitler y los suyos. Estamos en el terreno de las creencias, y el efecto placebo existe. Pero no tiene ninguna base racional: hay que pensar que, cuando vemos en la etiqueta de un producto homeopático que tiene una dilución de "30 C", eso quiere decir que la proporción de principio activo es de 10 elevado a 60... lo que equivale a ¡diluir una gota en un volumen de agua del tamaño del Sistema Solar! Con todo, no creo que la homeopatía tenga tanta demanda en España: las farmacias ganan más vendiendo chicles o champús. Ni que tanta gente crea en ella. Tal vez no sean ni un 5% de la población.

Pues según una reciente encuesta de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, la mitad de los españoles creen que los productos homeopáticos funcionan "algo, bastante o mucho"... ¿Es España un país particularmente crédulo frente a las pseudociencias?

No, no lo creo. Muchas de estas creencias tienen que ver con un cierto desarrollo económico. Una persona con un cierto nivel cultural tiene que saber que la están engañando. Y supersticiones ha habido siempre, sólo que según avanza la sociedad van evolucionando, se van adaptando a los nuevos tiempos.

La crisis económica debe haber hecho prosperar el negocio...

Es posible, pero sigo pensando que en España no existe tanta demanda de estas terapias como se piensa.

¿Qué importancia tienen los medios de comunicación en el éxito de las pseudociencias?

Suelen ofrecer un mensaje bonito y facilón que no las cuestiona. No aplican un principio de responsabilidad en esta materia. La presentadora de un programa de gran audiencia en la televisión pública llegó a decir que oliendo limones se podía curar el cáncer. Y que si te trasplantaban el órgano de alguien te podían traspasar sus cualidades morales...

¿Lo hacen por ignorancia, o porque el tema vende?

Yo creo que ambos, ignorancia e interés.

La mayor peligrosidad de las pseudoterapias, que normalmente son inocuas, se produce cuando se abandona por ellas un tratamiento convencional, como acabamos de ver en el caso de un niño fallecido en Italia porque sus padres decidieron tratar su otitis sólo con homeopatía. Pero, ¿existe alguna que sea peligrosa en sí misma?

Sí, la quiropráctica. Lleva a cabo manipulaciones del cuello que cualquier fisioterapeuta advierte que son una tontería y que, además, resultan muy peligrosas. Y algunas emplean medicinas que lo son, como el Laetrile, que contiene cianuro procedente de los huesos de los albaricoques. Steve McQueen se trató con él un cáncer en los años 80 y acabó falleciendo. También el MMS que promociona desde Cataluña el agricultor Josep Pàmies es muy tóxico.

¿Cuál es la pseudoterapia más pintoresca con que se ha encontrado?

El reiki, con sus pases de manos mágicos. O una llamada curación con cuencos de cuarzo. A diferencia de lo que sucede con los medicamentos científicos, en este sector no existe ninguna clase de control y te puedes inventar lo que quieras. Unos amigos míos fueron invitados a participar en una importante feria de terapias alternativas presentando su inventada propuesta del fecomagnetismo, que consistía en aprovechar las virtudes terapéuticas de los excrementos magnetizados para producir sustancias homeopáticas. Y la dirección los aceptó sin ningún problema.

¿Qué predomina en este sector, la creencia o la estafa?

Hay de todo, pero en general están los que creen, y pagan, y los que no se lo creen, o no pueden presentar ninguna prueba, y cobran. Entre estos, abrumadoramente, impera la estafa.