Como codirector del Proyecto Atapuerca y director general de la Fundación Atapuerca, Eudald Carbonell es uno de los artífices del Museo de la Evolución Humana de Burgos, fruto de más de 40 años de investigación en los yacimientos de la sierra burgalesa, a los que se incorporó en 1978.

Además, es autor de diversos libros de divulgación, entre los que destacan Atapuerca: un millón de años de historia, junto con José Cervera, José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga; Aún no somos humanos: propuestas de humanización para el tercer milenio, en colaboración con Robert Sala, y Los sueños de la evolución, con Cinta S. Bellmunt. También ha escrito otros donde reflexiona sobre el futuro que nos aguarda como especie, como Planeta humano, La conciencia que quemaEl nacimiento de una nueva conciencia, La evolución sin sentidoElogio del futuro: Manifiesto por una conciencia crítica de especie.

Recientemente publicó, junto a Juan Carlos Díez y otros autores, Hazte humano. Tengas la edad que tengas, una historia de la evolución humana dirigido a los jóvenes. Y ha protagonizado diversos documentales y programas televisivos de divulgación científica.

¿Qué quiere decir cuando se refiere a nuestro 'colapso como especie'?

Colapso no quiere decir extinción. Se colapsará un sistema económico y social que no funciona. Me refiero al colapso de una estructura en la que el sistema humano y el sistema Tierra no están en consonancia. Y en la que una simple molécula ha provocado una crisis universal que no es solo sanitaria, es sistémica: es económica, social y política. Para evitar el colapso tendremos que tomar decisiones muy importantes.

Es necesaria una conciencia crítica de especie, una socialización del conocimiento científico y tecnológico y que se imponga una planetización frente a la globalización, y el progreso frente al desarrollo. Esta molécula, el coronavirus, nos ha situado frente al espejo, ha puesto de manifiesto nuestra deslealtad con la propia especie y nuestra incapacidad para adaptarnos al planeta. Y todo esto no lo digo para asustar, sino para crear conciencia

 

¿Por qué la del COVID-19 es el “último aviso” y no una pandemia más, como las pestes medievales o la llamada gripe española de principios del siglo XX, que nos sorprendieron con menos recursos para hacerles frente, y a las que sobrevivimos?

La gripe española fue también una pandemia global, que afectó al 60% de la población europea, pero en aquel caso se trataba de una población joven, con una esperanza de vida de entre 30 y 40 años, son dos contextos que no tienen nada que ver. Hoy tenemos una sociedad de más de 7.700 millones de seres humanos, eran unos 1.800 millones. No existía una revolución científico-tecnológica, ni los mismos flujos de especie. Una pandemia como esta, que se podría haber evitado en un mundo tan monitorizado como el nuestro, prueba que algo hemos hecho mal.

Durante la peste del siglo XIV ya se confinaban los pueblos afectados ¡qué poco hemos avanzado! Es inconcebible que con un conocimiento científico y tecnológico tan avanzado como el que tenemos no se hubiera establecido un protocolo para un caso como el que estamos sufriendo. ¡Si en lugar de un coronavirus relativamente leve como este se hubiera tratado de ébola, las consecuencias hubieran sido espantosas! Tenemos una globalización con pies de barro.

 

¿El problema principal es la globalización?

La globalización ha machacado la memoria del sistema Tierra y el sistema humano, y ha impuesto la uniformización frente a lo que yo llamo la planetización, que implicaría el mantenimiento de la diversidad y su integración, y la generación de interdependencias, no de dependencias.

 

¿Es posible esa integración no conflictiva de la diversidad? ¿No son precisamente las distintas culturas y las religiones las que nos dividen como especie?

Efectivamente, en algunos aspectos lo hacen, y hemos de extraer lecciones al respecto.

 

¿Entonces el problema es el sistema productivo, el capitalismo?

Efectivamente, el mismo está caduco. Es un modelo extractivo atrasado, del siglo XVIII, no adecuado a los tiempos que corrren y que pone en peligro los límites del planeta. Es preciso un sistema más comunitario. Por ejemplo, somos una especie incapaz de redistribuir la energía para que llegue a todos. Uno de los primeros factores del colapso será el uso de los combustibles fósiles.

¿Cómo es posible que ahora mismo los productores paguen para venderlo? Si no reorganizamos las relaciones sociales de producción, el control de las fuerzas productivas, las consecuencias serán muy graves.

 

Distingue progreso de desarrollo. ¿Cuál es la diferencia?

Yo estoy a favor del progreso y totalmente en contra del desarrollo. La diferencia es que en el segundo la gente no participa.

 

¿Qué opina de las teorías que plantean que nosotros somos un virus que está dañando el sistema vivo que es el planeta?

Las ideas de James Lovelock y Lynn Margulis son interesantes, están basadas en conceptos materialistas, que yo comparto, estoy de acuerdo con ellos pero no creo que nuestra especie vaya a extinguirse.

 

¿Qué supone esa conciencia crítica de especie que reclama?

Debe impulsar una revolución como especie. Tras 400.000 años de evolución, desde hace unos pocos miles el Homo sapiens es la única que tiene una conciencia global de serlo, pero ahora hace falta que sea crítica, es decir, que ponga de manifiesto los riesgos globales a que nos enfrentamos todos los humanos en conjunto, que tenga presente que todos somos Homo sapiens y socialice la revolución científico-tecnológica de una manera distinta a como se socializó la revolución industrial, que nos trajo dos guerras mundiales con 200 millones de muertos. ¡Si con esta hacemos lo mismo, puede caer el 10-15% de la población mundial! Y que elimine los liderazgos, que son lo peor de la humanidad.

Deben imponerse el autoconocimiento y la autoorganización, y debe incrementarse la sociabilidad.

 

¿Las nuevas tecnologías no nos alejan cada vez más a unos de otros?

Al contrario, precisamente el confinamiento ha contribuido a que la tecnología se haya socializado de forma exponencial, como una forma nueva de adaptarse a la situación. Máquinas y plataformas facilitan la socialización. Caminamos hacia un tecnohumanismo que nos llevará a un mundo nuevo.

 

Y en nuestros tiempos, en las democracias parecen imponerse los peores liderazgos posibles: Trump, Bolsonaro, Johnson, Erdogan, Orban...

El apoyo a estos líderes reaccionarios es fruto de la manipulación.

 

¿Ha habido algún precedente de conciencia crítica de especie en la historia?

Sí, pero se ha circunscrito a Europa. Fue la revolución socialista, basada en una estructuración filosófica, y que no funcionó porque los humanos no estamos preparados para este tipo de pensamientos tan evolucionados.

Creo que la primera vez que se produjo una reacción de conciencia a nivel mundial fue tras el ataque estadounidense a Iraq en 2003. Fue global, masiva e intergeneracional. El movimiento contra el cambio climático también lo es.

 

¿Quién pilotaría la revolución evolutiva?

Las decisiones que deben guiarla deben tomarse escuchando a los científicos, a la gente que piensa de forma crítica, a los que conocen los mecanismos de la historia. Eso nos llevará no a un nuevo paradigma sino a un mundo nuevo, a algo muy diferente que ahora mismo no podemos ni imaginar.

 

Afirma que nos aguardan “conciencias nuevas que aparecerán cuando en este planeta haya varios tipos de especies y subespecies de humanos”. ¿A qué se refiere?

Necesitamos una visión igualmente evolutiva. Ahora sabemos que hace unos miles de años llegó a haber hasta seis especies distintas de humanos coesxistiendo.

Si somos inteligentes, a finales de siglo o el siglo próximo habremos creado una amplia diversidad que integrarán parahumanos modificados genéticamente, cyborgs... Yo estaré muy contento si lo logramos. Mi ideal de la diversidad es el bar que aparece en La guerra de las galaxias.

 

¿Realmente cree que habremos aprendido algo de esta crisis?

Si todo esto no sirve para que aumente nuestra conciencia colectiva como especie, tendremos muchos problemas, mientras que si somos inteligentes seremos capaces de adaptarnos a toda clase de situaciones muy adversas.

Probablemente, a corto plazo la gente volverá a hacer lo mismo que antes, pero si poco a poco la conciencia crítica va calando y adquiriendo masa crítica, se podrá plantear el cambio. A nivel antropológico, los humanos intentamos evitar aquello que nos ha causado daño.

 

¿La pandemia les hará perder la campaña anual de excavaciones en Atapuerca?

De momento está todo parado, pero hemos elaborado un plan B, no podemos permitir que nos afecte ¡tenemos que trabajar!