Un envase de plástico necesita entre 500 y 1.000 años para descomponerse y el 40% del plástico que se fabrica va destinado a embalajes o productos de un solo uso. De esta manera, en los últimos 10 años hemos producido más plástico que en toda la historia de la humanidad. Y de todo ese material, apenas un 9% se recicla, mientras que el 12% se incinera (generando emisiones de dióxido de carbono [CO2]) y el resto inunda nuestros ecosistemas, formando inmensas islas flotantes de desechos en el centro del Atlántico y el Pacífico. Nueve millones de toneladas de plástico acaban en el océano cada año y el 75% terminan en sus fondos, incluso en sus fosas más profundas, provocando graves consecuencias para la supervivencia de los organismos marinos.

 

 

Pues desde el año pasado, todo a ido a mucho peor. A mediados de 2020, en el momento álgido de la primera oleada de la pandemia de covid-19, un estudio publicado (1) en la revista Environmental Science & Technology calculaba que cada mes se usaban (y desechaban tras un breve uso) en el mundo unos 129.000 millones de mascarillas desechables y 65.000 millones de guantes, unos residuos impensables apenas unos meses atrás que no solamente contaminan el entorno natural por la misma naturaleza de sus materiales plásticos, sino que además pueden actuar como vectores de trasmisión del coronavirus a través de animales que accedan a ellos en vertederos o en el medio natural.

En los últimos 10 años hemos producido más plástico que en toda la historia de la humanidad. Y de todo ese material, apenas un 9% se recicla.

 

Más mascarillas que medusas en el Mediterráneo

 

De la misma manera que la ONU auguró hace pocos años que a mitad de siglo podría haber en nuestros mares más volumen de plásticos que de peces, Laurent Lombar, de la ONG francesa Opération Mer Propre (Operación Mar Limpio) afirmó recientemente que “pronto correremos el riesgo de tener más mascarillas que medusas en el Mediterráneo. Después de saberse que en Francia se han comprado más de 2.000 millones de mascarillas, algunas ya han comenzado a tener presencia en las aguas y playas mediterráneas", denunciaba.

 

 

Poco después de la declaración del primer estado de alarma, el Gobierno ya emitió unas instrucciones(2) para el correcto tratamiento domiciliario de estos artículos, que además de no poder ser reciclados debían ser rigurosamente separados del resto de residuos domésticos. Su destino en bolsas herméticamente cerradas en el contenedor de rechazo (el gris) debería ser provisional mientras no se descubrieran fórmulas para un tratamiento más propio de una economía circular.

 

Equipos de protección reutilizables

 

Y frente a este gigantesco y complejo problema, muchas mentes se han puesto a la tarea de buscar esa clase de soluciones. Por supuesto, las primeras demandas de los grupos ecologistas y de personalidaddes científicas fueron las de abogar por el uso de equipos de protección reutilizables.

Un colectivo de 120 expertos de una veintena de países suscribieron un manifiesto en el que defendían que los productos y envases reutilizables eran perfectamente efectivos para prevenir los contagios.

 

Mascarillas reutilizables

 

“El público en general debería usar mascarillas reutilizables y realizar su lavado y desinfección de forma rutinaria en sus hogares. Es innecesario para la seguridad personal y perjudicial para la salud planetaria usar guantes desechables para ir de compras”, escribió Jodi Sherman, directora del Programa de Sostenibilidad Ambiental de la Salud de la Universidad de Yale (Estados Unidos), una de las firmantes del documento. En su opinión, los equipos de protección personal (EPP) del máximo nivel de seguridad y de un solo uso deberían reservarse para el personal de atención médica y sanitaria situado en la primera línea de la lucha contra el coronavirus.

El público en general debería usar mascarillas reutilizables y realizar su lavado y desinfección de forma rutinaria en sus hogares

Incluso en el caso de que los residuos no se liberen en el medio ambiente, igualmente suponen un riesgo para la salud humana: intentos de destrucción no adecuados pueden tener efectos devastadores; la quema a cielo abierto o la incineración algo más controlada conllevan la liberación de toxinas hacia la atmósfera y la potencial transmisión secundaria de enfermedades a los humanos. Otros residuos pueden llegar a fuentes de agua y aumentar la contaminación fluvial y marina.

Una trabajadora sanitaria ayuda a una compañera en un dispositivo de cribado masivo de antígenos / Foto: Eduardo Parra - EP
Una trabajadora sanitaria ayuda a una compañera en un dispositivo de cribado masivo de antígenos / Foto: Eduardo Parra - EP

Entre las primeras propuestas para la recuperación de algunos de estos materiales se contó la de la la empresa francesa Plaxtil, que planteó que, una vez separadas las mascarillas quirúrgicas de los desechos del resto, y tras ponerse en cuarentena el material, este se triturara para fabricar soportes para EPIs como pueden ser las pantallas transparentes para la protección de la cara.

 

Filtros compostables y gomas de derivados del maíz

 

También se empieza a trabajar ya en el diseño de mascarillas biodegradables, una línea de investigación en la que nuestro país se ha mostrado pionero. Un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha diseñado mascarillas fabricadas con nanofibras reutilizables y biodegradables, que son lavables, tienen una capacidad de filtración 10 veces mayor que las convencionales y además pueden dejarse en el contenedor de residuos orgánicos.

También se empieza a trabajar ya en el diseño de mascarillas biodegradables, una línea de investigación en la que nuestro país se ha mostrado pionero

La tela de la máscara es de nanofibras de origen natural, los filtros son compostables y las gomas de sujeción de estas FFP2 están confeccionadas con materiales derivados del maíz.

 

Producir combustible a partir de mascarillas

 

En este contexto, la semana pasada trascendió otra iniciativa absolutamente novedosa a nivel mundial surgida en España que plantea la posibilidad de reciclar mascarillas quirúrgicas de un solo uso para producir de forma inocua combustible industrial. La empresa vasca Nantek plantea introducir las mascarillas usadas en un reactor y someterlas a elevadas temperaturas y a la acción de reactivos para eliminar toda clase de bacterias o patógenos. Posteriormente el material que las compone se degrada de sólido a líquido.

“Con un kilo de mascarillas podemos producir 0,8-0,9 kilos de combustible, lo que equivale aproximadamente a un litro” afirma Mikel Azkona

“Con un kilo de mascarillas podemos producir 0,8-0,9 kilos de combustible, lo que equivale aproximadamente a un litro” afirma Mikel Azkona, uno de los dos socios creadores de la empresa, que prevé emplear a 15-20 personas su planta de Zamudio (Vizcaya), capaz de gestionar hasta 500 toneladas anuales, y no descarta abrir más adelante otra instalación similar en Madrid. “Se trataba de un proceso ya pensado anteriormente para el reciclaje de otro tipo de plásticos, que ahora hemos adaptado a las mascarillas”, señala Azkona.

 

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Referencias:
  • (1) "COVID-19 Pandemic Repercussions on the Use and Management of Plastics". Joana C. Prata*, Ana L.P. Silva, Tony R. Walker, Armando C. Duarte, and Teresa Rocha-Santos. [En línea] Disponible en: https://pubs.acs.org/doi/10.1021/acs.est.0c02178
  • (2) Instrucción del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico para los domicilios sobre gestión de residuos domésticos y COVID-19 [En línea] Disponible en: http://residus.gencat.cat/es/actualitat/noticies/detall/Instruccions-MITECO