Un estudio del Instituto de los Recursos Mundiales (WRI1) señala que sólo mediante el incremento de la ingesta de proteínas provenientes de los productos pesqueros (como el pescado o el marisco) se podrá mantener el nivel objetivo de calentamiento global del planeta por debajo de los 2°Ca finales de siglo.

El estudio, dado a conocer por la Confederación Española de Pesca (Cepesca) analiza el crecimiento previsto de la población mundial para 2050 (entre 2.500 y 3.000 millones de personas) y qué impacto tendrá en la atmósfera la producción de alimentos requerida, basándose en el análisis de tendencias de las proporciones y tipologías de dietas del planeta desde 2010.

Según el estudio de WRI, en unas condiciones de crecimiento normal de la población, en 2050 será necesario incrementar la producción de alimentos un 56%, lo que exigiría, si se tienen en cuenta las calorías provenientes actualmente del entorno agrícola, dedicar 593 millones de hectáreas (casi el doble que el tamaño de la India) a esta actividad.

Ello generaría, según el estudio, una brecha de 11 gigatones de emisiones de gases de efecto invernadero, provocada por las que se prevén que generarán los productos agrícolas en 2050. Actualmente, la agricultura ocupa la mitad de la tierra fértil del planeta y consume más del 90% del agua dulce, según indica Cepesca.

El estudio señala que es prioritario asumir cinco objetivos estratégicos para poder alimentar a la población mundial sin contribuir al calentamiento global del planeta: reducir el crecimiento de la demanda de productos agrícolas; generar alimentos sin expandir la superficie dedicada a ello; proteger y restaurar los ecosistemas naturales; incrementar el suministro de pescado y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la producción agrícola.

Recuperación de las pesquerías

Por otro lado, y según el estudio, la demanda de proteína animal aumentará significativamente de aquí a 2050 tomando como referencia las tendencias actuales, al ser la que más crece a medida que lo hace la renta per cápita de las zonas geográficas. Sin embargo, el impacto medioambiental de los productos cárnicos es notablemente superior al de otros productos. Por ello, el estudio recomienda alejarse de las dietas basadas en este tipo de proteínas hacia otras de menor impacto como uno de los objetivos clave para una dieta sostenible en 2050.

El estudio apunta que los bivalvos de granja (mejillones y ostras) son el mejor alimento para el planeta, ya que son capaces de filtrar el agua y mejorar el hábitat, eliminan las emisiones de carbono del medio ambiente y se suelen cultivar en el mar sin necesidad de usar agua dulce.

El estudio también pone de manifiesto que, aunque una gran parte del crecimiento en el suministro de pescado provendrá de la acuicultura, la mejora de la gestión de la pesca salvaje conduciría a un incremento de su suministro.

Actualmente se capturan en torno a 80 millones de toneladas de peces salvajes bajo condiciones de sostenibilidad, pero el estudio estima que la mejora de las prácticas de gestión de las pesquerías podría dibujar un escenario en el que el 90% de ellas fuera sostenible en todo el mundo en 2030, lo que permitiría duplicar la cantidad de peces en los océanos, permitiendo un rendimiento global máximo sostenible de 95 millones de toneladas, aproximadamente.

Además de ello, el estudio apunta a que aún existen muchas pesquerías potencialmente comerciales no explotadas, ya que los consumidores, bien por el sabor o la percepción de ellas no las demandan, o bien por sus altos costes de explotación. Sin embargo, según el estudio, a medida que la restauración introduzca al primer grupo en los circuitos de consumo y que la tecnología ajuste los costes de explotación, respectivamente, ambas formarán parte de la dieta de la población.