Los productos homeopáticos tienen tres meses para demostrar si sirven para algo. El Ministerio de Sanidad ha dado este plazo a los fabricantes de los más de 19.000 artículos homeopáticos actualmente a la venta en las farmacias españolas, aprovechándose de un contexto de una especie de limbo legal, para que presenten la documentación que acredite si pueden garantizar su eficacia para una “indicación terapéutica” determinada.

El plazo empezará a contar esta misma semana en cuanto se firme la orden ministerial, que incorpora de forma obligatoria a la legislación española una directiva comunitaria de hace nada menos que 17 años, una trasposición que las autoridades españolas han venido demorando de forma inexplicable. Los productos que no superen la prueba de calidad y seguridad a que los someterá la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (Aemps) tendrán que dejar de venderse. Los que la superen, podrán seguir en las farmacias etiquetados como "medicamento homeopático sin indicaciones terapéuticas aprobadas".

Las etiquetas deberán indicar que no tienen "indicaciones terapéuticas"

Para aspirar a ello, sus fabricantes tendrán que aportar a la Aemps la composición detallada de los componentes activos, así como de los excipientes. El laboratorio fabricante deberá disponer del certificado de normas de correcta fabricación e informar de la posible existencia de ingredientes de origen humano o animal.

Aquellos que no se conformen con aquella catalogación y quieran disponer de la aprobación de la indicación terapéutica oficial tendrán que pasar los mismos controles que tienen que superar los medicamentos científicos, lo que incluye la realización de los largos y costosos ensayos clínicos, en su fase final en seres humanos, que deben demostrar que son efectivos a la hora de tratar alguna dolencia. Si lo consiguen, tendrán que pagar una tasa anual de 370 euros para renovar un permiso de comercialización que en su día se les concedió de forma provisional. Los demás, pagarán 90 euros.

El objetivo de la orden es, según la ministra Dolors Montserrat, “decirles bien claro a los pacientes que no hay evidencia terapéutica" de que el producto que decidan comprar funciona. El anuncio fue realizado por la ministra en el marco de una reunión del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, que reúne al Gobierno central y las consejerías de Salud de las comunidades autónomas, la mayoría de las cuales se pronunciaron a favor de una reglamentación más estricta de estos productos y de que no se les pueda llamar “medicamentos” cuando la comunidad científica es unánime a la hora de denunciar que son totalmente inútiles para curar.

Una gota en todos los océanos del planeta

Hasta ahora, la administración española se había limitado a legalizar en 1994 todos los productos homeopáticos que estaban a la venta solicitando a sus productores tan solo la documentación solicitada para su autorización y registro. Aquella iniciativa permitió dar un cierto reconocimiento legal a 19.134 productos. Desde entonces, estos artículos han seguido en los anaqueles de las farmacias pese a su más que dudosa utilidad. La proporción de sus –por otra parte cuestionables– principios activos equivale en algunos casos a “verter una gota de principio activo en todos los océanos del planeta, agitarlo y beber al azar de todos los mares”, según el blog Buena Vida

Desde hace algo más de un año, la homeopatía viene recibiendo una serie de duros golpes procedentes de los sectores científicos que están empezando a socavar su gran éxito comercial. Diversas universidades han retirado cursos patrocinados de sus planes de estudios. El año pasado, la Real Academia Nacional de Farmacia advertía en un informe que los productos homeopáticos no solo son inútiles, sino que pueden ocasionar “un riesgo para la salud de los ciudadanos” porque los pacientes pueden abandonar los tratamientos eficaces para tomarlos. La institución reclamaba al Gobierno una regulación estricta de estas sustancias. En junio, un niño de siete años moría en Italia por culpa de una otitis que se complicó porque sus padres la trataron con homeopatía y abandonaron los antibióticos.

Pese a miles de estudios, más de la mitad de los españoles aún creen que funciona

Pese a que miles de estudios han concluido que la homeopatía no tiene mayor eficacia terapéutica que la del placebo –como obligan a admitir en el etiquetado las autoridades sanitarias estadounidenses con la inscripción “No hay evidencias científicas de que funcione”– la industria creada alrededor de las acientíficas teorías de su creador, el alemán del siglo XVIII Samuel Hahnemann –de que lo que causa una dolencia, diluido en agua hasta dosis más que infinitesimales, nulas, cura dicha dolencia– genera un mercado de miles de millones a nivel mundial (al que se augura un gran crecimiento en los próximos tiempos). La principal empresa comercializadora de estos productos en España, Boiron, factura 20 millones al año, y alcanza los 370 millones anuales en su país, Francia.

Ello se debe en gran medida al desconocimiento de la sociedad, como ha revelado el informe del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de febrero, que incluyó en sus encuestas algunas preguntas sobre las denominadas pseudoterapias, y en el que se aprecia la gran confusión de los ciudadanos sobre las mismas. Según el CIS, un 5% de los españoles consumen productos homeopáticos cada año y la mayoría de la gente considera que se trata de medicamentos como los demás porque se venden en envasados y con prospectos similares en las farmacias y porque incluso hay personal sanitario que los receta (en un 18,4% de los casos de dicho consumo). Otra reciente encuesta de la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT) dio como resultado que el 52,7% de los españoles se identificaba mucho, bastante o algo con la afirmación de que los productos homeopáticos funcionan, aunque solo el 7% estaba “muy convencido” de ello.

En 2005, la más prestigiosa revista médica del mundo,The Lancet, pedía en un irónico editorial titulado El fin de la homeopatía que precedía a un completo estudiodejar de malgastar tiempo y dinero en tratar de demostrar los efectos de una terapia que no había conseguido hacerlo en dos siglos de historia. En España vamos a seguir desperdiciándolos un poco más. Mientras tanto, una iniciativa bautizada como Sugarfree (Libre de azúcar, por la sacarosa que es lo único que contienen muchas píldoras homeopáticas) trata de identificar las farmacias donde por razones éticas no se venden estos productos.