La cruda imagen del cadáver de un rinoceronte negro abatido por cazadores furtivos con sus dos cuernos amputados fue la fotografía ganadora absoluta de la edición 2017 del Wildlife Photographer of the Year, el mayor concurso del mundo de fotografía de naturaleza, y por supuesto uno de los más prestigiosos, organizado anualmente desde 1964 por el Museo de Historia Natural de Londres (NHM, en sus siglas en inglés).

Su autor fue el surafricano Brent Stirton, que la tomó en la reserva de Hluhluwe Imfolozi, la más antigua de África, situada al noreste de su país. Antes de hacerla asistió a una treintena de escenas similares, lo que pone de manifiesto las dimensiones de la caza furtiva que extermina a estos animales por todo el continente debido a que las medicinas tradicionales china y vietnamita atribuyen a los cuernos (que no son más que acumulaciones de queratina, el mismo material del que están hechos nuestros cabellos o uñas) unas inexistentes propiedades curativas para diversas dolencias graves.

La instantánea ganadora muestra a un rinoceronte muerto por cazadores furtivos

En el mercado asiático se pagan por ellos decenas de miles de euros por kilo, lo que ha espoleado a miles de africanos que jamás ganarían estas cantidades en toda su vida a jugársela para matar rinocerontes. Stirton tituló su imagen, ganadora además de la categoría Historia, Homenaje a una especie que está siendo arrastrada a la extinción por este tráfico ilegal tras haber sido ya diezmada durante el siglo XX por los cazadores ricos europeos y norteamericanos. Apenas quedan unos 5.000 rinocerontes negros en todo el continente, cuya población se recuperó gracias a una estricta protección tras haber pasado de 65.000 ejemplares en 1970 a apenas 2.000 en 1993.

Para el director del NHM, Michael Dixon, "el rinoceronte negro ofrece una contrapartida sombría y desafiante a la historia de esperanza de la ballena azul. Al igual que el críticamente amenazado rinoceronte negro, las ballenas azules fueron cazadas una vez hasta llevarlas al borde de la extinción, pero la humanidad actuó a escala global para protegerlas. Esta impactante imagen de un animal masacrado por sus cuernos es una llamada a la acción para todos nosotros".

A la edición de este año, la 53ª del galardón organizado por el NHM, se presentaron más de 50.000 imágenes enviadas desde 92 países (en la primera edición fueron solamente 600). De entre todas ellas, un panel internacional de jueces especializados seleccionó 100 fotografías finalistas capturadas por profesionales y aficionados en rincones de todo el planeta. Y de entre el centenar que pasaron la gran criba se eligieron los ganadores de las 16 categorías en que se divide el certamen. Dos de ellos, además, se llevaron los dos galardones más preciados: el premio de ganador absoluto y el de ganador absoluto juvenil.

La increíble diversidad de la vida

La selección de las 100 mejores fotos de este año permanecerá expuesta en la sede del museo londinense, en Exhibition Road, South Kensington, hasta el 28 de mayo. Posteriormente, y como en las anteriores ediciones, emprenderá una gira mundial. Según el jurado, las fotos seleccionadas “representan la increíble diversidad de la vida en nuestro planeta, desde muestras de comportamiento animal raramente vistas hasta mundos submarinos ocultos”.

La espectacular Cangrejo sorpresa, del australiano Justin Gilligan, donde aparece una nutrida manada de crustáceos araña gigantes desplazándose por un fondo marino de Tasmania frente a la que un enorme pulpo maorí parece tener problemas para elegir una presa a la que hincarle el pico, ofrece ambas cosas. La instantánea obtuvo el premio en la categoría Comportamiento de Invertebrados. Gilligan documentaba un trasplante de algas para la universidad de la isla cuando se topó con esta inesperada escena en un fondo arenoso del paso de Mercury.

Una de las imágenes más bellas es sin duda El asaltante nocturno, en la que se puede ver a un oso hormiguero gigante que trata de desmoronar con sus fuertes garras un enorme termitero a la luz de un cielo inundado de estrellas y de la bioluminiscencia de unas larvas de escarabajo apostadas sobre el gran nido de las termitas para atraer a otros insectos voladores. Su autor, el brasileño Marcio Cabral, que la tomó con una larga exposición, de 30 segundos, en la sabana del Parque Nacional de las Emas (al suroste de Brasil), se llevó merecidamente el premio en la categoría Animales en su ambiente. Ema es el nombre local que recibe el ñandú, el pequeño avestruz suramericano.

La premiada más joven es una italiana de 5 años y medio que captó unas gaviotas en el aire

Asociamos siempre las imágenes más espectaculares de la naturaleza con instantáneas de grandes animales en acción mostrando todo su poderío o su belleza, pero el Wildlife Photographer of the Year tiene también una categoría de Plantas y hongos que no desmerece en absoluto a las demás. La ha ganado este año el rumano Dorin Bofan con la fotografía Tapiz de vida, tomada en el cañón de Hamnøy, en las islas Lofoten, al norte de Noruega, que muestra sus laderas cubiertas de pequeños abedules de montaña iluminados por una dorada luz solar.

Se presentaron al concurso instantáneas de todo el mundo obra de fotógrafos de todos los orígenes y todas las edades, y por ello en la convocatoria del Museo de Historia Natural hay categorías para jóvenes de 15 a 17 años, de 11 a 14 e incluso para los menores de 10. La primera de ellas, y el premio absoluto de Joven Fotógrafo de Naturaleza del Año, se la llevó el holandés Daniël Nelson, autor de La buena vida, donde se ve a Caco, un joven gorila de llanura occidental del Parque Nacional de Odzala (República de Congo) que bosteza tumbado en un claro de la selva mientras acaricia un gran fruto del árbol del pan que espera comerse después de descansar.

En el destinado a fotógrafos de entre 11 y 14 años ganó la estadounidense Ashleigh Scully con Atascado, donde aparece una hembra de zorro rojo con medio cuerpo enterrado bajo la nieve en busca de algo que comer, que pudo captar en el mítico Parque Nacional de Yellowstone. El premio de los más pequeños fue para la italiana Ekaterina Bee, de tan sólo 5 años y medio, que durante un viaje en barco con su familia por las costas de Noruega atrapó la imagen que tituló En manos de las gaviotas, una instantánea una nube de aves marinas que se aproximaban a los pasajeros que les lanzaban pan. Una fotógrafa de naturaleza más que precoz.