Primero fue Harvey, que arrasó la costa del sur de Texas, donde no se recordaban vientos y lluvias de tal magnitud, y provocó decenas de muertes. Pocos días después llegó Irma, con vendavales de una fuerza sin precedentes en las últimas décadas, que llevó la devastación a Florida tras dejar su huella en Cuba, Barbados, San Martín y las Islas Vírgenes. A su estela se formaron José y Katia, propiciando en inusual hecho de que hubiera tres huracanes activos a la vez en la misma zona del Atlántico. Éstos son cada año más frecuentes y más fuertes. ¿Tiene todo esto algo que ver con el cambio climático?

No hay evidencias concluyentes de una relación directa, admiten los científicos que unánimemente atribuyen el calentamiento global a la acción humana sin lograr persuadir de ello al presidente de la nación más afectada por estos últimos fenómenos meteorológicos, como en una especie de venganza de la naturaleza contra sus políticas ambientales, Donald Trump, quien posee grandes complejos turísticos en Florida, en uno de los cuales, llamado Mar-a-Lago, suele pasar los fines de semana y las vacaciones.

Las previsiones para esta temporada son de 5 a 9 huracanes y hasta 19 grandes tormentas

Sin embargo, sí se puede afirmar que, con el aumento de la temperatura media del planeta, la atmósfera acumula mayor humedad, por lo que los huracanes y tormentas generan más lluvia que en el pasado. Harvey dejó un récord inimaginable de 1.318 litros de lluvia por metro cuadrado registrados en una estación meteorológica cerca de Cedar Bayou (Texas, Estados Unidos). Y que con el incremento del nivel del mar, el impacto del oleaje sobre las costas tiene cada vez efectos más destructivos. En las últimas décadas, el mismo ha subido de media unos 15 centímetros a escala global.

Aunque no se puede establecer todavía un vínculo directo e inequívoco por falta de información, porque hay que estudiar estos fenómenos en relación con periodos muy extensos, de decenas de años, Gerry Bell, destacado especialista del Centro de Predicción Climática de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, según sus siglas en inglés) estadounidense, sí constata que “hemos estado en una era más activa desde 1995 porque las temperaturas han sido generalmente más altas” mientras que "desde 1971 hasta 1994 las temperaturas fueron más bajas, por lo que las temporadas de huracanes fueron más tranquilas”. Y la ciencia es casi unánime en atribuir un origen antropogénico a estas temperaturas más altas que la media.

Magnitudes inusuales

Desde el 1 de junio se han registrado en el Atlántico Norte, el golfo de México y el Caribe 12 tormentas con vientos máximos superiores a los 117 kilómetros por hora, y 4 huracanes, de los que dos, Harvey e Irma, alcanzaron la categoría 3 o superior, con vientos superiores a los 177 kilómetros por hora. El Centro de Predicción Climática predijo en agosto la formación de entre 14 y 19 tormentas y entre cinco y nueve huracanes en la zona, que en esta época del año, entre finales del verano y principios del otoño, reúne las condiciones idóneas para que se gesten: las aguas templadas fomentan su crecimiento y se registra una carencia de cambios repentinos del viento, que ayudarían a evitarlas. Se trataba de una previsión "por encima de lo normal", alertaba la agencia estatal: habitualmente, la temporada se saldaba con una media de 12 tormentas tropicales, de las cuales seis alcanzaban la condición de huracán. Las cifras se disparan año tras año.

Teniendo en cuenta las condiciones que precisan los huracanes para desarrollarse, parece evidente que el calentamiento del planeta no puede sino favorecerlos. "Es irresponsable que nuestros líderes políticos no acepten lo que esta está ocurriendo", el "vínculo claro" entre el cambio climático y la intensidad de los huracanes: "Los huracanes se alimentan del agua caliente. Cuanto más caliente está el agua, más fuertes son", afirma la doctora Ligia Collado-Vides, profesora de Ciencias Marinas en la Universidad Internacional de Florida.

La subida del nivel del mar agrava los efectos de los temporales sobre el litoral

Aunque no puede decirse que el cambio climático fuese su causa directa, “Harvey ha sido casi con toda seguridad más intenso de lo que hubiera sido en ausencia de calentamiento causado por el hombre, lo que significa vientos más fuertes, más daño por acción del viento y una marejada ciclónica mayor", zanja la cuestión sin asomo de duda Michael E. Mann, catedrático de Ciencias Atmosféricas de la Universidad Estatal de Pensilvania.

Los científicos llevan tiempo alertando de que el calentamiento del planeta no puede sino intensificar cuantitativa y cualitativamente los "fenómenos meteorológicos extremos", como sequías, olas de calor, lluvias torrenciales e inundaciones o huracanes y tifones de magnitudes hasta ahora inusuales. "La intempestiva sequía de 2016 en California, la ola de calor de 2011 en Estados Unidos y la inundación de Pakistán en 2010, así como la ola de calor en Europa de 2003, pertenecen a una serie de extremos muy preocupantes", señalaba el mismo Mann junto con otros autores en un estudio publicado por la revista Scientific Reports. Y lo mismo valdría para la canícula despiadada de este verano en buena parte del continente europeo. 

El equipo responsable de la investigación identificó "oleadas inusualmente persistentes de la corriente en chorro" (gigantescos flujos de aire que circulan ondulando de una altitud mayor a una menor mientras viajan entre el Ártico y los trópicos) "que sustentan estos fenómenos meteorológicos extremos". "Se ha sospechado que la actividad humana ha contribuido a este patrón antes, pero ahora descubrimos una clara huella de la actividad humana", afirmaba Mann a principios de este año.

Debido a esta persistencia, el tiempo tarda más en cambiar en un punto en concreto. Y "si el mismo clima persiste durante semanas en una región, los días soleados pueden convertirse en una ola de calor y sequía, o las lluvias duraderas pueden provocar inundaciones", señalaba Stefan Rahmstorf, del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático de Alemania, otro de los firmantes del trabajo. Una de las causas de la enorme destrucción causada por Harvey fue precisamente que se detuvo, sin avanzar, durante largo tiempo sobre Houston.

“Investigaciones recientes sugieren que los fenómenos climáticos que rompen nuestros esquemas históricos serán más frecuentes”, afirma Harvey Noah S. Diffenbaugh, profesor de Sistemas Climáticos en la Universidad de Stanford:“Mis colegas y yo hemos concluido recientemente que el cambio climático ha aumentado las posibilidades de que se produzcan olas de calor que batan récords en el 80% del planeta y que en un 50% de la Tierra se produzcan acontecimientos extremos de precipitaciones o de sequía”, añade.

"Está claro que la vida y el sustento de millones de estadounidenses estarán en riesgo si Trump y su administración continúan negando la existencia del cambio climático y su impacto en la amenaza que representan los huracanes", advierte Bob Ward, del Instituto Grantham de Investigación sobre Cambio Climático y Medio Ambiente de la London School of Economics and Political Science. "¿Cuántos desastres naturales y cuántas muertes harán falta para que ustedes escuchen lo que dicen los científicos más prestigiosos del mundo?", espetaba a Trump el columnista de El Nuevo Herald de Miami Andrés Oppenheimer.