Margaret Atwood, Yann Martel, el premio nobel de Literatura John Maxwell Coetzee, el actor Stephen Fry, Naomi Klein y Rebecca Solnit y una larga lista de hasta un centenar de escritores de todo el mundo han firmado hasta ahora un manifiesto de apoyo a Greenpeace en el contencioso que enfrenta a la organización ecologista más famosa del mundo con una compañía maderera que produce papel para algunas de las principales editoriales internacionales, mediante las que muchos de ellos publican sus obras.

La compañía canadiense Resolute Forest Products demandó a Greenpeace Internacional (así como a su rama estadounidense, a la plataforma Stand.earth y a diversos activistas individuales) el año pasado a raíz de un informe de la entidad ambientalista en la que ésta denunciaba que la empresa está cortando árboles muy viejos de bosques boreales amenazados para fabricar papel y destruyendo estos ecosistemas únicos.

La compañía provee de papel a varias de las principales editoriales internacionales

En su querella por "difamación" y "extorsión" presentada ante un juez federal estadounidense, la empresa, que habla de un "plan criminal" contra ella, por parte de los demandados, exige una indemnización de 300 millones de dólares canadienses (unos 190 millones de euros). De ser condenada por un juez, la organización ecologista vería seriamente comprometido su futuro si tuviera que pagar una cantidad semejante. El presupuesto de Greenpeace Internacional en 2013 fue de 79 millones de euros

Otra demanda presentada por la empresa ante la justicia canadiense contra la organización Greenpeace nacional y activistas individuales, en la que reclama 7 millones de dólares (unos 4,6 millones de euros) es objeto de una enconada batalla legal cuyo último episodio tuvo lugar en marzo, cuando el Tribunal de Apelaciones de Ontario desestimó un recurso de Resolute contra un fallo de un tribunal del pasado verano que consideraba "frívolas" algunas de las alegaciones de la compañía, como que todas las organizaciones de Greenpeace han vulnerado "sistemáticamente" las leyes de todo el mundo o que en 2012 la entidad ecologista gastó más en recaudar dinero que en todas sus campañas de defensa del medio ambiente de ese año.

Las editoriales Hachette, Penguin Random House, HarperCollins y Simon & Schuster están entre los clientes que utilizan el papel de la maderera canadiense, el mayor grupo del país en este sector, que exporta a más de 80 países de todo el mundo y con cuyos productos se confeccionan libros, revistas, folletos, catálogos y pañuelos de papel. Resolute Forests obtuvo en 2015 unos beneficios de 257 millones de dólares canadienses (169 millones de euros) con una facturación de 3.600 millones (casi 2.400 millones de euros).

Pueblos indígenas

Según Greenpeace, la empresa obtiene madera "de bosques amenazados en Ontario y Quebec" y afirma que en el de Montagnes Blanches en Quebec, a unos 700 kilómetros al norte de Montreal, uno de los boreales mejor conservados del país, ha dañado el hábitat del caribú hasta el extremo de que, para las autoridades provinciales, esta especie "está en peligro de extinción" en su territorio, tras perder el 92% de la superficie apropiada para su supervivencia: entre 2001 y 2013 se han dañado más de 1,2 millones de hectáreas de bosques intactos, casi la mitad del total.

En Ontario, la empresa "gestiona amplias extensiones de tierra en el Bosque Amenazado de Trout Lake-Caribou", y el hábitat de estos rumiantes está, según informes científicos del gobierno federal, "demasiado degradado", lo que pone en peligro el futuro del animal en este territorio, aseguran los ecologistas. Además, la tala masiva reduce la capacidad de este gran pulmón que le queda al planeta para absorber CO2 y ralentizar con ello el incremento del calentamiento global.

Un tribunal de Ontario consideró "frívolas" algunas alegaciones de los demandantes

Asimismo, Greenpeace afirma que la compañía maderera protagoniza numerosos conflictos con pueblos indígenas canadienses, y que el gobierno de la nación cree ha exigido a la misma que deje de talar en sus tierras tradicionales en las Montagnes Blanches. Asimismo, los atikamekw declararon en 2014 su soberanía sobre sus zonas tradicionales afectadas por la explotación de Resolute.

El informe señalaba que de una forma "sin precedentes en todo el mundo", Resolute, la mayor empresa productora de madera certificada del planeta, ha visto canceladas o suspendidas nada menos que cuatro certificaciones de sostenibilidad del FSC (Forest Stewardship Council [consejo de administración forestal], uno de los organismos más prestigiosos en este ámbito a nivel interncional) de su actividad maderera, que afectaban a una superficie de más de ocho millones de hectáreas de bosque, una superficie similar a la de Austria, por incumplir los requisitos ambientales exigidos.

La parte demandante ha creado una web específica para ofrecer su versión del conflicto, en la que afirma que "lejos de ser un destructor de bosques", la empresa ha plantado "más de 1.000 millones de árboles" en las regiones boreales", que "no es responsable de la pérdida permanente de prácticamente ninguna superficie forestal" y que "ha creado beneficios sustanciales" para los pueblos indígenas de las zonas donde opera "a través de la participación compartida en el negocio forestal sostenible".

La demanda de la maderera es considerada por Greenpeace como un "ataque contra la libertad de expresión" que busca acallar a la organización y a otros movimientos sociales y ha puesto en marcha una campaña de recogida de firmas dirigida a las editoriales Penguin Random House, HarperCollins, Simon & Schuster y Hachette. Otra campaña de recogida de apoyos en la plataforma Avaaz reclama a las editoriales que compran el papel de esta empresa a que "insten a Resolute a que cese en su ataque contra la libertad de expresión y que se conviertan en defensores de nuestros bosques".