Científicos de la Universidad de Granada (UGR) han estudiado los efectos y beneficios de mantener la cubierta herbácea en el suelo de los olivares, en el marco de una investigación que pretende revertir el papel de la agricultura como fuente de dióxido de carbono (CO2) y contribuir a su papel mitigador frente a los impactos del cambio climático.

En un artículo publicado recientemente los científicos han mostrado los resultados obtenidos tras un año de medición en un olivar en Úbeda (Jaén), que demuestran que la cubierta herbácea aumenta notablemente la captación de carbono, actuando como sumidero de CO2, uno de los principales gases de efecto invernadero.

El olivar es uno de los cultivos más representativos en la región mediterránea y en concreto en España. En Andalucía, este cultivo es especialmente relevante, no sólo por su extensión, pues representa el 60% del cultivo español de olivar, sino también por su importancia económica, social y medioambiental.

Actualmente, el cultivo del olivar se enfrenta a numerosos problemas ambientales debido, entre otros, a la aplicación de prácticas agrícolas convencionales como el arado intensivo, la eliminación de la cubierta herbácea y la utilización de plaguicidas y fertilizantes químicos.

Estas prácticas han ocasionado grandes pérdidas de carbono orgánico del suelo y reducido la capacidad del ecosistema para actuar como sumidero de CO2, con el consiguiente daño medioambiental y alto coste económico.

Balance anual la fijación neta de CO2 dos veces superior

En el olivar, el mantenimiento de la cubierta herbácea entre las calles tiene numerosos beneficios como el control de la erosión y el aumento de los niveles de carbono orgánico del suelo. Sin embargo, su efecto sobre la captación-emisión de CO2 a nivel de ecosistema ha sido poco estudiado.

Los resultados de esta investigación impulsada por la UGR demuestran que la cubierta herbácea aumenta notablemente la fijación de CO2, especialmente durante la época de crecimiento.

En marzo, cuando la hierba alcanza su máximo crecimiento, la fijación neta mensual de CO2 llega a ser tres veces superior con cubierta herbácea que sin ella. Cuando la hierba se corta en abril, dejando los restos vegetales en el suelo, las emisiones de CO2 crecen debido al aumento de la respiración del suelo.

A pesar de estas mayores emisiones de CO2 en primavera, en el balance anual la fijación neta de CO2 es dos veces superior en el manejo con cubierta herbácea que en el manejo sin cubierta herbácea.

A largo plazo, esta mayor fijación de CO2 se traduce en un aumento de los niveles de carbono orgánico del suelo y una reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera. De esta forma, la aplicación de estas prácticas sostenibles en olivar, así como en otros cultivos, contribuye a mitigar los efectos del cambio climático, a la vez que reduce los costes derivados de la aplicación de medidas correctoras para evitar la degradación del suelo, mejorando la competitividad del producto.