El calentamiento global descongelará un 20% más de permafrost de lo que se pensaba anteriormente, potencialmente liberando cantidades significativas de gases de efecto invernadero en la atmósfera terrestre. Un nuevo estudio de investigación internacional, con expertos en cambio climático de la Universidad de Leeds, la Universidad de Exeter, ambas en Reino Unido, y la Met Office (Servicio Meteorológico Nacional del Reino Unido), revela que el permafrost es más sensible a los efectos del calentamiento global de lo que se pensaba anteriormente.

El estudio, publicado ayer lunes en Nature Climate Change, sugiere que cerca de cuatro millones de kilómetros cuadrados de tierra congelada –un área más grande que India– podrían perderse por cada grado adicional de calentamiento global experimentado. El permafrost es suelo congelado que ha estado a una temperatura inferior a 0ºC durante al menos dos años, cuya materia orgánica atrapada almacena grandes cantidades de carbono.

Cuando el permafrost se deshace, la materia orgánica comienza a descomponerse, liberando gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono y el metano que aumentan las temperaturas globales. Se estima que hay más carbono contenido en el permafrost congelado que el que se encuentra actualmente en la atmósfera; por lo que la descongelación del permafrost tiene consecuencias potencialmente perjudiciales, no sólo para las emisiones de gases de efecto invernadero, sino también para la estabilidad de los edificios situados en ciudades de alta latitud.

Aproximadamente 35 millones de personas viven en zonas de permafrost, con tres ciudades construidas sobre el permafrost continuo junto con muchas comunidades más pequeñas. Un deshielo generalizado podría hacer que el suelo se vuelva inestable, poniendo las carreteras y edificios en riesgo de derrumbe.

Objetivos climáticos contra el deshielo

Estudios recientes han demostrado que el Ártico se está calentando alrededor del doble que la tasa del resto del mundo, con el permafrost ya comenzando a descongelarse en grandes áreas. Los investigadores de este trabajo, de Suecia y Noruega, además del Reino Unido, sugieren que podrían evitarse las enormes pérdidas de permafrost si se cumplen objetivos climáticos ambiciosos.

La doctora Sarah Chadburn, de la Universidad de Leeds, afirma que "un objetivo de estabilizar la temperatura en un incremento por menor de 1,5ºC salvaría aproximadamente dos millones de kilómetros cuadrados de permafrost". "El logro de los ambiciosos objetivos climáticos del Acuerdo de París podrían limitar la pérdida de permafrost –continúa–. Por primera vez hemos calculado cuánto se podría salvar".

En el estudio, los investigadores utilizaron una combinación novedosa de modelos climáticos globales y datos observados para proporcionar una estimación robusta de la pérdida mundial de permafrost bajo el cambio climático. El equipo examinó la forma en que cambia el permafrost a través del paisaje y cómo está relacionado con la temperatura del aire.

Luego, consideraron posibles aumentos en la temperatura del aire en el futuro y los convirtieron en un mapa de distribución de permafrost usando su relación basada en la observación, lo que les permitió calcular la cantidad de permafrost que se perdería bajo los objetivos de estabilización climática propuestos. Según el coautor Peter Cox, profesor de la Universidad de Exeter, Reino Unido, han encontrado que "el patrón actual de permafrost revela la sensibilidad del permafrost al calentamiento global".

La investigación sugiere que el permafrost es más susceptible al calentamiento global de lo que antes se pensaba, ya que estabilizar el clima a 2ºC por encima de los niveles preindustriales conduciría a la descongelación de más del 40% de las actuales áreas de permafrost.

"La ventaja de nuestro enfoque es que la pérdida de permafrost puede estimarse para cualquier escenario de calentamiento global relevante para la política", afirma la doctora Eleanor Burke, del Met Office Hadley Center. "La capacidad de evaluar con mayor precisión la pérdida de permafrost puede alimentar una mayor comprensión del impacto del calentamiento global y, potencialmente, informar a las políticas sobre el calentamiento global", concluye.