No hay evidencias científicas de que el producto funcione" y las indicaciones alegadas por el fabricante "se basan únicamente en teorías del siglo XVIII que no son aceptadas por la mayoría de los expertos médicos actuales”. Estas rotundas afirmaciones deberán constar obligatoriamente a partir de ahora en los envases de los productos homeopáticos que se comercialicen en Estados Unidos.

Así lo ha decidido la Comisión Federal de Comercio (FTC, en sus siglas en inglés), la agencia encargada de velar por los derechos de los consumidores estadounidenses, que se marca como objetivo "prevenir las prácticas comerciales fraudulentas, engañosas y desleales" y que en esta línea ha decidido imponer a los supuestos medicamentos homeopáticos las mismas regulaciones por lo que se refiere al etiquetado, la publicidad y la información al consumidor que rigen para el conjunto de las medicinas convencionales que ofrecen prestaciones similares.

La multinacional Boiron pagó 12 millones de dólares para evitar demandas en California

Igualmente, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) tomará cartas en el asunto de los productos basados en esta pseudociencia y pasará a controlar previamente a su comercialización la eficacia y seguridad de los preparados, que hasta ahora no pasaban por su examen, y que pueden venderse sin receta. El sector homeopático genera un volumen de negocio en el país que alcanza los 1.200 millones de dólares anuales (unos 1.129 millones de euros).

"La homeopatía, que data del siglo XVIII, se basa en la teoría de que los síntomas de una enfermedad pueden ser tratados con dosis pequeñas de sustancias que producen síntomas similares cuando se proporcionan en dosis mayores a personas sanas. Muchos productos homeopáticos se diluyen hasta el punto de que ya no contienen niveles detectables de la sustancia inicial", señala el comunicado en el que la FTC anunció la decisión.

Dado que no informar adecuadamente de ello puede considerarse engañoso para el consumidor, lo que violaría la Ley de la FTC, la administración federal impondrá a partir de ahora a las compañías fabricantes que lo hagan constar en sus anuncios y en el etiquetado de los artículos. La decisión fue adoptada por el organismo pertinente con tres votos a favor y ninguno en contra. En 2012, la multinacional francesa Boiron, un gigante del sector –su valor en bolsa es de 1.360 millones de euros–, aceptó pagar 12 millones de dólares (11,2 millones de euros) para frenar diversas demandas por publicidad engañosa de sus productos en California. Cinco de esos millones se destinaron a devolver el dinero a los clientes.

Superior a un placebo

En Estados Unidos, los medicamentos tienen que demostrar su eficacia y seguridad tras pasar al menos dos pruebas con grupos de control empleando el sistema denominado de doble ciego, que trata de dilucidar si sus efectos en el tratamiento de una dolencia son superiores a los de un placebo. En experimentos de este tipo, se suministra el producto a un grupo de control y un placebo a otro. Ni los integrantes de estos grupos ni los mismos investigadores conocen previamente al análisis de los resultados quién ha recibido cada sustancia.

Según la inmensa mayor parte de la comunidad científica, los resultados de los productos homeopáticos no superan los del placebo. La Organización Mundial de la Salud, la Comisión Nacional de Salud australiana, la Comisión de Ciencia de la Cámara de los Comunes del Reino Unido y la Oficina Federal de la Salud Pública de Suiza han alertado de la inutilidad de esta pseudomedicina, que hasta 2004 estuvo parcialmente financiada por la seguridad social francesa. Pese a ello, se trata de un sector en auge: un estudio de la empresa consultora Investigación para la Transparencia del Mercado revela que la pseudociencia generó un volumen de negocio de 3.638 millones de euros en todo el mundo en 2015. Y que algunas estimaciones auguran que podría superar los 16.000 millones en 2024, registrando un crecimiento medio del 18,2% anual.

El sector generó en 2015 más de 3.600 millones de euros en todo el mundo 

En España, donde Boiron facturó 60 millones en 2011, y donde según un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas cerca del 13% de los españoles dice preferir las llamadas terapias alternativas a la medicina científica, el Ministerio de Sanidad inició en 2013 un proceso de regulación del sector que se encuentra inconcluso. Con el mismo se quería poner fin a una situación de alegalidad que permitía a miles de estos productos, de acuerdo con una disposición transitoria de 1995, ser vendidos en las farmacias sin ser considerados ni medicamentos ni alimentos y sin disponer de registro de sanidad.

El ministerio presentó en 2011 un Documento de análisis de situación de las terapias naturales con el que empezó a arrojar luz sobre el opaco mundo de las pseudociencias en nuestro país. En el mismo se señalaba que "las revisiones realizadas concluyen que la homeopatía no ha probado definitivamente su eficacia en ninguna indicación o situación clínica concreta, los resultados de los ensayos clínicos disponibles son muy contradictorios y resulta difícil interpretar que los resultados favorables encontrados en algunos ensayos sean diferenciables del efecto placebo". El observatorio de las pseudociencias creado por el Grupo de Investigación en Comunicación Científica (GRECC, en sus siglas en catalán) de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, advierte de que el estatus social de esta pseudoterapia es "alto", al igual que lo es su "peligrosidad". El pasado mes de marzo, la Universidad de Barcelona suprimió un Máster en Homeopatía tras un informe emitido por su Facultad de Medicina que presentaba similares conclusiones.

Tras esta decisión académica, Boiron denunció una "persecución" y convocó una conferencia de prensa en la que su directora general delegada, Valérie Poinsot, afirmó que "el 33% de los españoles, el 44% de los belgas y el 57% de los franceses consumen homeopatía" y que "uno de cada dos oncólogos franceses" decían sí a la misma, aunque fue incapaz de aportar la fuente de dicho dato. "Me la tienen que dar ustedes, yo no la tengo", respondió a un periodista. La ejecutiva francesa tampoco pudo argumentar por qué son eficaces sus productos. “Los pacientes no necesitan la evidencia científica de un medicamento, sólo que funcione... ¿De qué sirve la confirmación científica de un beneficio que lleva más de 200 años constatándose en la vida real?”, espetó a los informadores.