Cada día, cientos de miles de oficinas y tiendas en todo el mundo generan millones de toneladas de residuos de papel. En el mejor de los casos, los depositan en contenedores de reciclaje para que con ellos se pueda generar nueva materia prima con un menor coste ambiental y energético. En el peor, el residuo acaba en el vertedero entremezclado con el resto de desperdicios de la sociedad de consumo.

Pero algunas empresas de Nueva York que tienen que cortar este material para adaptar sus dimensiones a distintos usos gráficos y que generan con ello numerosas largas tiras del mismo han encontrado un nuevo destino para ellas: las depositan en unos cubos parcialmente llenos de cola para que Nikolas Gregory haga taburetes.

El Scrap Stool se fabrica él solo al depositar las tiras en una papelera con cola

Aunque, de hecho, los muebles los hacen los mismos empleados de la empresa al depositar en vertical y en paralelo las tiras de papel en lo que en realidad son unos moldes donde un pegamento de secado lento del utilizado durante toda la vida en las imprentas y empresas de artes gráficas va endureciendo el material.

El resultado final no recuerda demasiado al típico taburete con una plataforma horizontal redondeada que se apoya sobre tres o cuatro largas patas. Es más bien un amasijo de tiras de papel dispuestas en forma vertical, como un pincel, o más bien una fregona, de papel rígido en la que casi nadie apostaría por sentarse, temiendo dar con las posaderas en el suelo. Pero resulta que las entre 6.000 y 8.000 tiras que lo forman, que se reparten de forma equitativa el peso, pueden aguantar conjuntamente a un adulto de entre 80 y 110 kilos sin mayores problemas.

Taburetes de papel reciclado hay otros. En esto, el proyecto está lejos de ser pionero. Pero lo más revolucionario de la propuesta de Gregory, un diseñador y activista medioambiental, es que "puesto que el taburete emplea al cien por cien material de desecho y que el escaso trabajo efectuado ya está pagado, el coste es prácticamente nulo" (solamente el precio de la cola industrial), proclama.

"Cuando tiran el papel en nuestras papeleras, los empleados están fabricando muebles para nosotros. Sin alterar sus rutinas, los hemos transformado de productores de residuos en fabricantes de muebles... que reciclan de forma vigorosa", expone el diseñador. El equipo de Gregory trabaja ahora en el intento de aplicar este mismo método a la fabricación de otros elementos de mobiliario, como sillas, mesas, sofás e incluso camas.

La inspiración del abuelo

El Scrap Stool (literalmente, taburete de chatarra) pretende ser un toque de atención sobre la enorme cantidad de materiales que desperdicia nuestra sociedad. "Mi abuelo trabajó como cortador para un distribuidor de papel y generaba una gran cantidad de residuos que luego reducía a un tamaño común y pegaba con pegamento para aprovecharlos como blocs de notas, que nosotros llamábamos almohadillas de desechos. Todavía tenemos muchas. Son un testimonio de la incapacidad de mi abuelo para permitir que este material se perdiera sin ser aprovechado", recuerda Gregory.

La tarea de Gregory como diseñador gráfico le llevaba a menudo a imprentas donde veía tirar gran cantidad de papel. El recuerdo del empeño recuperador de su abuelo inspiró la idea de los taburetes de tiras unidas por pegamento flexible. El taburete demostró su viabilidad y resistencia y ello ha permitido pensar en otros muebles más complejos y ambiciosos. Y el proceso de fabricación no supone ninguna complicación para la actividad diaria de los cortadores de papel, que participan en un proyecto "práctico, divertido y un poco absurdo".

"Hemos sido bendecidos y maldecidos con una sobreabundancia de cosas. Somos tan ricos que los residuos tienen poco valor para nosotros. Y nosotros queremos intentar transformar algo que de otro modo sería arrojado a la basura. Estamos utilizando los residuos como medio de transmitir una idea. Mi objetivo es no sólo diseñar proyectos que impliquen críticas a lo que se hace en el mundo, sino que también aporten soluciones a dichos problemas", asegura.

Gregory creó una inmobiliaria falsa que ofrecía lucrarse con el cambio climático

El activismo de Nikolas Gregory le llevó a participar recientemente en la creación de la falsa compañía inmobiliaria Higher Tides (Las Mareas Altas), supuestamente dedicada a la venta de inmuebles que aumentarán de valor gracias a la elevación del mar provocada por el cambio climático, cuando éste haga avanzar las aguas por encima del litoral de ciudades costeras como Nueva York o Miami. "Somos una compañía de bienes raíces que le impedirá perder dinero por el calentamiento global", afirmaba un video promocional emitido en diciembre coincidiendo con la celebración de la trascendental cumbre climática COP 21 en París.

Pronto, la red se llenó de comentarios al respecto. La polémica subió rápidamente de nivel. Diversos medios de comunicación trataron de entrevistar a los impulsores de Higher Tides y descubrieron que los mismos se mostraban esquivos  y que sus perfiles en la red no resistían la menor investigación. En realidad, todo respondía al deseo de denunciar cómo no faltan inversores sin escrúpulos que tratarán de sacar provecho de un desastre ambiental.

"Higher Tides es una sátira. Todo es falso. Pero diversos agentes inmobiliarios y potenciales clientes contactaron conmigo, e incluso una entidad sin ánimo de lucro, la Waterfront Alliance, que trabaja para proteger el litoral, nos ofreció asociarnos para reconstruir la ciudad de Nueva York de forma más resistente al cambio climático". "Parece que convencí a algunas personas conservadoras que no creían en el calentamiento global con el argumento de que 'si hay alguien que se lucra con ello, es que debe ser real'", se ufana Gregory.