La fragmentación de hábitats es una de las peores amenazas para la biodiversidad. Los animales que se aventuran más allá de los cada día más aislados espacios naturales donde pueden sobrevivir corren grandes peligros, y uno de los más frecuentes es morir atropellados. Frente a este problema, los pasos para la fauna son la mejor solución.

Los ecoductos son pasos elevados para la fauna salvaje, particularmente para grandes mamíferos, sobre autopistas o vías férreas, aunque también hay pasos bajo las mismas destinados a animales más pequeños como anfibios y reptiles, incluso para invertebrados. Permiten la conexión entre poblaciones de animales y la reducción del número de bajas entre los mismos registradas bajo las ruedas de automóviles o trenes.

El 80% de las muertes de linces ibéricos se debe a los atropellos por el tráfico rodado

Son habituales en países europeos como Holanda y Alemania, y también los hay en el Parque Nacional de Doñana para proteger al lince ibérico. Ahora, en los Estados Unidos se construye un paso emblemático sobre la autopista I-90, en el estado de Washington, al noroeste del país, y se prepara otro en Colorado. Las estadísticas revelan que estos puentes verdes son muy utilizados por sus destinatarios. 

Se calcula que la construcción de pasos para la fauna puede incrementar en un 8% los costes de una infraestructura viaria, pero sus beneficios son, sin duda, mucho mayores, pues además de preservar la vida de la fauna salvaje, evitan muertes de conductores en accidentes al tratar de esquivar a los animales y reducen los daños en los vehículos.

Los pasos elevados suelen tener una anchura superior a 25 metros y se cubren con tierra que permita el crecimiento de especies vegetales que servirán de guía a los animales y reducirán su impacto visual.

Uno de los casos más conocidos y analizados es el de la concurrida Trans-Canada Highway (Autopista Transcanadiense), una de las infraestructuras viarias más largas del mundo, que atraviesa el Parque Nacional de Banff, en la provincia de Alberta. A su paso por el parque, el más antiguo de Canadá, ofrece 41 puntos para el paso de la fauna salvaje, seis ecoductos y 35 pasos inferiores que suelen utilizar los animales de menor tamaño.

Y vaya si lo hacen: desde que se empezó a monitorizar hace 20 años a 11 especies de grandes mamíferos de este espacio natural, como el oso, el ciervo canadiense y el puma, sus ejemplares los han atravesado en más de 200.000 ocasiones.

 

Efecto barrera

 

La mortalidad de animales por atropello es uno de los impactos más conocidos de las grandes infraestructuras de transporte. Para algunas especies amenazadas, como el emblemático lince ibérico del sur de España y Portugal, representa hoy en día la principal causa de muerte, con el 80% de los casos. En Flandes, el 40% de los tejones muere cada año en las carreteras.

Pero este no es el único efecto negativo que pueden ayudar a mitigar los ecoductos. La fragmentación de los hábitats como consecuencia de la proliferación de carreteras, vías férreas o canales navegables está reconocida internacionalmente como una de las mayores amenazas para la diversidad biológica. El aislamiento de poblaciones y la reducción de sus posibilidades de desplazamiento las pueden llevar al colapso. Es el llamado efecto barrera, probablemente el más dañino para la fauna.

En los Países Bajos, las carreteras y sus márgenes ocupan el 5% del territorio, cinco veces más que en España, por lo que se trata de uno de los estados europeos con el espacio natural más fragmentado. Para conectar adecuadamente los hábitats, la red viaria holandesa cuenta con una red de 600 pasos para fauna, que son usados por jabalíes, ciervos, corzos y el amenazado tejón europeo. Por dos pasos elevados sobre la autopista A50 pasaron sólo en un año unos 5.000 ciervos y jabalíes.

En los Estados Unidos, estos pasos no son tan habituales, aunque desde hace unos años funciona una red en Florida diseñada específicamente para proteger el amenazado puma norteamericano, y otra más en California. En el estado de Washington se construye desde el verano pasado un ecoducto emblemático sobre la autopista interestatal I-90. El nuevo ecopuente se sitúa en el área de la cordillera de las Cascadas, en un punto crítico de tránsito de animales en dirección norte-sur en opinión de los grupos conservacionistas de la zona.

Los Países Bajos cuentan con más de 600 pasos entre elevados e inferiores

Este nuevo corredor tendrá unos 45 metros de ancho y si se cumplen las previsiones estará terminado en 2019. El proyecto se ha llevado a cabo gracias al empuje de la I-90 Wildlife Bridges Coalition, un conjunto de organizaciones que se aliaron para conseguir que la administración construyera el puente. Sus técnicos esperan que ayude a mamíferos de gran tamaño, como el oso negro y el alce, y que contribuya a la recuperación de especies amenazadas como el glotón y el lobo.

Washington sigue así los pasos de Montana, que rediseñó un tramo de 90 kilómetros de la autopista 93 con la construcción de 41 pasos para fauna, tanto elevados como inferiores. Se trata de un tramo especialmente delicado, donde se había observado un elevado número de muertes por atropello de osos grizzly, ciervos y pumas. En los Estados Unidos la muerte de animales en las carreteras es especialmente problemática: la organización Culture Change calcula que cada día circulan 190 millones de vehículos y se producen un millón de accidentes con animales implicados.

Probablemente por ello, la conciencia ciudadana en relación a los corredores para fauna es cada día mayor. Otro caso con implicación popular se ha registrado en Colorado, donde la asociación Rocky Mountain Wilde recoge fondos para la construcción del que será probablemente el ecoducto de mayor impacto del país. Se trata de un paso elevado sobre la autopista I-70, conocida como el muro de Berlín para la fauna salvaje. El proyecto, elegido mediante concurso, ya tiene ubicación definitiva y ahora espera el momento de que se inicien las obras.