Australia está en guerra contra las especies invasoras. La siguiente batalla la librará contra las carpas. Y en esta ocasión sin la polémica que ha rodeado otras actuaciones en defensa de la biodiversidad endémica, puesto que pescadores y organizaciones ecologistas están de acuerdo en liberar un virus para erradicar a este pez de agua dulce de uno de los principales ríos del continente, el Murray.

La carpa común o carpa europea (Cyprinus carpio) llegó a las aguas continentales australianas en la primera década del siglo XIX de la mano de los europeos, que la introdujeron para su cría, principalmente para consumo humano, pero no llegó a ser un problema hasta mediados del siglo pasado, cuando algunos ejemplares encontraron su camino hasta el sistema fluvial tras ser liberados accidentalmente desde una granja.

Constituyen hasta el 90% de la biomasa de animales en algunas zonas del Murray

La población de carpas aumentó de manera exponencial. Actualmente, se calcula que constituyen hasta el 90% de la biomasa de peces en algunas zonas de la cuenca del sistema Murray-Darling, un éxito reproductivo con el que las especies autóctonas no pueden competir. De hecho, la mitad de los peces nativos del Murray ya están catalogados como vulnerables o en peligro de extinción. La carpa común está incluida en la lista 100 de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

La principal amenaza para el ecosistema es su forma de alimentarse, puesto que muestran predilección por el sustrato vegetal de los fondos poco profundos, que es igualmente el alimento de numerosas especies nativas. Es tal la preocupación de pescadores y conservacionistas que ambos colectivos se han unido para abanderar una lucha biológica contra las carpas.

La ecologista Australian Conservation Fundation (ACF) ha formado una inverosímil alianza con la Australian Recreational Fishing Foundation (que agrupa a los pescadores deportivos), el Invasive Species Council (organismo encargado de la lucha contra las plagas foráneas), la National Farmers’ Federation (que representa a los granjeros) y el National Irrigators Council (consejo de regantes) con el objetivo de presionar a las autoridades para que lancen el virus de origen natural herpesvirus koi esperando que aniquile a la que consideran “la peor plaga acuática de agua dulce en Australia”.

Un respiro para las especies nativas 

La enfermedad causada por el herpesvirus koi (KHV), también conocido como virus de la nefritis intersticial y virus de la necrosis de las branquias, afecta principalmente a los riñones, la piel y las branquias del pez, mermando así su capacidad para respirar y causándole la muerte por asfixia. El virus se propaga por contacto directo, aunque también pueden infectarse a través del agua, y tarda unos siete días en tener un efecto notable. Una vez que la carpa está claramente infectada, muere en 24 horas.

El virus por sí solo no acabará con toda la población de carpas, pero reducirá considerablemente el número de ejemplares. Además, como sucede con cualquier otro tipo de herpes viral, los sobrevivientes infectados portarán la enfermedad de forma latente, de forma que con el tiempo puede reactivarse y transmitirse de nuevo. El KHV fue descubierto en Europa a finales de 1990, tras descubrirse grandes cantidades de carpas muertas. Pero mientras en Europa se lamentan las perdidas, en Australia se frotan las manos pensando en los efectos de esta nueva arma.

Los expertos dicen que es improbable que la enfermedad modifique el equilibrio ambiental

¿Y los riesgos? Los expertos defienden que es improbable que la enfermedad modifique el equilibrio ambiental de los ríos al dañar a otras formas de vida. Es más, todo lo contrario, auguran que permitirá que prosperen las vulnerables especies nativas. Durante siete años, los científicos de la agencia científica nacional australiana, Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation (CSIRO), la han estado probando en peces, aves, anfibios y otros animales que se encuentran a lo largo del río Murray. “Estamos muy seguros de que sólo va a afectar a las carpas”, explica el investigador principal del proyecto, Ken McColl.

Según explica McColl, se ha demostrado que el virus no representa ningún peligro para 13 especies nativas, como el bacalao Murray (Maccullochella peelii), varias especies de perca, otras de anguiliformes y peces gato, así como el cangrejo de río (Cherax destructor) y otras especies ictiológicas no autóctonas. El virus también ha sido probado en pollos, ratones, ranas, tortugas y dragones de agua, como representantes de una comunidad fluvial más amplia, sin efecto sobre ellos. Y nada hace sospechar a los investigadores que vaya a tener impacto en otro grupo importante de animales: los seres humanos.

El CSIRO también ha planeado cuidadosamente una estrategia de seguimiento y liberación del virus para evitar la terrible imagen de cientos de carpas muertas flotando en la superficie de los ríos. La propuesta de control biológico ya se está preparando para que sea aprobada por el gobierno federal y los estatales. Ellos tendrán la última palabra.