Podría ser la última oportunidad de evitar el desastre. Los representantes de 195 estados se reúnen desde hoy y hasta el próximo 11 de diciembre en la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático en París, de la que es imprescindible que salga un acuerdo ambicioso y vinculante para frenar el cambio climático que sustituya a partir de 2020 al vigente Protocolo de Kioto (1997), un compromiso modesto (un 5,2% de reducción de emisiones) que casi nadie ha cumplido.

Los gobiernos asistentes deberán comprometerse a reducir sus emisiones para conseguir mantener hasta finales de siglo el promedio de aumento de la temperatura global por debajo de los dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales. Si se supera este nivel, el planeta se expone a una catástrofe climática, según lleva años alertando la comunidad científica internacional.

El objetivo es mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de los 2 ºC

A diferencia del Protocolo de Kioto, en el que se fijaban metas individuales de reducción a cada país según su capacidad contaminadora, el tratado que ahora se negocia no impondrá cuotas diferentes. Cada país ha presentado previamente, y de forma voluntaria sus compromisos en esta materia. Se espera que la cumbre sirva como punto de partida de una posible erradicación del uso de combustibles fósiles en este siglo y para concretar la financiación de los países ricos, principales emisores de gases de efecto invernadero, a los países en desarrollo para que puedan mitigar y adaptarse a las consecuencias del calentamiento global.

Tras casi 20 años de intentos fallidos, se espera que la comunidad internacional sea capaz de dejar a un lado los intereses económicos nacionales cortoplacistas y lograr que vea finalmente la luz un acuerdo vinculante. Para ello, será clave el papel que juegue China y los Estados Unidos, países que generan casi el 45% de las emisiones y que en su momento no ratificaron el Protocolo de Kioto.

Tanto Estados Unidos como China, actualmente el mayor emisor, llevan haciendo declaraciones de buenas intenciones desde hace varios meses. El presidente norteamericano, Barack Obama, cuyo país es el que más ha contribuido durante décadas al cambio climático, ya admite sin tapujos que estamos ante “la mayor amenaza” para el futuro y ha anunciado un plan para reducir en 2030 las emisiones de carbono de las centrales eléctricas de todo el país en un 32% (respecto a los niveles de 2005) e impulsar la inversión en energías renovables.

China se ha fijado como objetivo alcanzar el nivel máximo de emisiones en torno a 2030, cuando iniciará la reducción, y aumentar paulatinamente la proporción de fuentes no contaminantes en su consumo total de energía. Por su parte, la Unión Europea, responsable del 12% de las emisiones mundiales, anunció que las recortará en al menos un 40% también para 2030.

Manifestaciones multitudinarias

Pocos se atreven ya a negar el calentamiento del planeta por culpa de las actividades humanas, ante las evidencias concluyentes sobre el más rápido y acelerado cambio de clima sufrido por la Tierra en muchos milenios (hay que recordar que todos ellos han provocado extinciones masivas de especies). Entre los principales acusados están la industria, la deforestación, el transporte y la agricultura intensiva.

También acelera el calentamiento el consumo masivo de carne y pescado, que genera más emisiones que el transporte y no para de crecer (para 2050 se espera que aumente en un 75%) “¿Por qué la carne queda fuera de la agenda política? Los gobiernos guardan silencio por el miedo a la reacción de los votantes y a una industria poderosa económicamente”, detalla la investigadora Laura Wellesley, de la organización Chatham House, criticando que el tema sea un tabú en las negociaciones que hoy se inician en una capital francesa blindada por los recientes atentados terroristas.

“En los últimos 800.000 años, las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso han llegado a niveles sin precedentes. Las de dióxido de carbono han aumentado en un 40% desde la era preindustrial debido, en primer lugar, a las emisiones derivadas de los combustibles fósiles y, en segundo lugar, a las emisiones netas derivadas del cambio de uso del suelo. Los océanos han absorbido alrededor del 30% del dióxido de carbono emitido por la actividad humana, lo que ha provocado su acidificación”, sentenciaban los 800 científicos del Panel Intergubernamental de Científicos de la ONU sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) en su último informe.

El consumo masivo de carne y pescado es un tema tabú en las negociaciones

Si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan al ritmo actual, el termostato de la Tierra subirá entre 3,7 y 4,8 grados en 2100 respecto al nivel preindustrial, según el IPCC, que estima que hay que reducirlas en un 60% para 2050 (respecto a los niveles de 2005) y que deben bajar a cero en 2100.

De lo contrario, la consecuencia será un aumento generalizado de las temperaturas –2015 va en camino de convertirse en el año más cálido desde que comenzaron a hacerse los registros meteorológicos– y del nivel del mar, mayor irregularidad de las precipitaciones y fenómenos climáticos extremos, como inundaciones y sequías, cada vez más frecuentes, intensos y de mayor duración. “La ciencia ha hablado. No hay ambigüedad. Los políticos deben actuar”, recalcó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en la presentación del estudio.

El inicio de la cumbre viene precedido de manifestaciones multitudinarias en más de 2.000 ciudades de 150 países. Y es que los ciudadanos están cada vez más concienciados: casi el 80% está preocupado por el cambio climático y el 67% reclama un acuerdo internacional vinculante para disminuir las emisiones de gases invernadero, según una encuesta mundial realizada por la World Wide Views Alliance con apoyo de Francia y de la ONU.

“Pedimos a los políticos un acuerdo justo, ambicioso y vinculante que evite las peores consecuencias del cambio climático y acelere la transición hacia un modelo energético 100% renovable”, destaca la Alianza por el Clima, que aglutina a más de 400 organizaciones españolas que se han unido en una movilización sin precedentes. Nuestro futuro está en juego. ¿Ganaremos?