Hasta mediados del siglo XIX, la navegación a vela fue el principal medio de transporte de personas y mercancías a través del mundo. El descubrimiento de la máquina de vapor y su aplicación a los grandes buques señaló el principio del fin de una era. Pero esta podría volver. En tiempos de alerta por el calentamiento global, nuevos diseños de barcos de carga impulsados por la energía eólica pretenden reducir el impacto ambiental de la navegación comercial, disparado durante las últimas décadas debido a la globalización.

Según el World Shipping Council, navegan por los mares del mundo al menos 6.000 grandes barcos de carga, unos 5.000 de ellos enormes portacontenedores, y al menos otras 1.200 grandes naves comerciales que transportan coches y camiones. Cada año se transportan por vía marítima unos 120 millones de contenedores, según datos de 2013 del Consejo Mundial de Transporte Marítimo (WSC, en sus siglas en inglés).

Más de 55.600 barcos mercantes transportan el 90% del total del comercio mundial

Pero esa es solamente una pequeña parte del total. Según las estadísticas de la sociedad de análisis de riesgos Lloyd's Register of Shipping, la flota mercante mundial alcanzó a principios de 2014 la friolera de 55.625 barcos (incluyendo cargueros, petroleros, buques tanque de gas y otros), con un desplazamiento total de 1.607 millones de toneladas. El 90% del comercio mundial viaja en ellos.

Las emisiones de dioxido de carbono (C02) de este inmenso tráfico marítimo se estiman en del 3 al 5% del total de emisiones humanas, pero se augura que para el año 2050 podrían elevarse hasta el 15%, detalla el estudio Regulating air emissions from ships (Regulando las emisiones atmosféricas de los barcos) del Centro de Investigación Conjunto (JRC, en sus siglas en inglés) de la Comisión Europea.

Se trata de 1.000 millones de toneladas al año, el doble de las que emite la aviación comercial y algo más de las que emite Alemania. Además, el elevado contenido de azufre de los carburantes que emplean los mercantes, de una media de 27.000 partes por millón, tiene un severo impacto sobre la vida marina. En 2020, esta sustancia no podrá sobrepasar el 0,1 de la composición del combustible en determinadas rutas, según ha acordado la Organización Marítima Internacional.

"Tenemos planteado todo un acicate para los diseñadores navales, que ya trabajan en la búsqueda de sistemas que permitan a los buques quemar menos derivados del petróleo" explica el ingeniero noruego Terje Lade, al frente de un equipo del Centro Fraunhofer de Logística y Servicios Marítimos, de Hamburgo (Alemania) que ha diseñado un mercante que puede viajar impulsado parcialmente por el viento... pero sin velas.

Placas solares y cometas

Y no se trata de una pequeña embarcación de recreo. Su Vindskip (barco de viento, en lengua noruega) es un mercante de nada menos que 46 metros de altura que puede aprovechar el llamado viento relativo (el que sopla en trayectoria paralela y opuesta a la marcha de un barco, tren o avión) para propulsarse, empleando como velamen la enorme superficie de su casco.

El barco no se impulsaría solamente por medio del viento. Emplearía motores de gas natural licuado. Pero el uso de las corrientes de aire relativo para contribuir a hacerlo avanzar le permitiría reducir en más de la mitad el consumo energético. "Mi barco necesita un 60 por ciento menos de combustible y libera un 80 por ciento menos de emisiones", asegura Terje Lade.

"Mediante el desarrollo de algoritmos de navegación que procesarían los datos de las previsiones meteorológicas sobre dirección e intensidad del viento se le podría dar el ángulo óptimo para lograr el máximo efecto del diseño. Así, se puede encontrar la mejor ruta a través del océano, tanto si buscas la más económica como si pretendes ajustarte a una hora de llegada a puerto", afirma el ingeniero, que ha creado la compañía Lade AS para desarrollar el proyecto.

La energía eólica ahorraría al Vindskip un 60% de combustible y un 80% de emisiones

Viajando a 16 nudos, el Vindskip puede generar una corriente de aire aparente que logre un impulso de la nave de hasta el 45% del total necesario para hacerlo surcar las aguas. Sus creadores creen posible tener el barco listo para navegar en 2018.

Otros diseñadores han optado por diseños más convencionales, con velas como las de toda la vida, aunque con conceptos y materiales de nueva generación. Es el caso del Ecoliner Fair Winds, que desarrolla la empresa holandesa Dykstra, un gran barco de transporte de contenedores de 130 metros de eslora y 8.000 toneladas con cuatro grandes mástiles con velas rígidas controladas por un programa informático

El Skysails,  por el contrario, un proyecto en el que se trabaja también desde Hamburgo, opta por ser arrastrado por una enorme cometa, para aprovechar el mucho más fuerte viento que se registra a gran altura como forma de ahorrar combustible, un modelo ya empleado por vehículos de pequeño tamaño como trineos que ya están operando en lugares como Groenlandia o la Antártida, pero nunca aplicado hasta ahora a una embarcación de estas dimensiones.

El viento no es la única fuente de energía sostenible que podría impulsar los grandes cargueros del futuro. El casco del portacontenedores eFuture 13000, de la Japan Marine United Corporation, está totalmente cubierto por placas solares, cuyo rendimiento debe ayudarle a recortar en un 30% su consumo de combustible y sus emisiones en relación con los barcos convencionales de su mismo tonelaje.