Durante lo poco que le queda, 2015 va seguir siendo un año de grandes expectativas. Las miradas están puestas en los grandes encuentros de los dirigentes políticos mundiales que se suceden estos días y en los que deben decidir si cambian de rumbo y la orientación de la manera en que gestionamos el planeta o, como suelen, siguen con el mismo, manteniendo e incluso agravando los problemas e injusticias actuales.

La Cumbre de Desarrollo Sostenible ha servido de prólogo a la esperada 21 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21/CMP11), la llamada cumbre del clima, que tendrá lugar del 30 de noviembre al 11 de diciembre en la capital francesa.

Los no cumplidos Objetivos del Milenio se ven reemplazados por los nuevos ODS

A finales de septiembre, los países miembros de la ONU pactaban los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Un acuerdo con 17 objetivos y 169 metas concretas a aplicar en los próximos 15 años que se propone erradicar la pobreza extrema, apostar por la inclusión social y el desarrollo económico, y proteger el planeta.

La ambiciosa agenda de desarrollo post-2015 reemplazará a los Objetivos del Milenio (ODM), una propuesta histórica con ocho metas consensuadas hace tres lustros por la comunidad internacional. A finales de año expira el plazo estipulado para su cumplimiento sin que se hayan alcanzado la totalidad de los propósitos, si bien se han obtenido algunos logros significativos como la reducción a la mitad del número de personas que viven en la pobreza extrema, según los datos de la ONU.

El primer objetivo para 2030 sigue siendo erradicar la pobreza extrema en todo el mundo. Pero las cifras no siempre reflejan la realidad. Para cuantificar el número de pobres se diseñó en 1985 el indicador IPL (International Poverty Line, Línea Internacional de la Pobreza). De acuerdo con el mismo, en 1985, eran pobres aquellas personas que vivían con menos de 1,02 dólares al día; en 1993, con 1,08 dólares; en 2008, con menos de 1,25 dólares y desde este mes, con menos de 1,90 dólares diarios (1,72 euros). De acuerdo con estas revisiones, millones de personas han pasado a quedar por encima del umbral sin que sus condiciones de vida hayan variado realmente, tal y como denuncia el antropólogo Jason Hickel.

La desigualdad no ha dejado de aumentar y la brecha entre ricos y pobres es hoy incluso más grande, también en los países desarrollados: solamente las 85 personas más ricas del planeta acumulan la misma riqueza que los 3.500 millones de personas más pobres. “La globalización económica, la liberalización, la privatización en curso de los servicios públicos y el papel cada vez mayor de las empresas han desplazado las relaciones de poder, minando los derechos humanos y la construcción de medios de vida sostenibles. El mundo es ahora a la vez más rico y más desigual que nunca desde la Segunda Guerra Mundial”, expone la ONU en el informe El progreso de las mujeres en el mundo 2015-2016.

Seguridad alimentaria

Sin embargo, la futura agenda de desarrollo 2030 no afronta con contundencia este problema de desigualdad, cuya reducción pondría fin a la pobreza extrema. En el objetivo número 10, tan sólo insta a “de aquí a 2030, lograr progresivamente y mantener el crecimiento de los ingresos del 40% más pobre de la población en una tasa superior a la media nacional, entre otras medidas”, una propuesta absolutamente insuficiente para uno de los padres de los ODM, Jan Vandemoortele, quien señala que “es perfectamente posible que el ingreso de los más necesitados crezca más rápido que el promedio nacional, y que la desigualdad siga aumentando por la erosión de la clase media”.

Además de acabar con el hambre, los ODS pretenden consolidar la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición –aunque no hablan del problema de la obesidad que sufren los países desarrollados–, garantizar la igualdad de género, el acceso a la educación, a la salud, al agua y a una energía "asequible, fiable, sostenible y moderna", construir infraestructuras resilientes, fomentar la innovación y adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos, así como proteger la biodiversidad.

Las 85 personas más ricas tienen lo mismo que los 3.500 millones más pobres

Y, para conseguir todo ello, el documento aboga por seguir promoviendo el crecimiento económico, pero, eso sí "sostenido, inclusivo y sostenible" (objetivo 8). No hay en los ODS ningún reconocimiento de que el sistema actual, el que nos ha traído hasta aquí, no funciona, sino todo lo contrario: el espíritu del acuerdo apunta a que sólo necesita unos pequeños ajustes que no pasan por cambiar el actual modelo de producción y consumo ni por limitar la riqueza desmesurada.

Otra de las metas incumplidas de los Objetivos del Milenio ha sido la de conseguir la igualdad de género, un propósito que retoman los ODS (objetivo 5). Las mujeres siguen luchando por sus derechos, pues continúan con dificultades para acceder al mercado laboral, ganan un 24% menos que los hombres por realizar el mismo trabajo y tienen más probabilidades de vivir en la pobreza que ellos, y no digamos ya de sufrir violencia y discriminación. Además, millones de madres siguen muriendo durante el parto, sobre todo en los países en desarrollo, a pesar de que la mortalidad materna ha descendido en conjunto en todo el mundo.

La agenda por conseguir la plena igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres es compartida por la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, un plan histórico firmado por 189 gobiernos hace 20 años para materializar los derechos de las mujeres. También a finales de septiembre, en el marco de la 70 Asamblea de la ONU, se celebró la primera Reunión de Líderes Mundiales sobre Igualdad de Género y Empoderamiento de la Mujer, denominada Un Compromiso a la Acción, en la que, paradójicamente, la mayoría de los ponentes y representantes de los países eran hombres, para celebrar el vigésimo aniversario y revisar el trabajo de Beijing.

Finalmente, de poco servirá dibujar un horizonte lleno de buenos propósitos para lograr un mundo mejor y menos injusto si los 195 países miembros de la Conferencia sobre el Cambio Climático (COP21) no se comprometen con medidas valientes el próximo diciembre para alcanzar un acuerdo que entraría en vigor a partir de 2020. Porque, a diferencia de quienes tienen privilegios económicos a preservar, el planeta no entiende de dinero ni de tiempo.