A lo largo de las diferentes etapas de nuestra vida, debemos adaptar nuestra alimentación para conseguir un adecuado estado de salud, teniendo en cuenta las necesidades nutricionales de cada período vital.

También en el caso de la menopausia es imprescindible que se tengan en cuenta una serie de factores para mejorar el estado de salud y prevenir diferentes enfermedades relacionadas con las alteraciones que se registran en el cuerpo de la mujer.

La menopausia suele aparecer entre la quinta y sexta década de la vida, anunciada por una disfunción ovárica, y provoca un conjunto de cambios fisiológicos y en la mayoría de las ocasiones, alteraciones psicológicas.

Uno de los cambios fisiológicos que más nos suele preocupar es el aumento de peso. Se produce por dos factores. El primero es una pérdida de masa magra que ocasiona una importante reducción en las necesidades energéticas diarias. Debido a que el individuo no modifica sus hábitos alimenticios y sigue consumiendo las mismas calorías que antes, se registra en un período de tiempo relativamente corto un aumento de peso.

Y el segundo factor es el aumento de masa grasa, que suele provocar una gran preocupación por la imagen. A pesar de que este aumento no sea excesivo, la percepción que tenemos del aumento de volumen suele ser bastante mayor.

A partir de los 50 años se incrementa el riesgo de sufrir fracturas por falta de calcio 

Para mejorar esta situación, se recomienda realizar una dieta baja en calorías, con un control exhaustivo del consumo de grasas, sobre todo las poco saludables como las saturadas e hidrogenadas.

Además, hay que tener presente que, debido a la falta de estrógenos, suelen aumentar los niveles de colesterol, una circunstancia que justifica aún más el control del consumo de grasas.

Durante la menopausia, es recomendable la ingesta de soja. Su consumo se relaciona con una reducción en los niveles del colesterol y, también, en la sintomatología de este periodo, de la que son el ejemplo más evidente los sofocos.

Una patología relacionada con la menopausia es la osteoporosis. A partir de los 50 años, las mujeres tienen tres veces más riesgo de padecer una fractura de cadera o de vértebras que los hombres. Por ello, una alimentación rica en calcio desde la infancia es fundamental para tener una correcta salud ósea en la edad adulta.

En el caso que durante la infancia no se haya asimilado la suficiente cantidad de calcio y no se haya realizado ejercicio, la densidad ósea puede ser inferior a la adecuada. Ello puede provocar mayor riesgo de padecer osteoporosis durante la edad adulta.

Aun así, una ingesta adecuada de calcio y una correcta asimilación de vitamina D durante la menopausia, o en edades más avanzadas, contribuirá a preservar la masa ósea.

Para poder alcanzar una etapa menopaúsica adecuada, es fundamental realizar una dieta saludable desde nuestra juventud, y combinarla con ejercicio.