Aunque no estará entre las peores, una de las muchas consecuencias del cambio climático será la desaparición de numerosos productos de nuestras mesas. De seguir así las cosas, el calentamiento global puede dar un golpe mortal a los cultivos de gran número de alimentos en amplias zonas del planeta, que en pocas décadas serán demasiado cálidas, demasiado secas o demasiado lluviosas para albergarlos. Algunos no desaparecerán totalmente, pero la drástica reducción de sus zonas de producción, y de ésta misma, harán su precio inasumible para gran parte de los consumidores.

El vino es uno de los más afectados. Hacia 2050, la mayor parte de las actuales zonas viticultoras del mundo habrán dejado de ser aptas para el cultivo. Y lo que es peor, las nuevas regiones propicias son en buena parte importantes reservas de la biodiversidad, que se verán amenazadas por la presión para ganar nuevas regiones para la viña. 

Entre un quinto y tres cuartos de los viñedos de todo mundo desaparecerán

El estudio hispano-chileno Cambio climático, vino y conservación, publicado en 2013 por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (Actas de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense) llegó a la conclusión de que la zona apta para la supervivencia de los viñedos, concentrada mayoritariamente en las regiones de clima mediterráneo del globo (mar Mediterráneo, California, centro de Chile, extremo suroccidental de Sudáfrica y sudeste de Australia) puede decrecer a mediados de siglo entre una quinta y tres cuartas partes, según lo que se incrementen las temperaturas medias de aquí a entonces.

Los investigadores de la universidad estadounidense de Stanford coinciden en el diagnóstico y estiman que las zonas productoras de vino de California podrían ver reducida su extensión en un 50%, aunque otro estudio de 2006 de la misma revista Proceedings of the National Academy of Sciences era mucho más pesimista, vaticinando las pérdidas de áreas de cultivo en el estado norteamericano en hasta “un 81%”.

Otro de los grandes amenazados es el chocolate. El Centro Internacional para la Agricultura Tropical (CIAT) advierte de que será en poco tiempo un artículo de gran lujo si los agricultores de Ghana y Costa de Marfil, los principales productores mundiales (el 70% de la producción global sale del oeste africano), no son capaces de superar los retos del calentamiento del planeta. 

Un aumento de las temperaturas medias en la región de más de dos grados centígrados hacia 2050 haría “decrecer seriamente” la extensión de las zonas aptas para el cultivo. Los árboles verán incrementarse enormemente su evapotranspiración, y las actuales altitudes óptimas para este vegetal, entre los 100 y los 250 metros sobre el nivel del mar, subirán hasta los 450-500 metros a mediados de siglo, lo que “incrementará la presión sobre las zonas boscosas y otros hábitats importantes para la fauna y la flora”, señalan los autores de la investigación.

La necesaria polinización

Tampoco el café escapará a los estragos que el clima más caluroso causará a la agricultura mundial. Países tradicionalmente lluviosos como Colombia o los de Centroamérica sufrirán o más copiosas precipitaciones o largas sequías. Ello afectará sin duda a la producción de la bebida más consumida del planeta. El calentamiento global fue uno de los temas centrales de la XXV Conferencia Internacional de la Ciencia del Café, celebrada en la ciudad colombiana de Armenia.

"El mayor reto es la sostenibilidad, ver cómo se enfrentan los problemas como el cambio climático manteniendo la calidad del café", declaró Astrid Nehlig, presidenta de la Asociación para la Ciencia y la Información sobre el Café (ASIC), organizadora de la conferencia, que reunió el año pasado a 486 investigadores, miembros de la industria y estudiantes de 45 países. "No estamos preparados para este problema", admitió, instando a los sectores implicados a acelerar los estudios y los avances tecnológicos que hagan posible que el café logre resistir las altas temperaturas.

Sea o no consecuencia, directa o indirecta, del cambio climático, la masiva desaparición de las abejas en todo el mundo también coloca la miel en la lista de los alimentos que cada vez serán más escasos. Y no solo la miel, innumerables cultivos dependen también de las colmenas, como sucede con las fresas, que necesitan la polinización de este insecto para proporcionar sus mejores frutos y en mayor cantidad, según han constatado en un trabajo en colaboración científicos de las universidades alemanas de Göttingen y Würzburg y de la sueca de Lund.

El cacao pasará a cultivarse de los 100-250 a los 450-500 metros de altitud

Pero es que, además, el incremento de las temperaturas amenaza las cosechas de fresas en el sur de España o en Inglaterra, mientras en México las alteraciones climáticas ya han reducido la producción en un 70% en pocos años. En otros lugares, serán las lluvias más frecuentes las que se lo pondrán difícil a los laboriosos himenópteros.

También sufrirá el azúcar. El presidente de la Asociación de Productores de Azúcar de Caña de Indonesia, Arum Sabil, advertía ya en 2011 que "la producción de caña de azúcar ha disminuido un 30% debido al cambio climático que venimos experimentando desde 2009". Eso ha conllevado otros efectos preocupantes para el medio ambiente: en 2013, el país asiático autorizó el cultivo de la primera caña de azúcar transgénica del mundo. “Es la única solución que tenemos”, se justificó el ministro de Agricultura.

Y lo mismo vale para el maíz. "A menos que los granjeros (norteamericanos) desarrollen variedades de maíz más tolerantes al calor o que gradualmente trasladen la producción de maíz de Estados Unidos a Canadá, las frecuentes olas de calor provocarán fuertes alzas en los precios", advertía un estudio publicado en la revista Climatic Change en 2012.

La desaparición o encarecimiento de algunos alimentos concretos puede ser especialmente sentida en algunos países. La tradicional pasta italiana dependerá en el futuro de las importaciones de cereal, porque el clima hará imposible cultivar trigo duro en la península a finales de siglo (de hecho, hacia 2020 empezará a caer la producción), según vaticina la Oficina Meteorológica Británica. Por su parte, los norteamericanos pueden ver dispararse los precios de su adorada mantequilla de cacahuete, cuyas cosechas han sido muy afectadas por las olas de calor de los últimos años. La de 2011 fue la peor de las últimas tres décadas