El ser humano intenta volver a sus orígenes: a la naturaleza. Cada vez es más frecuente tratar de integrarla en las junglas de cemento y asfalto en las que discurre nuestro día a día. Los techos verdes y los jardines verticales embellecen ya buena parte de los edificios de ciudades como Copenhague (Dinamarca) y Toronto (Canadá) en una apuesta por contribuir a la calidad ambiental y mejorar la estética urbana. Siguiendo esta tendencia, el arquitecto italiano Luciano Pia ha hecho realidad el sueño de más de un niño al desarrollar una especie de casas en los árboles, más sofisticadas, eso sí, que la de la protagonista de la serie televisiva estadounidense Punky Brewster.

Las viviendas del Proyecto 25 Verde, ubicadas en el centro de la ciudad italiana de Turín (en el número 25 de la calle Gabriele Chiabrera, concretamente), traen las montañas a la melancólica urbe sin dejar de lado las comodidades. Además de decorar las calles de la capital piamontesa, contribuyen a la absorción de dióxido de carbono, sirven de amortiguadores térmicos y reducen el polvo y el ruido. De esta manera mejoran la calidad de vida de los ciudadanos, que tienen que soportar los efectos adversos de una elevada contaminación atmosférica.

Las viviendas suavizan las temperaturas y reducen los niveles de polvo y ruido

Porque en esta mágica localidad, rodeada por los imponentes Alpes y bañada por el río Po y sus afluentes, la polución hace mella. La tercera urbe más rica de Italia, después de Roma y Milán, es una de las más contaminadas de la Unión Europea, debido sobre todo al abundante tráfico rodado y a la concentración de plantas industriales en sus alrededores.

Como no podría ser de otra manera en la ciudad de los Agnelli (fundadores del grupo industrial y automovilístico Fiat), familia que ha marcado la historia turinesa, los principales culpables de la pésima calidad del aire que respiran sus habitantes son los coches. Turín ostenta la primera posición en Italia en cuanto a contaminación atmosférica se refiere. En 2012 llegó a doblar los 50 microgramos –milésimas de gramo– de partículas por metro cúbico de aire que establece como límite la normativa europea, según el estudio Urbes 2015, recientemente publicado por el Gobierno italiano.

En este contexto han brotado las singulares casas en los árboles de Pia. El conjunto residencial consta de cinco plantas en las que se reparten 63 apartamentos con amplias terrazas y ventanales, y un jardín interior en el que descansan los árboles más grandes y el más majestuoso, un plátano de sombra de 15 metros de altura. “Es un edificio especial: crece, respira y cambia con el tiempo porque sus terrazas albergan 150 árboles, además de otros 40 en el jardín del patio”, detalla la página web del proyecto.

Recogida de aguas pluviales

Los habitantes se evaden del ruido y la polución en sus viviendas, cuya estructura está sostenida por vigas metálicas de color herrumbroso que simulan troncos y ramas. En las terrazas y en el interior del inmueble se distinguen árboles y arbustos de diferentes hojas, colores y flores. “Los árboles siguen el ciclo natural de las estaciones, crecen día tras día, protegen contra el ruido, crean un microclima ideal dentro del edificio al atenuar las temperaturas extremas del verano y del invierno”, explica el arquitecto.

Además, producen oxígeno y, entrelazados con las estructuras metálicas, recogen y transportan el agua de la lluvia, que se emplea para regar los jardines, hasta un tanque con una capacidad de 15.000 litros. El Proyecto 25 Verde es un claro ejemplo de cómo la eficiencia energética y la innovación arquitectónica pueden conjugarse para beneficiar al medio ambiente.

Ya hay automóviles 'ajardinados' circulando por Barcelona, Girona y Palma de Mallorca

La conservación de nuestro entorno también preocupa al paisajista barcelonés Marc Grañén, quien ha llevado las cubiertas ajardinadas a espacios móviles. Jardines con arbustos pequeños y flores de temporada o huertos urbanos con lechugas y fresones pasean por las ciudades encima de autobuses, camiones refrigeradores o furgonetas.

Jardineras de siete centímetros de alto, con plantas que consumen poca agua, se instalan en el techo del automóvil sobre un soporte hidropónico, con soluciones minerales que sustituyen el suelo, en forma de espuma o de lana de roca minera. Así, el sustrato es más ligero y no hay riesgo de que se filtren humedades en el vehículo.

Estos jardines móviles disminuyen las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera –las plantas capturan más de 20 kilogramos de CO2 por metro cuadrado al año–, aportan un importante ahorro energético –más del 30% gracias al aislamiento térmico– y además favorecen la biodiversidad –abejas, mariposas y pájaros, entre otros animales, comparten viaje con los humanos–. El sistema de Granén ha sido desarrollado a través de la empresa Phyto Kinetic y ya ha adornado los primeros vehículos en Barcelona, Girona y Palma de Mallorca.