Tras los smartphones, los smart cars, los smart buildings y las smart cities, llegan los smart foods. El objetivo de esta nueva generación de alimentos es combinar diferentes ingredientes bioactivos que actúen en la prevención de enfermedades o que incluso operen de forma simultánea sobre diversos problemas causados por una misma patología para favorecer la salud, el bienestar y la longevidad de quien los consuma.

Los investigadores del Proyecto Smartfoods, que desarrolla un consorcio de empresas y organismos públicos en las instalaciones del Parc Científic de la Universitat de Barcelona, tratan de descubrir qué ingredientes se pueden añadir a una dieta equilibrada para prevenir o potenciar la resistencia del organismo frente a determinadas enfermedades como la diabetes, los trastornos cardiovasculares, la obesidad, el cáncer o las enfermedades neurodegenerativas, que según la OMS podrían ser la causa de tres de cada cuatro muertes a finales de esta década.

Los investigadores quieren descubrir las interacciones entre genes y nutrientes

Se trata de dar un paso más respecto a los llamados alimentos funcionales, aquellos que ya potencian cualidades saludables al haber sido enriquecidos con aportes externos de minerales, vitaminas, ácidos grasos, fibra alimenticia o antioxidantes, como la leche con omega-3, por ejemplo.

Se trata de un concepto nacido en Corea del Sur y Japón en los años 80 del pasado siglo, cuya intención era la de hacer frente a ciertos déficits alimentarios de sus poblaciones y reducir con ello el alto costo de la atención sanitaria encargada de dar cobertura a una población cada vez más longeva. La definición japonesa para los alimentos funcionales considera como tal "cualquier alimento o ingrediente alimentario que pueda proporcionar beneficios de salud además de los tradicionalmente nutricionales".

Para superar la idea de los alimentos funcionales y llegar a unos productos que permitan incidir en las diferentes dianas en las que pueden diversificarse los efectos perniciosos de una patología, susceptibles de ser abordadas por un reactivo, un medicamento o una enzima, resulta esencial una evaluación de las interacciones que se produce entre nutrientes y genes, para lo que en el proyecto Smartfoods se utilizarán tecnologías de última generación.

Así se podrían identificar necesidades específicas de nutrientes de gran interés para grupos de población identificables genéticamente, para los que podrían diseñarse complementos alimenticios funcionales, un campo objeto de un subproyecto a cargo del Laboratorio de Biología Molecular, Nutrición y Biotecnología de la Universitat de les Illes Balears.

Costes sanitarios

La meta perseguida es lograr productos que permitan una alimentación personalizada, para aportar los elementos que necesita cada individuo en función de su estado particular de salud y en cada etapa de su vida. El proyecto contempla el desarrollo de alimentos o complementos alimenticios de este tipo destinados tanto a personas como a animales.

Según fuentes de la compañía tecnológica Alimentómica, la investigación se centrará “en el desarrollo y bienestar cognitivo, la salud intestinal, el síndrome metabólico, la obesidad y el envejecimiento” y “los resultados del proyecto permitirán incidir en el Sistema de Sanidad Pública español gracias a una significativa reducción de los costes de tratamiento de patologías multifactoriales debido a la alimentación”.

"Investigaremos fundamentalmente en las áreas de probióticos, prebióticos, péptidos bioactivos y lípidos estructurados, y realizaremos estudios in vitro, en modelos animales y ensayos clínicos que nos permitirán profundizar en los mecanismos de acción de los ingredientes estudiados”, explica el biólogo molecular y microbiólogo José A. Moreno, coordinador del proyecto.

El objetivo es lograr una alimentación personalizada para cada individuo

"El proyecto Smartfoods será clave para el desarrollo de nuevos productos de alimentación infantil y nuevos complementos alimenticios en los próximos años", afirma Maria Rodríguez, directora de Investigación Básica del Centro de I+D+i de Laboratorios Ordesa en el Parc Científic, unas dependencias equipadas con los más avanzados medios donde trabaja un equipo de nutricionistas, biotecnólogos, microbiólogos y pediatras, entre otras especialidades, que han desarrollado en los últimos años alimentos como cereales hidrolizados, leches líquidas infantiles o la primera papilla de cereales con efecto bífidus.

El proyecto, que tiene un periodo de desarrollo previsto de cuatro años, se enmarca en el Programa Estratégico de Consorcios de Investigación Empresarial Nacional (CIEN), impulsado por el Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI) del Ministerio de Economía, entidad que financia grandes proyectos de I+D+i orientados a la investigación en áreas estratégicas de futuro y con proyección internacional. Smartfoods cuenta con un presupuesto de 11,6 millones de euros y el CDTI aportará nueve de ellos, que en un 30% no son reembolsables.

En el consorcio que recibió el encargo del CDTI y que desarrollará el proyecto se agrupan compañías como Laboratorios Ordesa, Alimentómica, Andrés Pintaluba, Angulas Aguinaga, Biópolis, Grupo Siro y Nutrafur, además de 23 organismos públicos de investigación como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, universidades, centros tecnológicos y hospitales, coordinados todos ellos por el Centre Tecnològic de Nutrició i Salut de Reus (Tarragona).