El eclipse solar total de mañana viernes será una vez más un espectacular e inusual fenómeno astronómico: en Europa no se podía contemplar uno de estas características desde 1999, y el próximo no tendrá lugar hasta 2026. Precisamente por eso, y debido al auge de la producción de energía solar en el continente desde el anterior alineamiento astral completo, tendrá un fuerte impacto sobre el sistema eléctrico de la Unión Europea: se calcula que impedirá la producción de unos 35.000 megavatios, equivalente a la producción de unas 80 centrales de tamaño mediano.

En 1999 el porcentaje de electricidad procedente de tecnologías que aprovecharan la radiación solar era casi insignificante. En Europa, de apenas el 0,1% del total en 2002, según datos de la UE. Pero las cosas han cambiado mucho desde entonces. Un estudio de la banca UBS ha calculado que los costes de fabricación de placas fotovoltaicas se han reducido en un 85% desde 2007 y esta tecnología es ya capaz de competir en eficiencia con la mayoría de las fuentes menos limpias. En la última década, la capacidad instalada en Europa ha crecido cien veces.

Si el día amanece despejado, se dejarán de producir 35.000 megavatios

Con estos precios, la solar fotovoltaica podría convertirse en la primera fuente de electricidad mundial para 2050, según la Agencia Internacional de la Energía. En 2014 se produjeron al menos 160.000 gigavatios/hora en el mundo a través de esta tecnología, con una capacidad instalada de 185 gigavatios. Esto representó apenas un 0,85% de la demanda eléctrica del planeta, cifra que en Europa se eleva hasta el 3%, pero el exponencial crecimiento del sector parece confirmar un cambio de tendencia en el modelo energético mundial.

Ahora, en algunos países, y entre los europeos especialmente Alemania, su peso ya es considerable: el territorio germano tiene instalada una capacidad de producción fotovoltaica de 40 gigavatios, que le permitió alcanzar durante dos días consecutivos de mayo de 2012 un record de 22.000 megavatios/hora a mediodía, equivalente a la producción de veinte centrales nucleares. La energía solar cubrió el año pasado el 18% del consumo de electricidad de una de las mayores potencias económicas mundiales, según datos de la Asociación Europea de la Industria Fotovoltaica (EPIA). También en Italia, con cerca de 20 gigavatios de potencia instalada, y España, con menos de 5, alcanzó máximos de cobertura de la demanda superiores al 10%.

A nivel continental, con una potencia instalada de 90 gigavatios, la energía fotovoltaica cubrió en 2013 el 3% de la demanda eléctrica y el 6% del pico de demanda y, por tercer año consecutivo, se situó como la segunda tecnología renovable en capacidad de generación en Europa, junto con la eólica, según el último informe anual de la Agencia Española Fotovoltaica. 

Mientras, en España, un país que recibe muchísima mayor radiación solar que Alemania, la potencia instalada de energía fotovoltaica solamente alcanza los 4,67 gigavatios. Tras la construcción de plantas capaces de generar 2,7 gigavatios en 2008, gracias al impulso de políticas favorables por el entonces Gobierno del PSOE, las contrarreformas legales impulsadas desde los posteriores Gobiernos del PP, que penalizaron gravemente a los inversores, hicieron caer en picado las nuevas iniciativas: sólo 19 nuevos megavatios en 2009, que ascendieron lentamente hasta 354 en 2011.

 

Un 80% menos de radiación

 

Todas estas instalaciones verán afectado su rendimiento durante las poco más de dos horas —entre las 08.02 y las 11.03 horas según el lugar de Europa— durante las que el disco de la Luna eclipsará en diversos porcentajes a la estrella que ilumina y calienta nuestro planeta. Se calcula que la radiación solar en ese periodo descenderá más del 80% en algunos lugares de la Europa septentrional. En nuestro país, hasta un 75% en zonas del noroeste peninsular. En Madrid, el grado de ocultación del disco solar será de un 67%.

Cuanto más al norte de Europa, mayor será el grado de ocultación del Sol (el eclipse solamente será del 100% en las islas Feroe y Svalbard). Y ello planteará “una prueba sin precedentes para el sistema eléctrico europeo”, según advierte la Red Europea de Operadores de Sistemas de Transmisión de Electricidad (ENTSO-E), asociación continental de gestores de las mismas, que es quien ha avanzado el cálculo de la posible desconexión de 35.000 megavatios si el día amanece totalmente despejado. 

A pesar de que desde hace meses se trabaja en la prevención de los posibles efectos mediante mejoras en la coordinación de los diferentes gestores nacionales, y de que el eclipse se producirá a primera hora de la mañana y no en una de las horas punta de consumo eléctrico, se teme que podrían producirse problemas en el suministro: “el riesgo de un incidente no puede ser totalmente descartado”, señala la ENTSO-E.

El alineamiento astral generará una de las 'mareas del siglo', de casi 15 metros

Porque “la bajada de la producción será muy rápida, entre cuatro y seis veces más que la que se registra habitualmente cuando el sol se pone”, explica Jean-Paul Roubin, director del Centro Nacional de Explotación del Sistema Eléctrico de la red francesa RTE. “Es como si ese día hubiera dos salidas y dos puestas de sol”, compara el análisis de los expertos de la ENTSO-E. Por ello, los centros de control de los operadores estarán en permanente contacto para adoptar “contramedidas” en caso de una brusca caída del suministro.

Mientras se prevé que la energía eólica no se vea afectada  —“la generación de viento se espera que sea normal durante el eclipse”, señala el estudio de la ENTSO-E—, las que sí lo serán, y seriamente, serán las mareas. La gran proximidad de la Luna a la Tierra con motivo del perigeo y su alineamiento con el Sol, que sumará ambas atracciones gravitatorias sobre las masas oceánicas, provocarán el sábado algunas de las más grandes previstas para este siglo, perceptibles principalmente en Europa en las costas del Atlántico, el canal de la Mancha y el mar del Norte.

La marea alcanzará el sábado un coeficiente récord de 119 en una escala que va de 20 a 120 en la bahía del Mont Saint-Michel (Normandía, Francia), el segundo lugar del mundo, tras la bahía de Fundy en Canadá, donde la elevación del nivel del mar entre flujo y reflujo es más importante.

La diferencia entre la pleamar y la bajamar en este paraje, donde se alza una bella abadía Patrimonio de la Humanidad, será de hasta 14,15 metros (la altura de un edificio de cuatro plantas) y el agua avanzará “a una velocidad mayor que la de un hombre corriendo”, advierte el Servicio Hidrológico y Oceánico de la Marina francesa (SHOM). “Será impresionante y espectacular”, señala el especialista en mareas del SHOM Nicolas Weber, pero también “peligroso” para quien se pueda encontrar en la zona.

En la desembocadura del río Rance, en Francia está la central mareomotriz más grande de Europa y segunda del mundo, en funcionamiento desde 1967, con una potencia de 240 megavatios y que resuelve las necesidades energéticas de 10.000 hogares de la región de Bretaña. A diferencia de lo que le sucederá a las instalaciones fotovoltaicas, su capacidad de producción se verá fuertemente ampliada gracias al movimiento de los astros.