Indonesia es el cuarto país más poblado del mundo, con 237 millones de habitantes, pero sólo uno de cada tres, es decir, unos 80 millones, tenían en 2010 acceso a la sanidad. El resto, casi 160 millones, carece de medios y recursos para poder pagarse un médico. Aunque, en adelante, recoger residuos podrá ayudarles a ello.

Las cifras son demoledoras: 28 millones de indonesios viven por debajo del umbral de la pobreza y cerca de la mitad de la población sobrevive con menos de dos dólares al día. Cada año mueren 152.000 niños menores de cinco años y la esperanza de vida está muy por debajo de la media de los países agrupados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

La dolorosa realidad del archipiélago asiático y la fragilidad de su sistema de salud —a pesar del ambicioso plan del gobierno para extender la cobertura sanitaria a 247 millones de personas en 2019— no le es en absoluto ajena al doctor Gamal Albinsaid.

160 millones de personas carecen de cobertura sanitaria en el archipiélago

Como facultativo, trabaja en primera línea de la asistencia sanitaria y es testigo de las privaciones que sufren sus conciudadanos. Pese a todo lo que había visto ya, este joven médico quedó impresionado el día que se enteró de la muerte de una pequeña de tres años a causa de una simple diarrea, debido a que sus padres no pudieron permitirse costearle la visita a un hospital.

Ese día de 2010, Albinsaid pensó que debía hacer algo para poner fin a dramas como éste, porque para él, el acceso a la salud es y debe ser un derecho humano inalienable, reconocido y respetado.

Así que comenzó a trabajar en una iniciativa que daría lugar al Garbage Clinical Insurance (GCI, Seguro Clínico de la Basura) un programa de prestaciones sanitarias que permite a los más pobres pagar la consulta usando como moneda de cambio los residuos que generan en sus casas o encuentran en las calles.

En su ciudad natal, Malang, al este de Java, el Doctor Basura, como ya se le conoce popularmente, abrió el primero de los cinco dispensarios que funcionan actualmente y del que se benefician alrededor de 2.000 personas. Los usuarios deben separar los residuos que generan en sus casas y también pueden recoger elementos no orgánicos como botellas, cartones y papel, para entregarlos cada fin de semana a una de las clínicas del GCI.

Profesionales y voluntarios

Los materiales orgánicos se convertirán en abonos naturales que vender a los campesinos y la fracción no orgánica será entregada a empresas para su reciclaje. La basura de todo un mes puede llegar a valer unas 10.000 rupias indonesias, el equivalente a unos 0,60 euros, suficientes para financiar el tratamiento de un paciente.

Los 15 médicos y las 12 enfermeras que trabajan en las clínicas del GCI reciben su salario gracias a los desechos que llegan al centro médico, aunque también colaboran con el proyecto casi un centenar de voluntarios. El doctor Albinsaid sueña ya con extender su proyecto por toda Indonesia.

“Desarrollamos un negocio que busca un impacto social”, explica el joven emprendedor. “Buscamos un beneficio, pero no para el enriquecimiento personal. Las ganancias obtenidas son empleadas para asegurar la sostenibilidad del programa y el dinero recibido se guarda en un fondo sanitario”, detalla.

La basura de todo un mes puede aportar cerca de 10.000 rupias, unos 0,60 euros

El sistema de Albinsaid consigue a la vez dar acceso a los pobres a la asistencia sanitaria y mejorar la limpieza de barrios informales depauperados e insalubres, aportando con ello una solución creativa al problema de los residuos, que tan a menudo se convierten en fuente de enfermedades e infecciones. Indonesia genera unas 80.000 toneladas de residuos cada día y se calcula que esta cifra se multiplicará por cinco hacia 2050.

En enero del año pasado, Gamal Albinsaid recibió en Londres el premio Prince of Wales Young Sustainability Enterpreneur (premio Príncipe de Gales al Joven Emprendedor Sostenible), un galardón que reconoce las mejores iniciativas en favor del medio ambiente ideadas por jóvenes de todo el mundo, por el que competían proyectos de casi un centenar de países.

Los 50.000 euros con que está dotado el premio han multiplicado de golpe por cinco los fondos del programa GCI y le fueron entregados a Albinsaid por el heredero al trono británico en un acto celebrado en el palacio de Buckingham.

Para algunos, el joven galeno indonesio representa un nuevo modelo de microempresario, capaz de abordar un problema importante de una manera sostenible y local. Su imaginativa iniciativa de microseguros se ha demostrado capaz de brindar un inestimable servicio a los más necesitados ayudando al mismo tiempo a proteger el medio ambiente. Porque la pobreza y el deterioro medioambiental suelen ir de la mano.