Se denomina calorías vacías a aquellos alimentos que contienen un elevado aporte calórico en relación a su aporte nutritivo. El consumo de estos alimentos debería ser entre muy moderado y ocasional, ya que su restricción completa no implica ningún déficit nutricional. A pesar de ello, cada vez se consumen con mayor frecuencia. Hasta el punto de que el 40% de las calorías ingeridas por mucha gente durante el día provienen de ellos.

La industria alimentaria ofrece cada vez mayor diversidad de alimentos con más calorías. Podemos encontrar en los supermercados pasillos y pasillos llenos de estantes con productos que están ahí por sus propiedades organolépticas y no por su valor nutricional. Los productores obtienen importantes beneficios, ya que los ingredientes principales de estos alimentos, como el aceite y las grasas vegetales, son de muy bajo coste.

El problema fundamental es la falta de educación nutricional de la población. Cierto es que cada vez hay más personas que cuidan su alimentación, se basan en conocimientos sólidos a la hora de hacer la compra y no se dejan enganchar fácilmente por un envase bonito. Pero, por desgracia, un elevado porcentaje de los consumidores compran totalmente influenciados por un anuncio, una imagen o simplemente una frase engañosa.

Muestra de ello son los anuncios diseñados para la gente que tiene problemas de estreñimiento. Por mucha fibra que contenga, una galleta nos aportará entre 100 y 200 calorías procedentes del azúcar y de las grasas utilizadas en su elaboración, por lo que si queremos mejorar el funcionamiento de nuestro tracto intestinal será mucho más eficaz consumir fruta y verdura.

Otros alimentos que contienen calorías vacías son los zumos comerciales, esos grandes aliados de los niños y los adultos a los que no les gusta comer fruta. Su consumo debe ser moderado y, jamás, por mucho que lo diga en el envase, pueden sustituir a una ración de fruta. Un vaso de zumo contiene unos 25 gramos de azúcar, lo que viene a ser cerca de 3 sobres de azúcar, así que ni su aporte vitamínico ni su aporte calórico justifican su consumo.

Un vaso de zumo convencional aportará a nuestros hijos agua, azúcar, una sencilla diversidad de vitaminas y minerales y unas 100 calorías. Pero los refrescos, ya sean con gas o sin gas, son los reyes de las calorías vacías. Su consumo no proporciona ningún beneficio nutricional, por lo que tan sólo se pueden beben por placer. Lo mismo sucede con las bebidas alcohólicas y las últimamente tan en auge bebidas isotónicas.

Estas bebidas diseñadas para los deportistas tenían como finalidad hidratar y remineralizar al atleta después de una actividad física. Pero cada vez hay más bebidas de este tipo en el mercado, con más azúcar y menos minerales. Y cada vez son más los jóvenes que las toman como si pudieran ofrecerles resultados mágicos.

Una bebida de este tipo puede aportar a una persona sedentaria un excedente de calorías sin que sea consciente de ello, ya que por regla general su consumidor sólo tiene en mente el aporte de minerales.

Las calorías vacías tienen un papel imprescindible en cuanto al control del peso y el adelgazamiento. Una restricción moderada de alimentos como galletas, snacks, bollería, dulces, chocolate, bebidas energéticas, salsas y todos los nombrados anteriormente puede facilitar el mantenimiento de nuestra masa corporal.

En muchos casos, una restricción total de la ingesta de calorías vacías da lugar a una reducción de peso muy importante. Pero la persona debe ser consciente de que lo fundamental no son los kilos de menos, sino que su organismo dispondrá de una mejor nutrición y gozará de mayor salud si no consume todos estos alimentos que aportan calorías innecesarias y nada más.