Disfrutar del surf de manera responsable y sostenible será pronto posible en Euskadi gracias a un proyecto pionero de turismo responsable para la práctica del surf desarrollado por Agrotravel-Turismo Responsable. 

Practicado desde hace siglos en las islas de la Polinesia (el capitán Cook lo pudo observar en 1767), el surf, el arte de cabalgar las olas manteniendo el equilibrio de pie sobre una tabla alargada, se popularizó a nivel internacional después de su recuperación en Hawai, que abanderó el célebre Duke Kahanamoku.

Su trayectoria como nadador olímpico norteamericano en la segunda década del pasado siglo le permitió viajar por todo el mundo, y en sus destinos marítimos asombraba al público al practicar siempre que podía en la playa su deporte favorito.

El surf tiene un impacto económico mundial de 73.500 millones de euros

A mediados de siglo, el surf contaba ya con miles de practicantes en California y Australia. Hoy, está considerado uno de los veinte deportes con más aficionados en todo el globo: unos 35 millones de personas lo consideran no sólo una disciplina deportiva, sino una forma de vida que combina la salud y el contacto con la naturaleza, y están dispuestas a viajar en busca de las mejores olas, según estimaciones de la International Surfing Association en 2012.

Y se estima que el impacto de estos devotos del surf sobre la economía mundial alcanza los 100.000 millones de dólares (unos 73.500 millones de euros), con un crecimiento sostenido del 20% en los últimos 10 años.

La costa del Cantábrico, y más en concreto la costa vasca, es una de las grandes mecas mundiales del surf. Allí se practicó por primera vez en Europa, en 1959, en Biarritz, en el País Vasco francés. Hoy, la mítica ola de Mundaka es el sueño de surferos de todo el planeta. Pero también son idóneas para encaramarse en la tabla playas como las de Sopelana, Zarautz, Gros, Aizkorri, Bakio, Deba, Orrua o Arrigunaga.

En Euskadi funcionan 38 escuelas y cinco campamentos de surf, y el turismo relacionado con este deporte, que atrae a unos 72.000 viajeros anuales, aporta más de ocho millones de euros anuales a la economía vasca. Una encuesta del Observatorio Turístico de Euskadi reveló que su estancia media es de 6,8 noches y que más del 75% de los surferos viaja acompañado. El promedio de personas por grupo es de 3,3 y el gasto medio del viaje de 432,85 euros.

Materiales tóxicos

Como todas las actividades humanas, la práctica del surf tiene un impacto ambiental. Según datos aportados por Envirosurfer, tienda de surf ecológica, cada año se fabrican 400.000 tablas de materiales tóxicos como la gomaespuma y la resina sintética. Y un 20% de la gomaespuma se tira cada vez que se realiza el shaping (modulación de la tabla). También se convierten en residuos 250 toneladas de prendas de neopreno. Se consumen seis millones de barras de cera anuales. Y unas 6.000 toneladas de cremas de protección solar acaban contaminando el mar.

Y, también como casi todas las actividades humanas, debe ser posible llevarla a cabo de manera solidaria y sostenible, con el menor perjuicio posible para el planeta y de manera que contribuya a fortalecer la economía de las comunidades locales.

Unas 250 toneladas de prendas de neopreno se convierten en residuos 

Ese es el objetivo de un proyecto pionero de turismo responsable para la práctica del surf desarrollado por Agrotravel-Turismo Responsable que pretende incidir sobre seis áreas: la comunidad local, que será incluida en el proceso de toma de decisiones; el medio ambiente, que se protegerá mediante el reciclaje, la reducción del consumo de energía y medidas para evitar la contaminación; los trabajadores, que serán siempre de origen local y a los que se garantizarán condiciones laborales dignas; los turistas, a los que se sensibilizará sobre los impactos positivos y negativos del sector; el material, que será reciclado o fabricado con materiales sostenibles; y finalmente, el alojamiento, que se elegirá entre establecimientos locales respetuosos con el entorno, que consuman productos del territorio y apoyen la cultura autóctona.

Un ejemplo de viaje diseñado por los impulsores del proyecto recorrería durante dos semanas la costa vasca en un vehículo de escasas o nulas emisiones, transportando a un grupo de un máximo de 10 personas que se alojarían en establecimientos responsables y que, además de recibir clases de surf, asistirían a sesiones de sensibilización sobre el medio ambiente y la cultura local, además de realizar otras actividades turísticas (culturales, de naturaleza, creativas o manuales).