Un litro de aceite usado, vertido por el desagüe de la cocina, puede contaminar hasta 1.000 litros de agua. Además, contribuye a atascar las cañerías y complica la tarea de las depuradoras. Y se calcula que cada español genera unos cuatro litros al año. La Asociación Nacional de Gestores de Residuos de Aceites y Grasas Comestibles Usados (Geregras) procesa unos 120 millones de litros al año, y cree que con sistemas de recogida más eficaces se podrían gestionar otros 275 millones.

En numerosos municipios funcionan ya iniciativas para que los ciudadanos y los establecimientos recojan el aceite generado en sus cocinas y pueda ser tratado de manera respetuosa con el medio ambiente. Existen sistemas de recogida a domicilio (normalmente para restaurantes y hoteles) y contenedores específicos en las calles de algunas poblaciones. En el resto, se recoge en los puntos limpios. Su reciclaje lo convierte en materia prima para fabricar biodiésel y jabones, pero también abonos, barnices, cera, cremas, lubricantes, pinturas, o velas. Hay 65 plantas de tratamiento operando en el país.

El artilugio garantiza total seguridad en lo que respecta a la manipulación de la sosa

Ahora, el consumidor consciente dispone de otra alternativa: un pequeño electrodoméstico de fácil uso permite fabricar un jabón natural y biodegradable con el aceite que ya nos ha aportado un primer uso para cocinar. La Fábrica de Jabón ideada por la diseñadora industrial argentina Analía Blanco, afincada desde hace una década en Valencia, lo convierte en un producto de limpieza con cualidades desinfectantes, desengrasantes y quitamanchas apto para ser usado en la lavadora, el lavavajillas o para fregar suelos.

El aparato basa su funcionamiento en el sistema tradicional artesano de fabricación del jabón. Con medio litro de aceite usado se pueden producir 530 gramos de jabón. Sólo hay que verter el aceite (que al introducirlo en un recipiente recolector-medidor atraviesa un filtro que separa los restos de comida), un cuarto de litro de agua y 75 gramos de sosa cáustica, cada uno en su respectivo compartimento, y pulsar el botón de encendido.

El dispositivo mezcla los ingredientes, y los vierte 20 minutos después en unos moldes de los que las pastillas se pueden extraer a mano al cabo de 48 horas. Después hay que dejar madurar el jabón entre dos y cuatro semanas antes de poder utilizarlo. Blanco destaca que el aparato ofrece total seguridad en lo que respecta a la manipulación de la sosa, un producto corrosivo cuyo contacto con el usuario “se minimiza”.

Ahorro económico

El artilugio es sostenible y de bajo consumo: el proceso de fabricación aprovecha el calor generado por la reacción química de los ingredientes ahorrando con ello el consumo de electricidad.

“Esta primera versión está orientada al reciclaje del aceite doméstico convirtiéndolo en jabón de la abuela, ya que esta receta permite mezclar distintos tipos de aceites en su elaboración”, explica Blanco, pero ello no impide que se puedan añadir a la mezcla “aromas como fragancias para jabón o aceites esenciales”, al gusto del consumidor.

Además de la reducción del impacto ambiental, al evitar la contaminación del agua y las emisiones causadas por el transporte del aceite usado a los puntos de recogida, el electrodoméstico aporta un nada desdeñable ahorro económico. Según su creadora, una colada realizada con el jabón doméstico es hasta 26 veces más barata que con un producto adquirido en el supermercado.

Para la realización del proyecto se lleva a cabo una campaña de recogida de fondos

“Poner una lavadora completa usando jabones comerciales cuesta alrededor de unos 0,21 euros mientras que utilizando nuestro propio jabón de la abuela nos cuesta tan solo 0,008 euros cada una”, estima Blanco, que señala que “solamente hay que rallar unos 20 gramos de la pastilla (un par de cucharadas soperas) y colocarlos junto con la ropa en el tambor de la máquina de lavar”.

El diseño ganó en 2011 el primer premio nacional del destacado concurso internacional James Dyson y fue considerado “uno de los siete emprendimientos sociales con mayor potencial para cambiar el mundo” por el centro de innovación Socialnest.

Tras dos años de trabajo pudo ver la luz el primer prototipo. Ahora, el pasado 22 de abril, coincidiendo con el Día de la Tierra, el proyecto inició una campaña de recogida de fondos a través del micromecenazgo –por medio de la plataforma Injoinet– que ha recogido ya casi 35.000 de los 153.000 euros que necesita para empezar a fabricar las primeras unidades. 

El plazo para conseguir la financiación expira el 21 de junio y los creadores del aparato esperan poder hacer llegar su fábrica de jabón a los mecenas que hayan optado por encargar una (sale a 99 euros, más gastos de envío) en un plazo de seis meses a partir de dicha fecha.

El 50% de los 153.000 euros solicitados se invertirá en la adquisición de los moldes que permitirán la fabricación en serie, que se realizará con materiales reciclados o reciclables para evitar la generación futura de nuevos residuos. Las piezas serán ensambladas en un centro especial de empleo, lo que aportará una dimensión social al proyecto que redondea su aportación para hacer un mundo mejor.