Un innovador uso de la tecnología de impresión en tres dimensiones está contribuyendo a recuperar la biodiversidad marina en aguas del golfo Pérsico. Las impresoras permiten fabricar detalladas reproducciones de fragmentos de coral con los que se están reconstruyendo algunos de los más dañados arrecifes de las costas del pequeño estado insular árabe de Baréin.

Los arrecifes de coral son uno de los ecosistemas más importantes del planeta. Pese a que ocupan tan sólo el 0,1% de la superficie de los fondos marinos, en ellos obtienen refugio o sustento hasta el 25% de las especies animales que pueblan los océanos.

Sin embargo, estos entornos construidos por los esqueletos calcáreos de diminutos pólipos están sufriendo una vertiginosa regresión. A su destrucción física por culpa de la pesca de arrastre, la contaminación o la construcción de infraestructuras se están sumando los demoledores efectos que para estos animales tiene el cambio climático.

La superficie de coral ha desaparecido casi en su totalidad en el país de Baréin

El litoral de China ha visto desaparecer en apenas tres décadas el 80% de sus arrecifes de coral. Y según un estudio del Instituto Australiano de Ciencias Marinas y la Universidad de Wollongong, del mismo país, publicado en 2012, el 50% de la Gran Barrera de Coral, la mayor formación de este tipo del planeta, ha desaparecido aproximadamente en el mismo plazo de tiempo.

En el golfo Pérsico, el coral ha sufrido los efectos de la masiva oleada de construcción costera impulsada por las autoridades de los Emiratos Árabes Unidos, Catar o Baréin. Las costas han sido dragadas de forma indiscriminada, y la pesca masiva también ha dejado su huella en los fondos. El World Resources Institute estima que la superficie de coral en Baréin, que había perdido un 50% en la década de los 80, ha desaparecido prácticamente en su totalidad.

Ante esta dramática situación, Sustainable Oceans International (SOI), una agencia de asesoramiento medioambiental especializada en la preservación, gestión y recuperación de los arrecifes de coral, decidió poner en marcha un proyecto para regenerar las formaciones coralinas de la zona y, con ellas, las poblaciones de peces y otros animales. SOI diseña planes de coexistencia respetuosa con estos ecosistemas para hoteles costeros, centros de buceo y ONG.

En colaboración con la empresa local Reef Arabia, se inició un programa para sumergir 2.620 piezas de hormigón cuya forma imita un modelo de cubierta de la arquitectura popular del país, agujereadas para permitir la circulación del agua y el oxígeno a través de su estructura, y destinadas a los fondos de tres zonas seleccionadas al norte, este y noroeste de la costa continental bareiní.

Preservación de la fauna marina

Un primer grupo de 262 piezas se instaló en su emplazamiento en marzo de 2012 y los resultados, en forma de regeneración de la población piscícola, fueron apreciables en muy poco tiempo. En sucesivas fases se han seguido instalando el resto de las mismas.

Sin embargo, se trataba de unidades idénticas entre sí y, dado que “los sistemas tradicionales de moldeo son incapaces de reproducir la maravillosa complejidad y diversidad de los arrecifes naturales", como afirmó SOI en un comunicado, se decidió emplear una tecnología de última generación para una finalidad hasta ahora inédita.

Construidos por la impresora con polvo de piedra arenisca, a la que las larvas del coral pueden adherirse con gran facilidad, de un tamaño de un metro de altura y un peso de 500 kilos, cada uno de los segmentos del arrecife, diseñados por el arquitecto James Gardiner, toman la apariencia de arrecifes reales, con sus cuerpos horadados por agujeros, túneles y recovecos. La idea del uso de la impresión 3D hizo que Gardiner ganara en 2010 el premio anual que concede SOI a proyectos innovadores que ayuden a proteger estos ecosistemas. 

Imprimir cada uno de los primeros prototipos le llevó a la máquina una semana

Dos de los cuatro primeros prototipos de corales impresos, adquiridos por Reef Arabia, se depositarán en fondos marinos de la costa norte del archipiélago árabe mezclados con otros 270 de hormigón del modelo usado hasta ahora, con el fin de comparar su eficacia. Los otros dos se quedaron en Australia. 

Todas las unidades pueden ser totalmente diferentes porque el programa informático que gobierna la impresora introduce en su diseño variaciones de forma aleatoria. Imprimir cada uno de los primeros prototipos le llevó a la máquina una semana. El sistema podría incluso permitir cartografiar con absoluto detalle un sector del arrecife natural y reproducirlo con total exactitud de forma artificial.

Otra iniciativa similar es la desarrollada en Italia por el ingeniero Enrico Dini, uno de los más destacados pioneros de la tecnología de la impresión en 3D, cuya empresa, Monolite, desarrolló la más grande del mundo, la D-Shape, de seis metros de longitud, capaz incluso de construir un edificio.

Empleando arena como materia prima, la D-Shape ha logrado levantar, colocando una tras otra capas de entre cinco y 10 milímetros de grosor, las paredes de una pequeña casa en la cuarta parte del tiempo que necesitarían obreros humanos, y con un coste hasta un 40% menor, según afirma la empresa.

Ahora, Dini, recordando cómo de pequeño disfrutaba construyendo castillos en la arena de la playa, utiliza el mismo material para moldear mediante la impresión en 3D formaciones coralinas artificiales que contribuyen a la preservación de la fauna marina y que permiten a los corales naturales, de crecimiento extremadamente lento, utilizarlas como esqueleto sobre el que desarrollarse para recuperar más rápidamente el terreno perdido.